Le Grand Chansonnier
Junto a la radio, la televisión, teatros y centros nocturnos que proyectaban su elegante estampa de cantor afortunado, la voz de Lope Balaguer sonaba en las ventrudas velloneras de neón de los años 50 y 60 que animaban musicalmente los bares de las esquinas coloquiales de nuestros barrios populares. Colocando una moneda de cinco centavos y presionando la selección en el teclado alfanumérico, se podían escuchar en fraseo magistral los versos libres de Mi gloria del versátil Luis Kalaff, en el timbre romántico de Lope. Y lo cierto es que uno sucumbía bajo el hechizo embriagador de su atmósfera onírica: «Eres la gloria anhelada/ de mi gran capricho/ Eres la alborada dulce/de mis noches tristes/ Quiero que tú me perfumes/ con tu dulce aliento/ Quiero saciar el capricho/ de mi pensamiento/ Duerme tranquila en tu alcoba/ mientras yo te canto/ esta canción que la elevo con humilde llanto/ Sueñas que yo estoy besando/ tus labios de rosa/ que un amor sublime mi pasión provoca/ Sueña que eres mía/ mía nada más.»
Una pieza, ésta, emblemática de este artista esencial que marcó con su sello de calidad la identidad sentimental de varias generaciones de dominicanos. Como otras de su abundante discografía, que registra elepés como El Lope Balaguer de hoy y de siempre, grabado en Madrid en 1969 con una orquesta de 35 músicos dirigida por el maestro Rafael Solano, con apoyo de la Compañía Anónima Tabacalera que bajo la presidencia de Chino Almonte dio generoso impulso al arte nacional. Que incluye el álbum Habrá un nuevo mundo Por amor, con Rafael Solano, en el que interpreta las canciones ganadoras del 1er y 2do Festival de la Canción Dominicana organizado por AMUCABA en 1968 y 1969. Lope Balaguer Quisqueyana, con arreglos y dirección de Julio Gutiérrez y Rafael Solano. Así como Por amor Lope Balaguer, otro disco de larga duración con el respaldo de la orquesta de Solano, arreglos de éste y Bienvenido Bustamante.
En plena madurez de su carrera, entre 1976-77, grabó en los estudios RCA Victor de Bs Aires varios elepés con arreglos y dirección musical de Horacio Malvicino, Cardozo Ocampo, Jorge Calandreli, José Perla, Toscano y Jorge Taveras. Predominan temas de autores argentinos como Mario Clavel, Chico Novarro, Horacio Guarany, Marquito y Oneca, junto a maestros de la pianística cubana como Fernández Porta, Juan Bruno Tarraza, Julio Gutiérrez, Orlando de la Rosa y como siempre, el borinqueño Bobby Capó. Algo de Troncoso. Y de Jorge Taveras haciendo tándem con Yaqui Núñez y el poeta Juan José Ayuso. Sus títulos: Lope Balaguer Algo contigo; Lope Balaguer aquellos años cuarenta; Lope Balaguer Espectacular; Me siento bien contigo. Con esmerados arreglos e ingeniería de sonido, hacen evocables algunos temas, que nos sitúan en el espectro existencial amatorio en el cual bolero y balada operan como medios de comunicación eficaz.
Así sucede con Algo contigo de Chico Novarro, que habla del amigo secreta y desesperadamente enamorado de la amiga: «Hace falta que te diga que estoy loco por tener algo contigo/ Es que no te has dado cuenta de lo mucho que me cuesta ser tu amigo/ Ya no puedo acercarme a tu boca/ sin deseártela de una manera loca». Igual con Brindo por ti de Mario Clavel, un poema de desamor maduro y cortés: «Brindo por ti/ por las horas de amor que te di/ Brindo por ti/ donde estés/ donde vayas sin mi/ Cómo te va/ cuéntame de tu vida».
Bobby Capó, el bardo de Piel Canela -autor de Juguete, La Múcura y El negro bembón– todo un caballero siempre bien plantado con lazo de pajarita, da una lección de cortesía en Como se trata a una mujer: «Fumabas y el cigarrillo te encendía/ y cuando junto a ti bebía/ decía salud sólo por ti/ siempre por ti/ Ahora te veo y no te conozco/ Tú siempre fina y él tan tosco/ pero pareces más feliz/ con él». Otro enfoque, aun más terriblemente irónico, de la relación deshecha, lo ofrece Novarro en Amnesia: «Usted me cuenta que nosotros dos/ fuimos amantes/ y que junto llegamos a vivir/ algo importante/ Me temo que lo suyo fue un error/ Yo estoy hace tiempo sin amor/ y el último que tuve fue un borrón/ en mi cuaderno».
El eterno contrapunto entre amor y naturaleza -con sus múltiples claves y metáforas- vive en la balada Cuando vuelva la nieve de Horacio Guarany, tocada por el juego conceptual y asociación de planos: invierno/lejanía. Y uno, nostálgico todavía, no puede sustraerse a los refugios juveniles en las estribaciones cordilleranas de los Andes cuando la carne ardía: «Yo sé que encenderás el fuego/ descalza soltarás tus cabellos/ y al ver que ya no estoy contigo/ llorarás como lloro/ como nunca lloré». Pero es Cuando llueve de Manuel Troncoso, el poema que logra construir un perfecto clima de plenitud simbiótica entre lluvia e intimidad, de cálido y limpio sentimiento (padre/hija, válido para otra relación): «Cuando llueve/ y estamos juntos ese día/ no hay que dudar es de alegría/ que el cielo se pone a llorar/ Cuando llueve/ te siento cada vez más mía/ aunque se esté acercando el día/ en que tú me tendrás que olvidar/ Cuando llueve/ como sucede con las rosas/ te vas poniendo más hermosa /que hasta la misma luz del sol/ Cuando llueva y te cobijen otros brazos/ te aseguro/ que me tendrás que recordar.»
Lope Balaguer Álbum de Oro es un elepé doble con dos ediciones: la publicitaria Retho y la disquera Bartolo I. Compilación antológica de temas y compositores claves en la carrera de este emérito cantante. Uno escucha allí La razón de Capó: «Eres una de esas cosas que uno sueña/ Eres la razón que se hizo dueña/ de éste ya tan tuyo corazón/ Dilo/di que no soy quién para mirarte/ Yo no tengo orgullo y para darte/ sólo necesito el corazón». O se deja seducir por esa voz encantadora que nos dice jubilosa: «Al retorno de tu amor/ nuestra luna tendrá nimbos de plata/ los jilgueros se irán de serenata/ a traerte mi llanto hecho canción.» Con la marca de Brens, de quien Lope es su más depurado cantor.
Con el maestro Jorge Taveras -mi viejo compañero lasallista- anduvo Lope sus más recientes jornadas en el arte, evidencia de ese don de reciclaje tan de los Balaguer. Con una orientación más hacia la balada sin abandonar el bolero, en arreglos tanto clásicos como jazzeados al estilo Taveras, hicieron temas como De carne o de hierro de Fernando Arias, autor del No te conozco hiteado por Marc Anthony. De una poética sencillamente erótica, atrevida, descarnada, que relata la rabia impotente de un amante agotado ante la inconmovible frigidez de su pareja: «De qué diablos está hecha esta mujer/ Si es de carne/ o de hierro/ no me quedan ya más trucos por hacer». De Arias es también Ella es: «Ella es el fuego que me enciende /que me quema/ como si yo fuera leña/ Es lo que mis sueños sueñan».
A estas novedades se suman remakes: un Procuro olvidarte de Manuel Alejandro que agrega matices a la melancolía de Simone, un Quisiera ser de Mario Clavel que nos remite indefectible a su consagrante Roberto Yanés, y un Perdón de Pedro Flores que contrasta en tersura con la versión cabaretera del Inquieto Anacobero Daniel Santos. Piezas hermosas como Amada mía y Aunque tú no me quieras de Ruíz Armengol y Hoja seca de Roque Carbajo, consignan el gusto exquisito de Lope. Pero la selección de Ya tú lo verás lo vale todo. Una canción de belleza y plasticidad únicas, salida de la paleta de colores de Manuel Troncoso: «Tú crees que es poco más que un imposible/ que pueda enamorarme/ Te luce tan extraño/ Y es justo y natural que así lo pienses/ al juzgar por mis años/ Lo cierto es que son tantas cosas/ lo que me hacen a mi enamorarme/ Son tantas y tan diferentes/ pero a todas les doy mucho amor/ Tú dime si es absurdo enamorarme/ cuando muere la tarde/ de su color de rosa/ que tenga como novia alguna estrella/ son todas tan hermosas/ El tiempo es no más fantasía/ y nunca se mira hacia atrás/ No importa que pasen los años/ ya tú lo verás.»
Luego de escucharla se puede bajar el telón. Pero el cantor se niega a despedirse de su público sin antes hacer el recuento de su oficio meritorio, colocando bajo las luces indiscretas del escenario el claroscuro de su biografía. Como un actor que actúa su propio drama, que en Lope es sueño compartido por cuatro generaciones que aman su arte de chansonnier, de éste nuestro Sinatra o Aznavour. La lírica del gran Yaqui Núñez del Risco y la inventiva melódica de Jorge Taveras se confabularon en Mi Vida es una Canción para hacer el sueño realidad.
El escenario ya no es el estudio principal de La Voz Dominicana -nuestra primera gran fábrica de sueños- o su lujoso Night Club con la Súper San José desplegando sus maravillosos arreglos. No es el Do Re Mi, remedo de una Flor musical que amó. Ni el art decó del Embassy del Hotel Embajador, con su amigo Solano al piano. Ni el Chantilly con Julio Gutiérrez o Mario Fernández Porta, los viejos maestros cubanos trazando rutas al bolero. Tampoco es el Teatro Nacional que le ha visto exhibir su arte. O tantos clubes beneficiarios de su gracia de bardo elegante como su entrañable Bobby. El escenario es el cilindro sonoro del CD Mi Vida es una Canción:
«Yo soy la voz de ayer y hoy/ Yo soy cantor de profesión/ Ayer viví igual que hoy/ diciendo sí siempre al amor/ Y cuando hablé nunca fingí/ Lo que expresé fue mi sentir/ Y cuando herí sentí dolor/ Y cuando di yo fui mejor/ Confieso ser el jugador/ que sin temor se la jugó/ Y disfrutó la gran ganancia/ de hacer amor con elegancia/ Yo soy la voz de ayer y hoy/ Yo soy cantor de profesión/ Igual que ayer te digo hoy/ que lo mejor es el amor/ Yo soy cantor/ Cantor de amor/ Mi vida es una canción/ Una canción que ayer se usó/ para expresar un nuevo amor/ Una canción que me sirvió/para llorar un gran amor/Una canción que siempre llevo/ como equipaje de mis viajes/ Baúl de sueños y recuerdos/ de lo tierno y lo salvaje/ Esta canción que quiero tanto/ yo te la doy en un abrazo/ Por ella doy gracias a Dios/ por cada amigo y cada aplauso.»
Se apagan las luces pasajeras y quedan, para siempre, Lope y sus canciones.