Militares y autoritarismo (2/2)

 

El modelo de militar  concebido por el vicealmirante Eurípides Uribe Peguero se ciñe fielmente al  rol de servir a la República, proteger la soberanía y las propiedades estatales, el cual actúa en franca  oposición con la tendencia, de largo vigor, en la que los miembros de las fuerzas armadas han servido al crimen político y,  como  compensación, se les ha permitido  utilizar para provecho personal  los bienes públicos.

En su libro, recientemente publicado,  se menciona por sus nombres  a los militares asesinos, capaces de todo para sostener  gobiernos despóticos como el de Rafael L. Trujillo y su familia,  los que presidió el doctor Balaguer y el que formaron los golpistas de 1963. Y no escapan al rigor del juicio condenatorio aquellos otros  que exprimen el presupuesto de las instituciones castrenses que les ha tocado comandar para  ingresar a sus bolsillos los fondos destinados al eficaz funcionamiento de éstas.

Los gobiernos civiles que se valieron de militares trujillistas  son alcanzados por el verbo acusador de Uribe Peguero, pero más crítica  le merecen  al autor los abusos con los ascensos, la discriminación de militares hasta por el color de la piel, los arreglos políticos de oficiales con candidatos presidenciales hasta llegar al transfuguismo y el oportunismo propios de los  civiles.

A Uribe no  lo ciegan simpatías para  ofrecer informaciones, emitir juicios y colocar a cada uno en el lugar que le corresponde, conforme a sus hechos. Eso se evidencia en su trato al teniente coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez,    de quien no obstante  exaltarlo  como paradigma del militar honrado y correcto,  insinúa –citando testigos- que ha sido magnificado, que era temerario y obstinado y que la toma del Palacio Nacional, el 19 mayo  de 1965, donde murió,  fue consecuencia de su terquedad.

El autor   describe, analiza y critica las trayectorias y  comportamientos de los militares en conjunto, pero especifica  con asombrosa responsabilidad los nombres  de aquellos que  se han hecho  ricos de forma  insolente y de quienes han matado a mansalva a  opositores de los regímenes a los que sirvieron. Por igual se refiere a los  generales que con evidente deslealtad negaron al presidente que los llevó a altos rangos y puestos de mando.

Junto con la vocación de contar los hechos que ha investigado u observado,     Uribe Peguero  incluye en este libro una persistente preocupación por la corrupción y por la impunidad  que circunda  en nuestro país a los delitos de Estado, acciones en las que se han involucrado muchos militares de alto rango,  desmedrando sus tareas fundamentales.Militares y autoritarismo es,  definitivamente,  un libro  minucioso y documentado,  ambicioso  y profundo,  valiente y necesario.

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