Pandillas rebasan límites en El Salvador

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EL AUTOR es Consultor Legal y de Negocios. Reside en El Salvador.

Por: JAIME RAMIREZ ORTEGA

 

SAN SALVADOR.- Nuestro país, vive bajo ataque constante de los grupos delincuenciales denominadas “mara” cuyo significado es amargura, la cual deriva de la vida miserable que eligió Noemí, cuando decidieron con su esposo dejar Belén (casa de pan), en Israel, para ir a morar a Moab (tierra de maldición), cuyos habitantes tenían costumbres paganas y sodomitas, practicaban la hechicería, adivinación y la idolatría.

De modo que cuando Noemí, regresa a Belén, con su única nuera Rut, después de haber perdido a su esposo e hijos en Moab, vuelve derrotada y amargada, tal como lo explica el libro de Rut 1:19-21. Este mensaje más allá de la amargura, nos deja una serie de enseñanzas, la primordial es la toma de decisiones en momentos de angustia.

Dado que Noemí y su esposo se equivocaron al dejar la casa de pan, por irse a la tierra de maldición. En ese sentido no es culpa de Dios todo lo que le sucede al ser humano, simplemente se reciben las consecuencias de las malas decisiones que se toman en momentos de angustias o de ira. Entonces no es culpa de Dios ni de los cristianos que El Salvador este sumido en tanto luto y dolor.

El contexto sobre el cual nacen las “maras” se llama, desigualdad, egoísmo e individualismo, todo ello motivo la conmoción social que llevó al país a un estado de oscuridad expresado por la cruenta guerra que duro doce años, de estas malas decisiones que se tomaron nacieron los hijos de la guerra, todos aquellos niños y niñas que crecieron bajo los ataques bélicos de ambos grupos.

Sin embargo, nunca se le presto la atención debida a estos niños y niñas, luego vinieron los acuerdos de paz, y con ello las deportaciones masivas de algunos compatriotas que tenían problemas con la justicia norteamericana. En consecuencia la fusión de los hijos de la guerra y los deportados hizo que surgieran con fuerza las pandillas en El Salvador y con ello toda la furia de la guerra que vivieron, la desigualdad y la falta de oportunidades.

De manera que las pandillas se convirtieron en los nuevos excluidos, dado que el Gobierno como tal y la oposición que era el FMLN, no supieron abrir espacios, ni oportunidades para los marginados, deportados y desmovilizados de ambos grupos, de tal forma que todo ello detono la furia de las pandillas y se tuvieron que reconvertir en grupos más organizados.

Le apostaron al control territorial, a pactar con los carteles del narcotráfico, para controlar, el paso y distribución de la droga por el país, se volvieron más sofisticados, en el manejo de la información, la extorción fue la herramienta que les permitió capitalizar su negocio de corto plazo, para convertirla en una organización a largo plazo con tentáculos a nivel mundial.

Ya que han logrado penetrar, la política, las instituciones gubernamentales incluso ya están en Europa. Lo cual les ha permitido descifrar las intenciones de las autoridades para ir siempre un paso adelante, de hecho las pandillas le llevan años luz al Gobierno, dado que comprendieron hace más de 20 años que la única manera de perpetuarse en el poder era, adoctrinar a niños y niñas de los barrios más popular y pobres del país.

Por ello ejecutaron un plan maquiavélico de reclutar niños y niños y enseñarle la doctrina diabólica de matar, hurtar y destruir, y todo aquel padre de familia, niño o joven que se resistía a tal macabra situación lo mataban. De modo que El Salvador, como país está recibiendo la consecuencia de las malas decisiones que tomo el Gobierno de turno después de los acuerdos de paz y la decidía del FMLN, de coadyuvar en la problemática.

 

En consecuencia, la posible solución a la problemática delincuencial de El Salvador, debe orientarse al trabajo preventivo de los niños y niñas desde la edad de comprensión, educando en valores Bíblicos, y mostrándoles el referente moral por excelencia que es el Señor Jesucristo. Si logramos introducir en todo momento en la vida de los niños y niñas los diez mandamientos como un modelo de vida.

Lograremos tener una nueva generación de jóvenes en unos 15 o 20 años que ame a su patria, que respete a sus padres, que ame a su prójimo, que sea solidario con los más necesitados.

 

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