Nos la pusieron difícil

En el 2012 el “padrón electoral” de Washington DC casi rondó los seis mil inscriptos; sin embargo, una simple información-notificación de la JCE, en agosto de este año 2015, nos anunciaba la magia –a través de una decisión administrativa-legal- de sanear, de una serie de irregularidades, la “lista” de ciudadanos registrados en el exterior –porque la ley no habla de padrón del exterior-, y de paso borró de un porrazo el esfuerzo de los partidos políticos –PLD-PRD-Washington, DC: que prácticamente, y en honor a la verdad, cargaron con la promoción del voto y de los mas trascedente: la convocatoria de esos ciudadanos preocupados por el destino de su país.
 
Pero no solo fue que la JCE borró de un plumazo el “padrón” del exterior con una simple decisión administrativa-legal y el interés –válido o no- de sanear la “lista” de ciudadanos registrados en el exterior, sino que también se suma al cuadro el hecho, ya histórico, que los partidos políticos –concretamente, PLD y PRD- jamás han querido adaptar sus estrategias y esquemas organizativos a la dinámica socio-cultural-laboral de las sociedades donde sus miembros y dirigentes viven y pagan impuestos.
 
Prefieren extrapolar e imponer los viejos modelos de gestión y jerarquización de partido, que no encajan ni funcionan en sociedades desarrolladas. Y así, solo se premia y se centraliza una cúpula partidaria que no tiene resultados –más que coyunturales y episódicos-, pero que encaja perfectamente en la reproducción de una burocracia partidaria jerarquizada que ni siquiera se quiere refrendar. Y los organismos o seccionales –de esos partidos- que  cuestionan dicho esquema centralizado y excluyente, son marginados y pasados por la guillotina del chisme, el  ostracismo y el castigo.
 
No obstante, centrémonos en el meollo del asunto: el problema de que, probablemente, miles de ciudadanos en el exterior se quedaran sin ejercer su derecho al voto, pues con la decisión que tomó la JCE de sanear el “listado” de votantes o inscritos del exterior –quizás aprovechando la obligatoriedad de la nueva cédula biométrica- muchos de ellos que sacaron su nueva cédula en la República Dominicana no saben –o no se enteran- que no quedaron aptos o empadronados para votar en los diferentes países donde residen. Y según la JCE, porque el “listado” de inscritos del exterior no es un padrón sino un “listado especial y voluntario”, esto es, que el ciudadano debe –al momento de solicitar su nueva cédula- manifestar su interés de inscribirse en ese “listado especial” de votantes del exterior.
 
Pero lo curioso fue que, y por algún tiempo, la JCE –vía las OPRREs- estuvo preguntando al ciudadano dominicano que acudía a sacar su nueva Cédula de Identidad y Electoral que si quería empadronarse (justamente, la que debieron hacerle allá en el país, digo, si la JCE tenía el dato de que el ciudadano había votado en el exterior en las últimas elecciones). Y siempre nos preguntábamos (con sana ironía): ¿a cuántos ciudadanos dominicanos le alcanza el turismo o el dinero para viajar a otro país a sacar su cédula? Pues, es de lógica que si un ciudadano dominicano solicita su nueva cédula en Washington, DC., por poner un ejemplo, es porque, por lo menos, reside en algún estado de los Estados Unidos.
 
Finalmente, quisiéramos reiterar a la JCE -que se ha ganado un merecido crédito público nacional e internacional en materia de gestión modelo y transparencia electoral- nuestro llamado a que preste la debida atención sobre este aspecto del voto en el exterior, en el ánimo de que, junto con los partidos políticos, busque los correctivos, con apego a la ley, pues de estarse dando en grandes proporciones –ojalá que no- afectaría la participación de muchos ciudadanos dominicanos en las elecciones nacionales y de ultramar de 2016.
 
Por igual, quisiéramos –o hubiésemos querido- que la JCE también se apartara, en materia de promoción (a propósito, en Washington DC, la JCE no ha puesto ni una sola cuña de radio para promover el voto), y planificación del voto en el exterior del esquema de centralización de las campañas electorales con el que los partidos políticos dominicanos –básicamente PLD, PRD y PRSC- elaboran y planifican sus campañas en el exterior basados exclusivamente en concentraciones poblacionales (New York, New Jersey y Boston) sin tomar en cuenta otros aspectos como la proyección poblacional (en el caso de los Estados Unidos, lo que refleja su último censo, y el visible fenómeno de que cada vez más dominicanos están migrando hacia los estados de Maryland, Virginia y North-Carolina), el geopolítico (Washington, DC., entendido como capital-sede de organismos internacionales y centro de decisiones globales), el comercial o el cultural.
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