Lo que nos dejó la Covid-19
Estos dos años de pandemia del Covid-19 el encerramiento y el temor al contagio al Covid-19 dominaron el escenario en el mundo, donde se tenía el temor de salir y contagiarse, la ausencia de familiares y amigos, que no podían ni ofrecerle ese beso y ese abrazo acostumbrado a dar; el impedimento de salir de vacaciones, la posposición de esa visita a un familiar y asistir al médico para evaluar nuestra salud, la muerte de familiares y amigos y por último cuando llegaron las vacunas, que no sabíamos si serían efectivas para prevenir el Covid-19 y mucho más, se tenía la incertidumbre sobre su efecto en nuestro organismo y el impacto en nuestra salud. Muchos acudieron de inmediato a ponerse la vacuna, luego en vez de una, había que ponerse dos y finalmente hasta tres vacunas.
Fue una etapa de tribulación para todos los ciudadanos del mundo, con la diferencia y las asimetrías, de que las grandes economías del mundo pudieron solventar las carencias de sus ciudadanos, pero los países de ingresos medios y bajos, sufrieron el descalabro de sus economías y no pudieron hacer frente ante tantas demandas de sus ciudadanos, todo aquello por la falta de recursos económicos y también esos países de economía medianas y bajas recibieron las vacunas más tarde y el impacto del covid-19 fue aún mayor.
También se observó el aumento de los precios de todos los alimentos, bienes y servicios. Se puso de moda el teletrabajo, que fue una de las cosas más importantes que nos deja el Covid-19, así como una nueva cultura de higiene, aseo y distanciamiento que nos permite conservar una mejor salud.
También hubo mucha gente que perdieron familiares, que aún lloran porque no tuvieron la oportunidad de velarlo y enterrarlo, según la costumbre. El mundo quedó lleno de luto, pues murieron más de 6 millones de seres humanos y muchos, de los más de 500 millones de contagiados que sobrevivieron, aún luchan contra los impactos del Covid-19 en su salud.
La pandemia del Covid-19 dejó una estela de comorbilidades y falencias que para los países recuperarse y volver a lo que éramos en el año 2019 hay que trabajar muy duro, porque después de que la humanidad pasará por el encerramiento de dos años, el más largo de que se tenga conocimiento, donde ocurrieron cientos de miles de muertos y que en su mayoría, sus familiares no pudieron enterrarlos, la pérdida de los empleos, el alto costo de la vida, la falta en la escuelas de estudiantes y profesores; el sistema de salud colapsado y el empobrecimiento de más del 50% de la población, hay que echar un respiro y seguir adelante.
Lo más importante que nos dejó la pandemia fue, que el mundo supo superar este terrible virus y mantuvo viva la esperanza; aprendimos nueva forma de vivir con el encerramiento, el distanciamiento, las mascarillas; aprendimos a adaptarnos al teletrabajo, a vivir sin abrazar a nuestros padres, hijos y hermanos, aprendimos a cuidar más nuestra salud y sobre todo, aprendimos a dar más valor a la vida, ser mas solidarios y saber que vivimos en mundo cambiante y que cada día debemos adaptarnos a cambios, que verdaderamente amenazan nuestras vidas.
Desde el inicio de la pandemia, más de 200 países o territorios han introducido miles de medidas de protección social, y el Banco Mundial ha apoyado a los países con alrededor de USD 12 500 millones para aplicarlas y beneficiar así a casi 1000 millones de personas en todo el mundo. La encuesta UNICEF determinó que a lo largo de la pandemia Covid-19, el número de familias con niños, niñas y adolescentes que no tienen suficiente para comer se ha disparado. El 50% de los hogares de niñas, niños y adolescentes declaró tener que saltarse comidas en el 2021, frente a un 23% en el 2020.
Según UNICEF, el impacto socioeconómico del Covid-19 en hogares registrados en el SIUBEN, reveló que el 76.8% de los jefes de hogares les preocupa que sus familias no tengan suficientes alimentos, el 36% redujo las porciones de comidas en un36%. Un estudio realizado por PMA, FAO y UNICEF revela que el 62% de los hogares hubo pérdidas de ingresos y la inseguridad alimentaria es de 76% en los hogares que tienen niños, niñas y adolescentes, de ahí que se necesita de políticas públicas más inclusiva para este grupo de personas en estado de pobreza general y pobreza extrema, sabiendo que los efectos del Covid-19 aún persisten.
Debemos combatir los males dejado por esta pandemia, caminando hacia autosostenibilidad alimentaria, incentivando la producción agropecuaria y agrícola para mitigar los altos precios de los alimentos y evitar la salida de divisas por efecto de las importaciones. Aumentar los programas de seguridad social, dirigidos a asegurar salud, educación de calidad, pensiones adecuadas y subsidios a los más necesitados con contraprestación de servicios. Nada gratis.
of-am