Primer arzobispo dominicano (1 de 3)
El doctor en teología Pedro Valera Jiménez fue el primer ciudadano nacido en el país que alcanzó el elevado rango de arzobispo y el primero en sentarse en el principal sillón de la Catedral Primada de América.
Ese gran acontecimiento ocurrió poco después de su retorno al país, el 11 de agosto de 1811, aunque la consagración como tal se produjo siete años después, 15 de febrero del 1818.
De entrada es oportuno decir, para evitar confusiones, que 60 años antes (1751) el ilustre Pedro Agustín Morell de Santa Cruz, nativo de Santiago de los Caballeros, fue designado obispo en Nicaragua. Dos años después ejerció iguales funciones en Cuba, pero Morell de Santa Cruz no alcanzó el título de Arzobispo, que en el organigrama de la iglesia católica es una categoría más abarcadora.

El arzobispo Pedro Valera Jiménez nació en la ciudad de Santo Domingo en el año 1757, hijo de los migrantes canarios Isabel Jiménez Betancourt y Cristóbal Valera, quien fue alférez de infantería de las tropas coloniales españolas.
Fijó su domicilio en Venezuela cuando el rey español Carlos IV cedió a Francia, mediante el tratado de Basilea del 22 de julio de 1795 la tierra que luego sería la República Dominicana. Bajo la excusa de ese acuerdo fue que Toussaint Louverture invadió el 1 de enero de 1801 la parte oriental de la isla de Santo Domingo. Fue un acto carente de legalidad, aunque algunos sigan pregonando lo contrario.
Por decisión del arzobispo Valera se reabrió el Seminario Conciliar para enseñar teología, literatura, filosofía, latín, arte, filosofía, etc. Eso le hizo “merecedor a la más acendrada gratitud de su Patria.”
Entre los que formaron parte de ese centro del saber, bajo la orientación del arzobispo Valera, estuvieron figuras que luego dieron brillo a la cultura dominicana, como Andrés López de Medrano, Juan Vicente Moscoso, Bernardo Correa y Cidrón y Manuel González Regalado.
Esa laboriosa actividad formativa permitió que en la ciudad de Santo Domingo brotaran sarmientos que difundieron el catolicismo, pero particularmente facilitó que se mantuviera flotando entre los criollos el sentido de la libertad. Gracias a eso el vendaval de los hechos posteriores no pudo aniquilar al pueblo dominicano entonces en formación.
Dicho lo anterior aunque el arzobispo Valera Jiménez no tuvo lo que se ha dado en llamar el olfato político para ver con tiempo los acontecimientos que tanto en Europa como en América hicieron derrumbar al otrora poderoso imperio español.
Al analizar su vida se comprueba que su apego a la España de donde llegaron sus ancestros no le impidió estar siempre encariñado con la tierra donde nació.
Su inclinación por la Corona de España y sus blasones tampoco le limitó para realizar una labor religiosa que la historia recoge con sobrados méritos en su misión episcopal.
El arzobispo Valera no simpatizó con el movimiento liberador de José Núñez de Cáceres, conocido como la Independencia Efímera. Esa actitud fue fruto de su hispanofilia, aunque no hay constancia de acciones suyas que contribuyeran al fracaso de ese proyecto político de alcance nacional.
El bien recordado sacerdote jesuita, historiador, escritor y gran educador Antonio Lluberes Navarro catalogó a Valera Jiménez como un hombre un poco introvertido, bondadoso y ligado al tradicionalismo católico español de la época.
El padre Ton Lluberes resaltó, además, que ese personaje de nuestro anteayer jamás olvidó sus obligaciones como cabeza de los feligreses católicos, señalándolo como pieza importante en la formación de la clerecía que desarrolló sus labores en el país en la primera mitad del siglo diecinueve.1
Bibliografía:
1-Breve historia de la Iglesia dominicana 1493-1997. Editora Amigo del Hogar, 1998. Antonio Lluberes Navarro.
jpm-am

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El autor lo dice claramente, tierra que luego sería República Dominicana.
Además, Toussaint no liberó nada, él tomó posesión del lado dominicano (aunque la República Dominicana no ha sido proclamada, el pueblo dominicano ya llevaba mucho tiempo existiendo) en nombre de Francia, sin autorización de la última. Tampoco él abolió la esclavitud al invadir, fue advertido por Núñez de sus error y no lo pudo reparar.
Dr. Roble.Por favor, no ponga la Rep. Dominicana en un lapso histórico que no existió ni pudo haber existido.En 1801 Toussaint no fue un invasor, la parte de la isla hoy RD.no era un país,sino una colonia,y en esa época, la lucha era contra el colonialismo. Toussaint fue un libertador de la isla de Santo Domingo.Algo que no tiene nada que ver con la RD.Toussaint fue un libertador,al igual que Bolivar que libero varias colonia en Sur América.
Es lamentable que los obispos y curas católicos, tanto del pasado como del presente, se hayan consagrado a enseñar, promover y difundir el «catolicismo» en lugar de haberlo hecho con el Evangelio. !Cuánto tiempo perdido!