OPINION: Las expectativas que genera una reunión

El PLD y sus líderes son excesivamente dichosos (o mejor dicho y visto los resultados, están mejor amueblados para ejercer la política y gobernar): tienen al país en vilo de una reunión de su máximo organismo de decisión política: el todopoderoso CP. Es una situación sin precedente histórico-político -desde el ámbito de la supremacía de un partido político en el poder y en democracia-, y más si partimos de que Trujillo yBalaguer -como líderes unipersonales, no como ente-partido- también lo lograron aunque desde otra atmósfera y bajo otros métodos. El primero, con una dictadura abierta; y el segundo, a través de un bonapartismo-cesarismo sui generis.
 
Por supuesto, hablamos de dos antípodas y de dos realidades políticas que se repelen o que no pueden convivir: Democracia versus dictadura.
 
Tal situación política y social de suspenso y expectativa, lo genera un fenómeno político-social imprevisto e inimaginable: un Presidente tímido y frugal que maneja el presupuesto nacional cual Monte Piedad y cuya prioridad es la agenda social del país con énfasis en educación, inclusión social, agroindustria, apoyo e impulso a las Pymes, turismo, conjura del analfabetismo y estancias infantiles. Súmele a ello también, horas extras de trabajo -los fines de semana- para atender pequeñas y sentidas demandas provinciales-comunales a través de financiamientos estatales oportunos y reembolsables.
 
Así y a través de esa impronta de Gobierno, ha logrado altísimos niveles de aceptación pública-ciudadana que entre otras cosas le plantea a su partido, y a su propia convicción, un desafío: revivir un fantasma -quizás sin querer- el de la reelección o repostulación.
 
Pero más allá de ganancia o de la alegría partidaria, habría que examinar el dato-fenómeno como algo de excepción, pues pone en evidencia, visto desde una óptica más generalizada, una grave deficiencia de nuestra frágil democracia: la ausencia de un liderazgo político-electoral nacional de contrapeso -con énfasis en el enfoque de la agenda social- que haga despertar una lógica  o cultura política, si se quiere de carácter holística, que a su vez genere nuevos liderazgos hacia el interior del sistema de partido (algo de difícil concreción en el marco de un sistema de partido político en donde las jerarquías -¡sin excepción!- son casi vitalicia, y cuando no, de traspaso por lazos sanguíneos, dedazos o de grupos). No obstante, y hay que subrayarlo: ¿tiene el PLD la culpa de tal realidad socio-política y electoral? ¡Definitivamente que no!, pues ya quisiera el PRD (que si supo -cuando la tuvo- usar su mayoría para imponer JCE y jueces),  el PRM o el PRSC, tener semejante supremacía.
 
¿Cuál será el desenlace?
 
No hay forma de predecir tal desenlace, pero una aproximación más o menos especulativa al respecto, nos refiere a algunos antecedentes apriorísticos que podríamos resumir en tres: a) unos aprestos reeleccionistas; b) un evento imprevisto (una suerte de pelo mediático en el sancocho mezcla de guión cinematográfico teledirigido o muñeco político-electoral bien orquestado, pautado estratégicamente; y sobretodo, bien pagado); y c) el acto-asamblea (¿O lanzamiento?) del ex presidente Leonel Fernández. 
 
La suma de esos tres antecedentes, bien podría llevarnos a varios ejercicios especulativos, eso sí, anteponiendo siempre un axioma: que en política nada está escrito aunque manuales y academias quieran domesticar instintos y mañas. Sin embargo, siempre habrá un resquicio por donde elucubrar y hacer de brujo o hechicero.
 
Y vale la pena (hacer tal ejercicio), pues tanto llamado a la paz (a la unidad), resulta más que sintomático, nada ocioso. Por ello, aquí la única certeza válida sería la del refrán aquel de que “el corazón de la auyama solo lo conoce el cuchillo”, y si la apelación las hacen los cuchillos, entonces no hay porque no darle crédito.
 
Y siendo así, no hay porque darle larga al asunto, y mucho menos no encarar la coyuntura actual al nivel de sus exigencias y desafíos que básicamente son tres: 1) asumir el camino político-protocolar  de una reforma constitucional para permitir la repostulación de un Presidente con altísima valoración ciudadana; 2) decretar o pautar el próximo Congreso Elector (celebración de primarias, en donde seguramente el ex presidente Leonel Fernández saldría candidato); o 3) aupar una tercera vía:  un tercero por consenso que, en todo caso, sería de riesgo. Con esto, que se entienda, no estoy diciendo que con Leonel Fernández o con Danilo Medina (que creo que con él hay menos) no hay riesgo. Simplemente, tal razonamiento lo infiero de las últimas encuestas (Gallup-Asisa-Penn, Schoen & Berlan) de posicionamiento político-electoral.
 
Sin embargo, esos son los escenarios políticos-electorales hacia el interior del PLD. En donde el camino hacia una repostulación sólo es viable y posible por consenso e  igual que para un tercero, pues el Congreso Elector a nivel presidencial prácticamente sería una crónica anunciada.
 
Como podemos inferir, y en el contexto de un cuadro político de aspiraciones legítimas y de liderazgos, la actual coyuntura política-electoral para el PLD es de difícil resolución, a menos que, en buena lógica, la otrora escuela política -herencia del Prof. Juan Bosch- se imponga y, en consecuencia, la lógica de la permanencia en el poder y las reformas pendientes, dicten y racionalicen las conveniencias de los naturales intereses contrapuestos.
 
Solo así y a través de esa iluminación-desprendimiento (o digámoslo claro: de esa utopía), surgiría ese ideal escenario.
 
Pero, ¿cuál sería ese escenario ideal?
 
Sencillo, llegar al consenso de examinar (como resolución orgánica), a la luz de herramientas científicas-metodológicas (encuestas, análisis de coyunturas y consultas a expertos, etc.), sin sesgo de liderazgos ni demostración de músculos, las posibilidades reales y exitosas de las diferentes opciones o variables: a) repostulacion de Danilo Medina; b) anuncio del calendario de los procesos eleccionarios internos: Congreso Elector; y c) la vía de un tercero por consenso.
 
Pero además de tal ruta resolutiva, haría falta -para tanta belleza- el papel de un árbitro que, en la actual coyuntura en el PLD, con Leonel Fernández y Reinaldo Pérez Pared aspirando, sería “como buscar una aguja en un pajar”.
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