Periodista contra periodistas

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Oscar López Reyes

En el preámbulo del siglo XXI,  fotocopiamos y distribuimos más de mil reproducciones de un volante injurioso contra este servidor, escrito  por un colega que lo había repartido  en limitados espacios físicos. Algunos fueron entregados personalmente por quien escribe, y los receptores se mostraban sorprendidos: no entendían cómo un afectado supuestamente se clavaba el cuchillo.

La primera vez que competimos por la presidencia del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) proyectamos sacar un 80% de los votos, contra un 20% de nuestro rival. En el conteo, los números se colocaron al revés: obtuvimos apenas el 20%, y apliqué  una encuesta para saber qué  pasó. Un 36% reveló que aborrecía a uno vinculado con  la plancha.

¿Y por qué…? Este “colega”  se dedicó, intranquilo por los resabios y el odio,  a lanzar panfletos y un periodiquito saturado de calificativos e infamias contra gremialistas, directores de medios y periodistas, como represalia por alguna desaprobación,  o por caprichos.

Ese editor independiente y solitario espantaba con su mirada de sufrimiento  e  impenetrable, con la cara rígida y sus  libelos a cuesta. Buscaba con quien pelear.

En la segunda competición, el  desairado  quedó fuera de la plancha, por los resultados de la encuesta y, en bola de humo, colocó sus diez dedos en  su maquinilla Olimpia, y el arrebato surcó con insolencia. Ahuyentó aún más a los  sensatos.

Casi todos leyeron el título de la hoja suelta vilipendiosa, pero no el contenido, porque  indigestaba. Y como por ese conducto los periodistas se percataron que el difamador de frente plana y semblante severo estaba contra el candidato, en el boletín final electoral éste subió de un  20%  a un 45%.

Aparte de quebrantar la deontología, el periodista  denigrante  recibía, sin darse cuenta, el rechazo más contundente de los colegiados. En su artículo 19, el Código de Etica del CDP estipula que “el periodista deberá fomentar la fraternidad entre sus colegas, respetar su reputación y brindar solidaridad…”.

Y el artículo 23 expresa que “el periodista tendrá la obligación, en caso de justificados reparos o dudas sobre la conducta ética de un colega, de presentar la querella o denuncia ante el organismo competente, sin apresurarse a la exposición pública. Igual procedimiento se recomienda cuando se impugnen acuerdos o políticas de distintas instancias del Colegio”.

Los baldones estrujan con tanta perturbación que, aún bajando el maledicente a la cripta, imprudentemente una agraviada  disparó petardos  verbales en su contra…

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