Ramón Emilio Espínola: Remembranzas de la Ocupación (1916-1924)

 

 

Narrar la historia de la República Dominicana moderna, implica para cualquier historiador, asumir un recorrido que no es solamente profesional, sino más bien, intelectual e ideológico.  Los nuevos historiadores y las nuevas travesías historiográficas sobre el país, solicitan, aparte de una documentación científicamente respaldada, un específico trabajo de escritura, coherenciada por la concepción ideológica destinada a representar y proyectar desde la lectura micro y macroanalítica, su necesidad de reparar lo que se ha hecho memoria y significación de la historia dominicana.

 

En tal sentido, el libro titulado Remembranzas. Crónicas de la Ocupación 1916-1942.   La Era de los Estados Unidos, del historiador Ramón Emilio Espínola (Ed. Argos, Santo Domingo, 2016), se inscribe en las cardinales de una historia narrativa y crítico-documental justificada por el juicio memorial y sobre todo historial de un período nefasto para el país, en el cual, la soberanía dominicana fue violentada y suprimida por el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica.

 

En efecto, tal decisión llevada a cabo por la administración del Presidente Woodrow Wilson, lesionó la dignidad del pueblo dominicano desde el punto de vista político, económico, gubernamental, administrativo, financiero, pero sobre todo territorial y estatal.

 

Según nos indica el historiador Ramón Emilio Espínola:

 

“La República Dominicana fue invadida en 1916 y ocupada hasta 1924 por los Estados Unidos de América… Todo acto invasivo es siempre un solemne atentado contra el derecho constituido, ya sea contra la propiedad ajena, para apoderarse de ella, o ya sea contra una jurisdicción para usurparla.  La entrada de fuerzas poderosas y armadas en el territorio de una nación extranjera, en son de ocupación, constituye el caso más característico de una invasión.  La invasión es el principio de la ocupación y resulta consustancial con la iniciativa en el comienzo de las hostilidades.” (Op. cit. p. 4)

 

Justo en la introducción o “Breve exordio”, Espínola explica las razones esgrimidas por los Estado Unidos para llevar a cabo dicha ocupación:

 

“Estados Unidos esgrimió muchas razones de índoles políticas para ocupar la nación dominicana, pero nunca manifestó los verdaderos motivos que se escondían detrás de dicho acto que no era otro que su posible participación en la Primera Guerra Mundial.  Los norteamericanos invaden y ocupan oficialmente la República Dominicana el 29 de noviembre de 1916 y cinco meses  después, o sea, en abril de 1917 entran en el terreno de las hostilidades de la Primera Guerra Mundial.” (Ibídem.)

 

Una afirmación que llama la atención como punto geopolítico y hasta geoeconómico  es la causa de dicha ocupación que según Espínola es la siguiente:

 

“La causa más importante de la ocupación norteamericana fue la de proteger las vías de acceso a la costa sur de Estados Unidos y más importante aún era la protección del Canal de Panamá contra países hostiles, principalmente Alemania.  También ya se hacía imprescindible para el capital norteamericano conseguir el predominio económico sobre la región, ya que ésta había sido arrebatada a España apenas diez y ocho años atrás.” (Loc. cit.)

 

De ahí lo que representó, según Espínola, esta invasión a la República Dominicana para los Estados Unidos como alcance, poder y estrategia político-económica:

 

“La invasión a la nación dominicana representó en ese momento un punto importante para los Estados Unidos en su camino imperial de convertirse en una potencia de primer orden mundial.” (Ibídem. loc. cit.)

 

Así pues, una de las cardinales presente en estas Remembranzas… es la que pone de manifiesto la lucha de la clase intelectual dominicana y la lucha del campesinado que abrazó la causa de su identidad y de la patria libre como fuerza jurídica emanada de la dominicanidad en un momento político de pérdida de la soberanía nacional:

 

“Es importante señalar que la lucha del campesinado dominicano en el enfrentamiento guerrillero en el monte y la lucha de la clase intelectual en las ciudades que abrazó ardorosamente los sentimientos de la patria libre y de la dominicanidad como ente puro y simple, fue totalmente exitosa en hacerle ver al gobierno de los Estados Unidos que en el Caribe había un país dispuesto a preservar sus derechos de soberanía y dignidad.” (Vid. Op. cit. pp. 4-5)

 

Todo el marco del libro está organizado estructuralmente en base al concepto de crónica-relato que lo compone y sobre todo lo sostiene en sus 58 narraciones basamentadas en una sustancial bibliografía ubicada entre las páginas 154 y 156.

 

Cada narración construye su propia cardinal argumentativa y demostrativa constituida como eje de cierre; elemento este que hace la lectura más fácil para cualquier lector, especialista o no, en el tema en cuestión.  Algo que resalta el autor de este libro, justamente en el primer relato es la “Rebeldía guerrillera” y su verdadera significación en la cadena argumental del libro:

 

“Desde los primeros días de 1917 hasta 1922, o sea por cinco años y medio, los campesinos de la República Dominicana, especialmente los de la parte Este de la isla en el perímetro comprendido entre San Pedro de Macorís e Higüey, libraron una guerra de guerrillas contra las fuerzas de ocupación militar de los Estados Unidos de América.” (Ver, Op. cit. p. 7)

 

En tal sentido, y tal como lo narra y explica el historiador:

 

“La infantería de marina estadounidense, fuerza de choque e intervención del imperio, fracasó por todo ese tiempo en dominar y someter a la obediencia extranjera a las fuerzas rebeldes del campesinado criollo, al que no sólo le molestaba el abuso contra su pueblo, el ultraje contra la integridad de la patria, sino también la confiscación de sus tierras por parte de las nuevas corporaciones azucareras del imperio norteamericano como sucedió en la vecina isla de Puerto Rico a partir de la ocupación de ésta en 1898.” (Op. cit. Ibídem.)

 

Estructura y coyuntura económico-política, han determinado en el caso dominicano, respuestas, imperativos, decisiones, acuerdos y no-acuerdos internacionales en momentos claves de posición, autodeterminación y solución económico-gubernamental.  Los argumentos en confrontación y conflicto han resultado poco viables al momento de asumir y aceptar soluciones nacionales.

 

En cuanto a la “Rebeldía guerrillera”, pero también ciudadana, la crítica histórica ha legitimado respuestas, acciones y soluciones que han dependido, en este caso, de comisiones, convenciones y tratados con alcances políticos, económicos y gubernamentales impuestos de manera obstruyente y forzada.

 

En el presente caso:

 

“Las fuerzas interventoras, a pesar de poseer mejores equipos y buen entrenamiento militar, que no tenían los campesinos dominicanos, eran incapaces de controlar a los criollos quienes eran dueños y conocedores del terreno.” (Ver, en p. 7)

 

 

Así las cosas, el levantamiento de los rebeldes dominicanos llamados gavilleros en la zona Este del país, tuvo una trayectoria que en el libro de Ramón Emilio Espínola, aclara una condición diferenciada, pero confundida por cierta historiografía dominicana apegada a la idea o el ideal de orden, seguridad y patria que sustentó Trujillo como “padre de la patria nueva.  El gavillero era presentado por los ocupantes y cierta clase militar oficiosa como delincuente rural, ladrón, bandolero, hombre “fuera de la ley”.

 

Según nuestro historiador:

 

“En el año de 1918 cerca de Las Pajas, un contingente de infantes de marina en misión de reconocimiento, guiados por el alcalde del pueblo, cercó a un grupo de insurgentes que en ese momento defendían el honor de su patria mancillada por las huestes de la Ocupación.  Tan pronto corrió la voz, otro grupo de guerrilleros rodeó a las tropas norteamericanas y al suceder esto se dio inicio a una batalla entre ambos grupos armados.  El alcalde, en ese momento un empleado servil del gobierno de los ocupantes, a mandíbula batiente y con voz que quería tragarse el aire circundante, gritó a los patriotas dominicanos “ríndanse gavilleros”, palabra despectiva que en el lenguaje criollo de esos tiempos quería significar “bandidos rurales”. (Ibídem. p. 27)

 

El mensaje que sugiere esta unidad textual adquiere su predicado narrativo en la respuesta del discurso replicante.   La historia se convierte en voz,

 

“Al escuchar los rebeldes al alcalde insultarlos con dicha frase, surgió desde el monte donde se guarecían los criollos una carga cerrada de tiros, mientras gritaban todos al unísono: “Gavilleros no, patriotas revolucionarios, sí.” (Ibídem.)

 

La visión que surge desde la narración histórica asumida por Espínola, crea un foco de relato que se explica como acción y cuerpo en el grupo “La Revolución”, también conocido como “Bullito”, grupo que se dedicó a “capturar armas para los guerrilleros y todo tipo de pertrechos, fueran militares o no, para los suyos y los que no eran rebeldes.” (Vid. p. 28)

 

Junto a este y otros problemas, la Ocupación de 1916 creó otros mundos de rebelión y otros focos de vida que cobraron valor en el contexto de respuestas de los diversos ejes de acción de los acontecimientos históricos del momento. Tópicos como “Los carteros” (p. 29), “El asunto de la tierra” (pp. 31-32), “Machismo dominicano” (pp. 33-34), “Los cueros de Borojol” (pp. 39-45), “Cosas de Tolete” (pp. 49-50), “Don Ñico” (pp. 56-57), “El desarme” (pp. 58-59) y otros constituyen valiosas y valientes imágenes de la primera ocupación norteamericana.

 

En efecto, la secuencia histórica no se acoge a una casuística necesariamente cronológica.  La relección temática evoluciona hacia un contenido crítico que encontramos en relatos como “Los chantajistas” (p. 60), “Cayo Báez” (pp. 61-62), “Comisionados” (p. 63); “Haitianos” (p. 64), “Descargan al padre Lamarche y escogen como presidente a Juan Bautista Vicini”. (pp. 65-66), y otros.

 

El personaje, Desiderio Arias. Un caso atípico de la montonera de la época, es una pieza que ayuda a conocer los errores del General Desiderio Arias, a quién el Ministro americano William W. Russell y el Contraalmirante de la Armada Americana W. B. Caperton le enviaron una comunicación junto a los generales Mauricio Jiménez y Cesáreo Jiménez a los cuales desautorizaron como militares rebeldes.

 

“Lo que en esta comunicación se pide debe ser cumplido antes de las seis a.m. del día 14 de mayo de 1916, y debe ser indicado izando banderas blancas en la torre de la fortaleza y del Palacio Municipal y en las demás posiciones fortificadas de la ciudad, en forma claramente visible desde el mar y desde los campamentos extranjeros de la ciudad; y pedimos formalmente por la presente que, en caso de que no se proceda al desarme indicado, ustedes notifiquen a la población civil, dominicana y extranjera, que debe abandonar la ciudad dentro de las veinticuatro horas a contar de las seis a.m. del día 14 de mayo de 1916, porque a esa hora, es decir, a las seis a.m. del día 15 de mayo de 1916, se emplearía la fuerza para desarmar a las fuerzas rebeldes que hay en la ciudad de Santo Domingo y para sostener el gobierno constitucional.”   (Ver, Comunicación de mayo 16 de 1916, en Max Henríquez Ureña: Los yanquis en Santo Domingo, Ed. de Santo Domingo, 1977, pp. 102-103)

 

Remembranzas. Crónicas de la Ocupación 1916-1924. La Era de los Estados Unidos, constituye una suma de relatos, crónicas y narraciones punteadas por bloques temáticos sobre la primera Ocupación norteamericana de Santo Domingo.

 

Entre tiempo, una bibliografía sustantiva y nutricia le ha servido de respaldo a nuestro autor (Ver pp. 154-156), pero otra más reciente serviría para ofrecer documentación y juicio complementario.  Se trata de Vetilio Alfau Durán: Artículos recopilados sobre la Ocupación Norteamericana de 1916, Academia Dominicana de la Historia, Santo Domingo, 2016; María Filomena González Canalda: Los gavilleros.1904-1916, Santo Domingo, 2008; Isidro J. Odena: La intervención ilegal en Santo Domingo, Academia Dominicana de la Historia, Santo Domingo, 2016; Bruce J. Calder: El impacto de la intervención. La República Dominicana durante la Ocupación norteamericana de 1916-1924, Santo Domingo, Ed. Búho, S.R.L., 2014; Alejandro Paulino Ramos (Comp.): El paladión de la Ocupación militar norteamericana a la Dictadura de Trujillo, Academia Dominicana de la Historia, Santo Domingo, 2016, Vols. I-II; Alejandro Paulino Ramos: Ocupación militar americana y resistencia nacionalista.  En línea: www.historiadominicana.com.do
(20/10/2014).

 

Alejandro Paulino Ramos: Orígenes y trayectoria de la sociedad civil en la República Dominicana, 1916-1961. En línea:www.historiadominicana.com.do/temas
(13/12/2014).

 

Al momento de entrar en un tejido histórico-textual como Remembranzas… leemos ejes de relato que como “Una nación al garete y en crecimiento” (p. 75-80), “Américo Lugo y la ocupación norteamericana” (pp. 96-97).

 

Ramón Emilio Espínola desmenuza el tejido ideológico de cada tema-relato que ha logrado constituir la visión de una historia determinada por sus imágenes, surcos, situaciones, enlaces, mecanismos de control económico, personajes, instituciones militares y otros acuerdos, desacuerdos geopolíticos, administrativos y gubernamentales.

 

De ahí que todas las historias sus líneas narrativas presentan un ideologema histórico visiblemente particularizado en el discurso que sustenta una concepción que la obra enuncia en su tratamiento y particularidad.

 

La historia misma tratada como investigación por el historiador Ramón Emilio Espínola presenta elementos de la vida dominicana entre 1916 y 1924, pero también arroja los datos que obligarán a entender las peripecias y encuadres del gobierno de 1930 convertido en una dictadura asumida por un militar conspirador contra el presidente Horacio Vásquez: Rafael Leonidas Trujillo Molina. Fue el general Trujillo quien puso su empeño en acabar con todo tipo de insurrección  guerrillera en el país.  Para ello quiso asegurar la caída de Horacio Vásquez y la cabeza del general Desiderio Arias y sus grupos insurgentes, desde el comienzo mismo de su gestión.

 

Recordar o rememorar, a propósito de la vida pública dominicana  estos acontecimientos y entender la política de los signos agenciales de la primera Ocupación de 1916-1924, es lo que legitima la garantía y seguridad de una puesta en valor y en crisis desde una formación social y cultural en contexto sabiendo que una política histórica de la interpretación, orienta el discurso del sujeto político, sus signos, huellas y sentidos de la historia.

JPM

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