PRM: los nuevos inquisidores

El radicalismo político antigobierno fue una voz muy manoseada décadas atrás en la Era y después en los siempre recordados 12 años.

Esa consigna fue  perdiendo vigencia.  Muchos, olvidando la sangre derramada por tantos jóvenes puros, decidieron pactar en el silencio, y lograron nombradía, cargos, diputaciones, senadurías y se llegaron a creer líderes, se erigieron en representantes del partido, consiguieron dinero, bienes a costa del sacrificio de la base, de los militantes, a los cuales mecían con todos los cuentos.

Se erigieron en los padres de la democracia, y muchos beneficios que le han sacado…

Se convierten en rabioso opositores cuando se les pide cuenta de sus andanzas, de sus complicidades, se declaran enemigos y en posición de guerra si se le sustituye de las lides políticas partidarias, prefieren dividir e irse a nuevas aventuras políticas, porque sin ese trofeo se consideran no ser nadie, aunque se lo deban todo a esa organización donde han envejecido.

Nos hablan de nuevo partido moderno, pero dirigido por hombres y mujeres ya ancianos, nos hablan de anticorrupción, pero están rodeado y le han dado puestos políticos partidarios a gente que nunca ha trabajado, que no sea en política o en gobiernos, que no pueden justificar sus mansiones, sus casas de veraneos…su fortuna acumulada.

Pero los nuevos inquisidores solo ven la paja en el ojo ajeno. Se trata de un monumento al doblez, a la hipocresía, a la arbitrariedad, pero todo sea por el nuevo aire de pureza que dicen representar.

Pobre iluso, la verdadera regeneración de la vida política debería empezar por reducir el secretismo, el oscurantismo, el odio. La verdadera regeneración democrática debería pasar por la condición de que los partidos, y que empiecen por ellos, renuncien a todo tipo de subvención pública directa o indirecta.

Que se mantengan con las cuotas de los afiliados y simpatizantes y  las donaciones adicionales, siempre limitadas en cantidad, transparentes al Fisco y desgravables.

Por ahí debería empezar esa proclamada moral, esa falsa pose de honestidad política, pero que va, no hay ningún indicio de que  estén por esa vía. Esas y otras cosas lo delatan como lo que han sido siempre, una élite que lucha a muerte por el poder y sus privilegios en desmedro de la base.

Agrupan esos geriátricos a pobres ilusos en “una buena intención”, esa que no pasa de una intensión que solo sirve para asfaltar el camino del Infierno.

Porque además, sus medidas regeneradoras de la política no aplican, no imponen alguna exigencia de formación y experiencia para los candidatos. Es algo que se estipula para cualquier puesto directivo en una empresa. No parece mucho pedir en el campo político, dado que nuestros representantes manejan en conjunto lo que producimos en todo el país…

Mentira todo, es una élite agotada llena de odio y resentimiento hacia el PRD y su presidente Miguel Vargas, partido que le dio todo lo que son y tienen en sus vidas.

Por ese odio y resentimiento impidieron que el prócer, humanista y líder nacional e internacional José Francisco Peña Gómez llegara a la presidencia de la República.

Impidieron en aquel entonces el pacto nacional, la reconciliación nacional, cuando Joaquín Balaguer planteó a Peña Gómez el dos y dos, que hubiese conducido al país por un sendero de Gobierno de Unidad Nacional.

 

 

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