Percepción pública-mediática y reciclaje

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El autor es político y profesor de historia. Reside en Santo Domingo

Percepción pública-mediática, en primera instancia, es lo que no es, pero que puede ser -inducida o no- para instalar en la conciencia colectiva: una realidad que puede ser artificiosa o no, pero, estratégicamente planificada a los fines de lograr ciertos objetivos ya sean mercadológicos, políticos o gubernamentales.

Por ello, cada vez más, los gobiernos -desarrollados-, en todas partes, invierten cuantiosos recursos en promocionar: políticas públicas, imagen-país e interés estratégicos-geopolíticos-comerciales; y los subdesarrollados, en proyectar y publicitar los planes y logros que piensan alcanzar en un tiempo-periodo determinado. Tal materia, es a lo que se ha denominado “comunicación estratégica gubernamental”.

En los partidos políticos; sobre todo en los noveles o en ciernes, se suele invertir mucho en lograr posicionamiento político-electoral o presencia pública a través de una agresiva y sistemática campaña -política-estratégica- de percepción pública-mediática; y si es posible, como vemos -Leonel-FP-, con un agregado particular: artimañas mediáticas-periodísticas y reciclaje político-electoral para proyectar un rol político-publico sobredimensionado y de atractivo artificioso, y más cuando solo se tiene al líder o expresidente que, por su gravitación en un país presidencialista, termina suplantando al feudo-partido que se ha inventado.

Aquí, por más discursos y peroratas pseudas redentoras -“el líder imprescindible”-, estamos ante el mismo fenómeno de los partidos tradicionales: una cúpula, en este caso unipersonal, que lo decide todo y cuyo candidato eterno o, en caso de que no, impone o infiere, por el dedazo, el candidato.

Ya lo vimos en nuestro país: un partido en construcción que llegó al poder montado en una ola social y mediática de cansancio, protestas y hastío; encima, una batería mediática-periodística -periferia política: parte “sociedad civil” e intelectual- y un evento imprevisto -posposición de las elecciones municipales, febrero-2020-, por fallas técnicas corregibles y falta de gerencia efectiva de la JCE (no “fraude”, no “ruso”, no “algoritmo” ni queochocuentos)-.

Ese cuadro, desfavorable, terminó de completarse, antes y post, con tres eventos más: pandemia, oposición rabiosa desde el mismo partido de gobierno -el PLD- y una campaña del candidato oficial, totalmente atosigante -aparecía hasta en la sopa, logrando el efecto contrario a lo planificado o deseado-.

El cuadro ahora es algo diferente. Pero igual, donde percepción pública-mediática, de nuevo, está tratando de coronarse esta vez vía: una figura -un ex presidente- con discurso “oposicionista” (libreto), un gobierno que se erosiona, rápido, desde adentro y desde afuera, un partido, hasta ahora cabeza de oposición -el PLD-, que, erróneamente, piensa que puede dar gabela e incluso permitirse que le disputen su espacio y que no radicaliza su voto duro -sabrá Dios porque-; y para peor, una jerarquía en modo avión, en bajo perfil -mayoría- o, tras una alianza, improbable, con el que se fue y que, estratégicamente, tiene claro que la vuelta del PLD al poder, sería, en cierta forma, su Waterloo político-electoral (probable realidad fáctica, que lo retrotraería, ahora bajo otras condiciones más ventajosas, a la reedición de su alianza 2020).

Vista, así las cosas, sería la primera vez que un eterno candidato (con su feudo-“partido”), con carabina vacía y pendejismo o acorralamiento -del partido cabeza de oposición-, destrona una polarización -PRM-PLD- que, aun, esta planteada; aunque no de bolsillo.

Lógicamente, falta un gran trecho por recorrer y tanto el PRM -con su cuasi seguro candidato- como el PLD están polarizando la intención del voto de cara al 2024; pero, en el caso del PLD, ese sitial, no es permanente o de bolsillo.

Lo repito, por enésima vez, esa condición política-electoral, de ser cabeza de oposición, hay que reafirmarla día a día, con tacañería y sin ceder ni un ápice; y mucho menos, soñando, una parte de su cúpula, con una alianza improbable; o peor, descuidando sus cartones internos.

Finamente, percepción pública-mediática es lo que no es, pero que puede ser -inducida o no-, y si el PLD se pierde en ese abc del marketing político no sería por ignorancia o ingenuidad. Por lo tanto, de darse el caso, tendrá que buscarse o inventarse otra excusa.

jpm-am

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ASURBANIPAL
ASURBANIPAL
3 Años hace

Lo peor es un PLD con dos lideres recalcitrantes que prefirieron desunirse oponiendose al reciclaje natural de un partido desgastado frenando el relevo generacional ,con un PRM que ha hecho lo no prometido con una comunicacion estratejica gubernamental que nadie se la va a consumir con el estomago vacio y sin una inversion publica justa y para colmo reproduce los mismos errores del PLD en ambos procesos gravita la misma oligarquia con sus metodos

ASURBANIPAL
ASURBANIPAL
3 Años hace
Responder a  ASURBANIPAL

De concenso para repartirse el bien publico manipulando nuestra camaras lejislativas con un CES figura no democratica en las puertas de una crisis economica mundial.