OPINION: No les guardo rencor, papá

 

La primera necesidad que  ha de satisfacer un escritor que se proponga escribir  novela, debe  ser  mirar lo que ocurre o ha ocurrido en su entorno,  captarlo,  penetrar en ello, asimilarlo, transformarlo y devolverlo a la sociedad como obra literaria.

Así ha surgido el texto “No les guardo rencor, papá”. Esta novela compacta, de apenas 64 páginas,  incluye un universo amplio donde  los personajes actúan, conforme a sus características, para  realizar una trama intensa y palpablemente dinámica.

Lo más apreciable es que su autor, René Rodríguez Soriano,  quien ha alimentado su formación  literaria en diversas corrientes, captadas por sus intensas lecturas y su trashumancia por el mundo, ha recurrido  al vínculo entrañable con su lar nativo para crear una  obra de arte con materiales  proporcionados por sus recuerdos infantiles.

El escritor nació  en Constanza, donde vivió su infancia, y allí fue testigo inocente del arribo  de una expedición de jóvenes idealistas que se proponían derribar la dictadura de los Trujillo. La novela es una perfecta recreación de la atmósfera social y política  predominante en aquel momento (en 1959)  y a lo largo del régimen despótico. Se habla en voz baja; se escucha, muy  discretamente la radio de Cuba y Venezuela; la rebeldía de los jóvenes, representada por Manuel, un estudiante universitario; el conservadurismo del padre que quiere evitar riesgos a su familia.

El progenitor impone un silencio que es  extensión del  que había  diseminado  el trujillato sobre la haz del territorio dominicano, y viene el choque generacional con el hijo mayor,  quien asume conciencia política porque  ha desarrollado  su capacidad de  pensar y tiene otra concepción de la vida en sociedad.

De la  novela se ha dicho  es el género que más se nutre de la historia, sin que sus propósitos y su forma de elocución puedan confundirse con esa ciencia. La función de una y de otra están claramente definidas y especificadas, no obstante las coincidencias que pueden encontrarse. Desde luego, que la literatura no deja de ser creación porque el autor se haya fundamentado en hechos y personas reales para diseñar sus personajes y atribuirles las acciones que constituirán la trama de una novela.

En el desarrollo de  “No les guardo rencor, papá” (Editorial Santuario, 2017)   se aprecian tres planos cabalmente diferenciados que confluyen para estructurar esta novela, nutrida de hechos reales, que han sido esmeradamente procesados para obtener un producto bien pulido y con vocación  de perdurabilidad.

“No les guardo rencor, papá”,  de René Rodríguez, no es  una novela histórica ni realista, se trata más bien   de una composición reflexiva  y simbólica, enraizada en experiencias reales.

rafaelperaltar@gmail.com

JPM

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