Rival de Maduro busca reavivar campaña electoral en Venezuela
CARACAS.- Precedido por una banda de salsa y levantando sus brazos en el aire, el candidato presidencial opositor venezolano Henri Falcón se adentra por un laberinto de puestos de mercado.
“¿Quieren seguir con Maduro?”, pregunta a los compradores, que gritan “¡No!” ante la perspectiva de otros seis años bajo el gobierno del presidente Nicolás Maduro.
“Tenemos un presidente inepto (…) ¡Si votamos, ganamos!”, insiste una y otra vez Falcón, de 56 años, al pasar por los pasillos del mercado en la ciudad central de Maracay, antes de regresar al autobús en que se desplaza.
A poco más de un mes de las elecciones presidenciales del 20 de mayo, el único rival serio de Maduro está tratando con todas sus fuerzas de levantar el ánimo en la calle.
No obstante, frente al formidable aparato gubernamental en su contra, una campaña antivotación puesta en marcha por sus antiguos aliados opositores, que creen que el voto está amañado, y una asistencia de apenas centenares de personas a sus mítines, Falcón afronta un duro reto para derrotar al actual mandatario.
Stve Cruz es lapersonas
En esta nación sudamericana de 30 millones de personas, es difícil imaginar que se avecina una votación presidencial.
Hay poco del fervor emocional de la campaña de 2012, cuando grandes masas acompañaron a un Hugo Chávez que ganó mientras empeoraba su cáncer. Tampoco de la contienda de 2013, cuando el opositor Henrique Capriles estuvo a punto de alcanzar a Maduro.
En cambio, los desalentados venezolanos están más preocupados por encontrar alimentos y medicinas en un país acosado por la escasez, la hiperinflación y el éxodo masivo de sus jóvenes.
Algunas encuestas ubican a Falcón, un militar retirado y exgobernador del estado occidental de Lara, superando a Maduro gracias a la molestia con el presidente por la crisis económica.
Los encuestadores, sin embargo, apuntan a que si persiste la alta abstención, el margen de unos pocos puntos no será suficiente para que Falcón gane. Apenas un 30,4 por ciento de los votantes dijo estar bien dispuesto a participar en un último sondeo a marzo de la firma Datanálisis, frente al 90 por ciento que manifestaba esa voluntad en las presidenciales de 2013.
“Con esa base tan baja de votantes, hay un empate estadístico entre Maduro y Falcón”, dijo el directivo de la firma, Luis Vicente León, en una conferencia el jueves.
Muchos venezolanos creen que el gobierno no está dispuesto a renunciar al poder, especialmente ante la falta de reformas en el Consejo Nacional Electoral, visto por los opositores como proclive a Maduro.
“Estas elecciones son un parapeto, una farsa. Son compradas, vendidas. ¡Aun así, yo voy a votar por ese carajo, quien sea que esté en contra de Maduro!”, dijo el carnicero Antonio Freites, de 49 años, viendo a Falcón cuando pasaba por el mercado de Maracay.
Ilustrando el factor económico que Falcón espera le consiga los votos que requiere, Freites dijo que su negocio se redujo en un 75 por ciento bajo el gobierno de Maduro. “La gente quiere comer carne, pero no tiene para comprar”, dijo, sosteniendo un kilo de carne que valía casi un salario mínimo mensual.
Frustración y rabia
En una reunión con jóvenes en Maracay, un orador detrás de otro le cuenta a Falcón cómo sus amigos se dieron por vencidos y emigraron, y se quejan de que no tienen perspectivas de conseguir un trabajo con el que se puedan alimentar, vestir y mucho menos comprar un auto o formar una familia.
A diferencia de la mayoría de los líderes de la oposición, que provienen de la clase alta venezolana, las raíces de Falcón son modestas: su padre era campesino y su madre, una maestra. Apoyó al fallecido mandatario Hugo Chávez en los primeros días, antes de pasar a la oposición en 2010.
Si bien esos antecedentes han llevado a los analistas a verlo como una posible figura de “transición” en Venezuela, también genera sospechas tanto en los “chavistas”, que dicen que los traicionó, como en los militantes de la oposición, que lo acusan de ser un caballo de Troya.
En los encuentros que organiza en el marco de su denominada “Gira de Salvación Nacional”, Falcón promete abrir la economía, actualmente controlada por el Estado, proteger a los pobres con la entrega de subsidios, liberar a los prisioneros políticos y reconstruir las relaciones con Estados Unidos.
“Venezuela no reclama un salvador, un mesías, sino soluciones”, dijo Falcón a Reuters, mientras se tomaba un respiro a solas en un parque. “Se nota la frustración y rabia en la calle. Este gobierno solo ha propiciado la anarquía, la confrontación”, agregó.
Maduro, de 55 años, ha alentado la candidatura de Falcón, alimentando las sospechas entre los opositores de que el exgobernador es un títere que solo se postuló para dar legitimidad a una victoria ya determinada para el oficialismo.
Las dos figuras más populares de la oposición, Leopoldo López y Henrique Capriles, tienen prohibido postularse.
López está bajo arresto domiciliario acusado de fomentar la violencia en manifestaciones contra Maduro en 2014, mientras que Capriles no puede ocupar cargos públicos por acusaciones de “irregularidades administrativas” cuando era gobernador estatal. Ambos afirman que las acusaciones fueron fabricadas para apartarles del proceso.
En sus propios actos, Maduro se ha abstenido de atacar a Falcón con los insultos y la virulencia que aplicó a Capriles en 2013, aunque lo acusa de querer vender al país a las potencias extranjeras y eliminar los populares subsidios estatales.
“La cosa está dura. Tampoco se puede negar. Ha fallado en muchas cosas, pero de todas maneras votaré por Maduro porque representa el legado de Chávez”, dijo el herrero Johan Quintero, de 47 años, durante un paseo de Falcón en una popular barriada de Maracay.
Quintero dijo que su familia está agradecida por las bolsas subsidiadas de alimentos que entrega el gobierno, la salud gratuita a cargo de médicos cubanos y dos computadores portátiles gratuitos para sus hijas en el colegio.
Los vecinos asienten con la cabeza, mientras el séquito de Falcón dobla la esquina y desde un camión con parlantes suena una de las canciones usada por la campaña opositora: la salsa de Héctor Lavoe “Todo tiene su final”.
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