Un día triste para la diplomacia dominicana

 

 

El lunes antes pasado nuestro país se abstuvo de votar en la OEA sobre una resolución auspiciada por 20 países, los más importantes y que representan el grueso de la población del continente, que pedían a Venezuela dar marcha atrás a su convocatoria a una Asamblea Constituyente, entre otras cosas. México, Uruguay, Paraguay, Argentina, Brasil, Colombia, Chile y Perú estuvieron entre esos 20 países que votaron a favor, además de cuatro centroamericanos, seis caribeños, Canadá y Estados Unidos.
Absteniéndose junto con nosotros estuvieron Ecuador (gobierno bolivariano), El Salvador, Haití, Surinam, Trinidad y Tobago, Antigua y Granada. En contra votaron Bolivia y Nicaragua (bolivarianos) y tres pequeñas islas caribeñas.
¿Por qué no nos unimos al voto de los principales países del continente, a los que la canciller de Venezuela luego denominaría “camada de perritos simpáticos del imperio”?
Por su trascendencia no creemos que esa fue una decisión de nuestro canciller, sino de nuestro presidente. ¿Qué la motivó? Especulando, podríamos citar cuatro razones:
1. La ideología original que Bosch inculcó a sus discípulos en el PLD, no muy diferente a las ideas de Chávez y Maduro y que en cierto grado perduran.
2. Agradecimiento por Venezuela haber financiado (ya no lo hace) nuestras importaciones de petróleo a través de Petrocaribe.
3. Defendernos, alegando la no intervención, de una injerencia de la OEA sobre el tema haitiano.
4. Evitar un problema que podría afectar futuras negociaciones para comprar las acciones del gobierno venezolano en nuestra Refinería de Petróleo. Cuando nuestro gobierno se las vendió lo hizo bajo el argumento de que aumentarían las importaciones financiadas bajo Petrocaribe y que, además, recibiríamos financiamiento venezolano para expandir la refinería. Ninguna de esas dos ventajas se dieron, actuando Venezuela como un simple socio pasivo.
El encargado de negocios norteamericano en Santo Domingo publicó un artículo días antes de la reunión de la OEA exhortando al país a unirse al voto de los 20 otros países y nuestro canciller le contestó citando el principio de no intervención en los asuntos internos de los países. Es el mismo argumento que Trujillo utilizó, especialmente cuando la OEA le impuso sanciones a nuestro país en 1960. Muerto el tirano, el pueblo dominicano salió a las calles implorando a la OEA que no levantara esas sanciones hasta que el último de los Trujillo hubiese salido del país. No hablamos entonces de intervención.

Hoy en día son los venezolanos los que están tirados a la calle, o presos. El actual caso de Venezuela es pues, algo parecido al nuestro y desde 1960 nuestra región ha evolucionado favorablemente adoptando la Carta Democrática de la OEA, que exige defender la democracia y que se contrapone al principio de no intervención.
Venezuela abrió sus puertas a los exilados anti trujillistas y su presidente Rómulo Betancourt por poco murió a manos de esbirros de Trujillo. ¿No es hora de reciprocar? En vez de haber votado con los grandes países democráticos del continente, incluyendo un México que se ha caracterizado por defender la no intervención, nos abstuvimos.
Nuestro canciller adoptó, además, en la OEA la posición de abogar porque un grupo de países amigos actúen como intermediarios ante la crisis venezolana. Pero eso lo ha estado haciendo desde hace tiempo Leonel Fernández, el ex jefe de Estado de España Rodríguez Zapatero y un ex presidente de Colombia y hasta el mismo Vaticano, sin éxito.
Pocas horas después de ese pronunciamiento de nuestro canciller la de Venezuela propuso, pero bajo el marco de la CELAC, a un grupo de países, a San Vicente y las Grenadinas (cuyo jefe de Estado es el que más ha criticado, dentro de CARICOM, el tratamiento dominicano a la mano de obra haitiana), El Salvador (preside la CELAC y se abstuvo en el voto igual que nuestro país), Nicaragua (“bolivariano”), Uruguay y precisamente la República Dominicana.
Y es que el gobierno de Maduro ya sabe de qué lado en el conflicto está nuestro país. También lo saben los 20 países que propusieron la resolución, así como lo sabe la oposición democrática venezolana.
Un día triste para la diplomacia dominicana.

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