Leonel Fernández, contra viento y marea

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EL AUTOR es abogado y político. Reside en Nueva York.

Si hay algo que quedó bien claro para todos aquellos que tienen ojos para ver y oídos para escuchar, es la determinación de triunfo del expresidente Leonel Fernández, puesta de manifiesta de manera contundente ante todo el país político.

El líder natural e indiscutible del PLD presentó el domingo el aval de un millón, 225,000 dominicanos, que lo ungieron como el líder político que más raíces profundas ha echado dentro del corazón de las masas, y tal como el mismo lo dijera, es más que el principal partido de la oposición, lo cual envía un sólido mensaje sobre la imposibilidad de contención de su candidatura presidencial avasallante y arrolladora.

El multitudinario apoyo ofrendado en el Palacio de los Deportes demostró que la calumnia ni la insania pudieron opacar la luz refulgente de un hombre imbuido de fe en su patria, en sus compañeros y en su pueblo que lo aclama.

“Contra viento y marea, estaré por los campos, estaré en las lomas, estaré en los barrios, estaré con los jóvenes, con los hombres y mujeres del país para que juntos sigamos construyendo la democracia y el progreso”, manifestó ante una verdadera marea humana cuyas olas lo elevaban a la cúspide de la popularidad dentro de los corazones populares, que una vez vibraron entusiasmados ante el retorno de la esperanza y el progreso.

Contra quienes esperaban que Leonel encendiera la tea de la discordia para avivar el fuego de las contradicciones internas peledeístas, el seguro próximo presidente de la nación limó asperezas con sus oponentes, reafirmando su línea y política unitaria como el factor que ha hecho grande al Partido de la  Liberación Dominicana y que ha repercutido en sus resonantes triunfos.

Y como todo un alquimista de la palabra que dibuja con ellas hermosas parábolas llenas de enseñanzas aleccionadoras y significado trascendente, hizo un sabio paralelismo entre la selva y la civilización al comparar la transgresión y el trastorno de la Constitución con la violación de un semáforo en rojo, cuando apeló a la prudencia y el buen sentido al decir: “usted tiene que detenerse, porque si no se detiene puede provocar un accidente, un caos y una anarquía”.

Y lo mismo hizo tomando como referencia un partido beisbolístico para resaltar la importancia de jugar con reglas claras que deben respetarse para evitar el caos y el desorden. De esta manera, se constituyó en garante y guardián de la preservación de solemnidad de nuestra ley de leyes como regla de oro del juego del sistema democrático.

El domingo vimos a un Leonel más transparente que nunca, que se mostró por encima de las pasiones humanas donde naufragan la cordura y la racionalidad, sobre todo, asistimos a la reafirmación de su condición de gran estadista, escogido por el destino para hacer las cosas grandes que nos faltan por hacer.

Al referirse al punto de las primarias abiertas y simultáneas, dijo que no se oponía porque pensaba que podía ser perjudicial para los otros, sino porque entendía que hay que considerar la primacía de la Constitución dominicana.

Al mismo tiempo, su grito de guerra de que se lanzará contra viento y marea, es una advertencia de que su firme y determinada decisión de buscar nuevamente la presidencia va en serio y que nadie ni nada podrá erigirse en muro de piedra para contener la decisión de un pueblo que ha decidido a jugarse su suerte con él.

of-am

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