Si no se reinventa la democracia, el populismo se impone
Para muchos el populismo gobernante en varios países latinoamericanos era un fenómeno exclusivo de nuestras repúblicas bananeras tercermundistas, impuesto por el deterioro de la credibilidad de los políticos de derecha, pero que nunca tendría espacio en la Europa continental, nada más alejado de la verdad, pues la experiencia española nos indica que si se continúa ese acelerado proceso decadente que sigue la democracia, el populismo se ha de imponer en cualquier lugar del planeta.
Equivocadamente los políticos creen que la democracia que tenemos es la que merecemos y eso no es cierto. La democracia necesita controles, tiene que dejar de ser un simulacro de moralidad cosmética y superficial para convertirse en la búsqueda de soluciones verdaderas a los problemas de las mayorías.
Una tragedia de nuestra época es que los políticos no cuidan la democracia y la están convirtiendo en una catástrofe para los que tienen que perder, debido a que hoy existe una micro sociedad de carácter populista que está harta de la corrupción y la impunidad, que en el caso dominicano se pueden llamar “Toy jarto”, “Justicia Fiscal”, “Loma Miranda Parque Nacional”, ”Movimiento Rebelde” o de muchas otras maneras.
No se dan cuenta que hay un movimiento popular creciente que ha despertado y cree que no hay razón para continuar con la “democracia de los tontos”, que se han dado cuenta que los políticos que se vendieron como santos no saben ni rezar un “padre nuestro”, que han convertido al Estado en un botín para los que pagan la francachela electoral, limitando su función de garante para el ejercicio de derechos ciudadanos.
El Estado se ha transformado peligrosamente en una fuente de riqueza para parte de un empresariado corruptor y un funcionariado corrupto, negándoles a los ciudadanos el bienestar por el cual paga sus impuestos. Por lo que ya no sabemos si democracia es símbolo de corrupción o si corrupción es sinónimo de democracia.
Opino que los demócratas que predican la moral desnudos, se auto-engañan, creen que la tolerancia de los pueblos no tiene fin, quizás por eso políticos que deben estar desechados por corruptos, se siguen creyendo figuras superiores de esa democracia en decadencia, gracias a ese subproducto de la corrupción llamado impunidad.
Los demócratas de hoy han diluido y empañado la responsabilidad moral de la política, por eso cualquiera de ellos sin el menor escrúpulo, intenta ensuciar el nombre de una deidad de la moralidad política dominicana: el profesor Juan Bosch, pretendiendo colocarse imprudentemente a su altura y formar parte de su estirpe, por lo que creo que el PLD debe repensar a Bosch.
Los demócratas corruptos se muestran indiferentes, no perciben que los liberales decentes se están convirtiendo en populistas radicales, porque los políticos honestos son vistos como “bichos raros” e intrusos, en las corporaciones llamadas partidos, esas asociaciones donde conviven demócratas por contrato al servicio de las peores causas, con una burguesía rentista y desalmada, formando carteles en perjuicio de los ciudadanos.
Es por eso que el populismo creciente está aprovechando la fragilidad de la democracia y como en el caso español, en el que un individuo desconocido hace 8 meses, llamado Pablo Iglesias, se logra posicionar como la principal figura de su escenario político, mientras que el movimiento político que lo aúpa llamado “Podemos”, según las últimas encuestas, es la opción a vencer en las próximas elecciones españolas.
Eso sucede mientras la élite política del Partido Popular y del PSOE, se desgastan apoyando y defendiendo a los más de 30 alcaldes sometidos a la acción de justicia por corrupción y a senadores y concejales acusados del despilfarro del dinero estatal, mientras silente y sin pausa “Podemos” avanza hacia el poder.
Los políticos dominicanos tienen que aprender la lección y entender que hay que reinventar la democracia, tienen que razonar que la indiferencia no es la opción. Porque de no actuar oportunamente corrigiendo las distorsiones de esta democracia imperfecta, el populismo se impondrá, porque con él un nuevo mundo parece estar a punto de llegar. Antes, los partidos funcionaban en dos niveles: el alto y el bajo, pero ahora solo funcionan en el alto, por que el nivel bajo parece no importarle a nadie. Creen que la política es binaria: estás conmigo o contra mí. Los partidos ya no son el sitio donde nacen los principios, sino el lugar donde mueren.