Medio ambiente: el apocalipsis comienza a cobrar su balance
Recientemente he dedicado horas a meditar sobre los retos que enfrenta el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales de la República Dominicana y su actual figura máxima, el Dr. Francisco Domínguez Brito, a quien no conozco en lo personal.
Tendrá el funcionario que acudir a la magia si desea ser recordado como un servidor que dio al país una gestión fructífera; su cargo tiene por delante un cúmulo de retos que, de no ser atendidos hoy, resultarán en una percepción de ineptitud para el futuro.
El accionar del ministro Domínguez Brito se lleva a cabo en un país con una porción de habitantes que carece de conciencia sobre conservación de recursos naturales. Se lanza en cualquier lugar desprecios que contaminan su propio entorno, la basura por lo regular es recogida y acumulada o quemada al aire libre, faltan controles para que los deshechos industriales no vayan a parar a las corrientes de los ríos, la industria de la construcción extrae sin límites agregados en las cuencas de los ríos, se talan árboles en los parques nacionales para hacer carbón, se cazan especies en veda, a ello hay que agregar los incendios forestales y los desastres naturales, en fin, el ministerio de medio ambiente parece un cordero, que camina por la selva evadiendo una diversidad de fieras.
La casi totalidad de los dominicanos observa y no se inmuta sobre lo que está ocurriendo con los recursos naturales, el asunto se ha denunciado hasta la saciedad por los medios o en protestas, el problema va desde las mineras hasta las zonas industriales. La tala de arboles, el descuido de los ríos, fuentes acuíferas y vertederos son las mayores amenazas, estamos a punto de convertir las montañas en desiertos, especies como el caimán y las iguanas están ya en peligro de extinción en el lago Enriquillo, en fin, el ministerio de medio ambiente luce como un reo condenado a la pena de muerte que espera el día de su ejecución.
Sólo un milagro podrá levantar de las cenizas al ave Fénix, El Ministro tendrá que amarrarse la correa antes de mover las teclas para poner recursos donde deben ir y que se cumplan las leyes ambientales diseñadas para proteger lo que sustenta la vida, sólo así, se podrá detener el mal que ya es evidente. Lo hemos dicho antes y lo repetimos ahora, en la provincial Independencia el rumor general es que hay militares que cobran peajes a los que talan árboles y trafican con carbón.
Es un secreto a voces que el macuteo ha llegado al punto, que los uniformados cuyo deber es proteger la soberanía, los tildan de tarifarios a los traficantes de indocumentados, se dice en la zona que se hacen de la vista gorda frente al negocio ilegal de carbón a orillas del lago Azuei.
Es una vergüenza decirlo, pero se me informa que sólo por Tierra Nueva, en Jimaní, llega un promedio de quince camiones de carbón todos los días. Los residentes de ese pueblo son testigos de esos movimientos y saben quiénes son los propietarios de esos vehículos. Resulta paradójico que las autoridades en la provincia han sido informadas y nadie mueve una paja porque no les importa que en esa zona la vida desaparezca.
Algo insólito se verifica en Jimaní, y es que hay puestos de venta de carne de caimán, las cuales operan frente a las narices del representante de Medio Ambiente, y me pregunto: ¿Para qué mantener empleados en su cargo a quien no justifica el salario que cobra?.
La zona ya no tiene que ofrecer a las aves migratorias que antes abundaban y ahora escasean porque lo que le servía de sustento ha desaparecido, las fuentes de agua dulce se agotan, de las corrientes en los arroyos está solo el recuerdo.
El apocalipsis ha comenzado a cobrar su balance. Lo único que se me ocurre, es pedirle a Dios que ilumine al Ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, a ver si hace un milagro que en el futuro sirva para recorder al ejecutor de una obra de bien común.
JPM
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