Una estatua de Duarte en Honduras

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José Osvaldo Leger.

Para la República Dominicana y en particular para los que integramos su representación en este país, es hoy un día memorable, que conmueve lo más profundo de nuestros sentimientos, hacer realidad la instalación en el bronce perenne, de la figura del patricio Juan Pablo Duarte, el creador de la nacionalidad dominicana, en el corazón de la hidalga ciudad de Tegucigalpa.
 
Como embajador y en representación del gobierno y el pueblo dominicano, agradecemos sinceramente al Honorable Alcalde de esta ciudad, el Sr. Nasry Juan Asfura (Tito), su empeño y colaboración entusiasta para la concretización de este acto de profunda transcendencia en la permanente construcción de los sólidos lazos de hermandad que unen a Honduras y República Dominicana. Nuestras gracias sinceras por todo el esfuerzo desplegado para llegar a este día.
Para los dominicanos, hablar de la figura, de la vida, de la gesta del ilustre prócer Juan Pablo Duarte, un personaje en extremo humilde y solidario, de naturaleza excepcional, nos permite mencionarlo junto a los grandes hombres que dieron lo mejor de sus vidas y esfuerzos en concretar la libertad de nuestro Continente.
El Doctor Joaquín Balaguer, uno de nuestros grandes estadistas, dijo de Duarte que era como una conciencia seducida por la figura de Cristo y hecha a la imagen de la de aquel sublime redentor de la familia humana. Su amor por la patria era tan puro que lo calificó como “El Cristo de la Libertad”.

Los versos del Dr. Joaquín Balaguer, nos hacen meditar en el significado de un hombre como Duarte.

 

Autoridades y diplomaticos que encabezaron el acto inaugural en Tegucigalpa de la Plaza Juan Pablo Duarte.
Autoridades y diplomaticos que encabezaron el acto inaugural en Tegucigalpa de la Plaza Juan Pablo Duarte.
“En ese mar de luz hay una estrella 
que parece entre todas la más bella
mientras fulgura en la extensión vacía.
Pienso al mirar en el azul su huella
que al cintilar entre la noche umbría
tu mano me hace signos desde ella”.
 
Y acota: 
“Si la santidad consiste en ser virtuoso, en despreciar las riquezas y en ser insensible a los honores, en ser superior al odio y superior a la maldad, en elevarse en fin sobre todo lo que se halle tocado con fango de la tierra, nadie fue entonces más santo que Duarte ni más digno de él de la corona de los predestinados».
«El fundador de la República se erige como una columna señera, empequeñeciendo a sus verdugos y desarmando a sus adversarios con la autoridad de la propia pureza”.
El profesor Juan Bosch, ex presidente de la República, escritor, poeta e historiador y uno de nuestros más excelsos dirigentes históricos, manifestó sobre Juan Pablo Duarte las siguientes palabras:
“Solo quien tuviera una fe de esas que mueven montañas podía pensar que con una base humana tan escuálida podía llevarse a cabo una lucha que culminara en la fundación de un nuevo Estado en la América Latina”.
Bosch dijo también que Duarte fue una persona de indeclinable decisión en procura de edificar un Estado independiente en un territorio pequeño, con una reducida población y escasos medios de producción.
Duarte era un soñador, un poeta y al mismo tiempo un soldado.
Para todos los que nacimos en esa media isla a la que debemos nuestra condición de dominicanos, Duarte fue no solo un hombre de grandes ideales. Sus enseñanzas, sencillas en su expresión, pero profundas en su contenido, nos siguen deslumbrando.
 
Duarte, con su sacrificio y apostolado, nos enseñó a amar de manera entrañable a la República Dominicana, ese país pequeño, pero gigantesco en sus sueños, en sus aspiraciones, y en sus anhelos de progreso y de justicia.
Nos enseñó a amar la libertad.  Nos enseñó a ser independientes.  Nos enseñó a sacrificarnos en todo el sentido de esta palabra, para ofrecer un ejemplo de hidalguía, dignidad y entereza.

Duarte fue un guía en su vida terrenal y lo sigue siendo en su dimensión espiritual para todos los dominicanos que son fieles a su condición de su nacionalidad y que mantienen en alto la fe en nuestro destino.

 El alcalde del Distrito Central de Tegucigalpa, Nasry Juan Asfura Zablah, corta la cinta para dejar inaugurada la plaza Juan Pablo Duarte.

El alcalde del Distrito Central de Tegucigalpa, Nasry Juan Asfura Zablah, corta la cinta para dejar inaugurada la plaza Juan Pablo Duarte.
Gracias a sus ideas luminosas, a sus afanes y sentimientos por la libertad, la soberanía y la independencia, se mantienen muy vivos en nuestro espíritu y en nuestros corazones.
Duarte supo transformar sus ideas en hechos concretos.  y nos dio el ejemplo, un hombre dispuesto a la entrega y al sacrificio. 
A la Patria no se la usa. La Patria es ara, no pedestal”
Todos y cada uno de nosotros, debemos aportar a su grandeza”
La Patria es el más elevado símbolo de cuanto somos como seres humanos”.
Los peligros siguen siendo muchos y hoy se presentan de distintas maneras. Por eso, Duarte siempre será un referente al que debemos acudir de manera incansable.  Esa fue su razón por la que declaró que la República Dominicana será independiente de toda potencia extranjera o se hundiría la isla.
A los que aun perteneciendo a la comunidad nacional consideran que estos nuevos tiempos designan como “un anacronismo” las nacionalidades, las culturas autóctonas y nuestras identidades peculiares y únicas, bueno es recordarles que para Duarte el abandono de los sagrados intereses de la Patria es equiparable a la traición.
Por eso el patricio advirtió a los nacionales dominicanos, a los fieles y a los disidentes, que “mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos siempre serán víctimas de sus maquinaciones”.
Duarte se esforzó como el que más y luchó y sufrió en carne propia la violencia y enfrentamiento de la ocupación haitiana, ocupación militar con claras intenciones de desintegrar nuestro incipiente espíritu de independencia. Duarte, al viajar a Europa siendo aún muy joven, encuentra de obligada necesidad comparar la situación de ocupación de su patria con el espíritu de libertad y democracia existente en el viejo continente.
Fue, entonces, cuando se dedicó a formar junto a ocho dominicanos más, la sociedad secreta La Trinitaria, quienes bajo el amparo de la Santísima Trinidad y el lema Dios, Patria y Libertad, plantean el objetivo fundamental de realizar acciones tendentes a independizar la parte Este de La Española de la ocupación haitiana y formar un Estado libre e independiente de cualquier país extranjero, con el nombre de República Dominicana.
“La Cruz blanca que llevará nuestra bandera, dirá al mundo que el pueblo dominicano, al ingresar en la vida de la libertad, proclama la unión de todas las razas por los vínculos de la civilización y el cristianismo”.
(Discurso pronunciado por el Embajador de República Dominicana en Honduras, ingeniero José Osvaldo Leger, en el acto inaugural de la Plaza Juan Pablo Duarte, ubicada en la colonia Lomas del Guijarro, en Tegucigalpa).
jpm
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