La unción de Castaños

 

Las culturas antiguas han practicado la unción con aceite perfumado a sus reyes y líderes religiosos, como símbolo de poder. Sobre el ungido reposa, en el sentido religioso, la efusión del espíritu divino. En lo político, la facultad de conducir a su pueblo conforme a lo que manden las circunstancias y las costumbres de esa colectividad.

La Iglesia católica emplea aceites  en la administración de los sacramentos: bautismo, confirmación, unción de los enfermos y sobre todo para  consagrar las manos de los sacerdotes recién ordenados, las cuales se les embadurnan con óleo perfumado. Se trata de un  signo sacramental de entrega a las cosas del Señor.

Cuando caminaba hacia Jerusalén, donde le esperaba la muerte, Jesús acampó en Betania, ciudad muy cercana a su destino. Allí cenó en casa de unos amigos y fue ungido con fino bálsamo sin que el Maestro lo esperara. Los evangelistas  Mateo y Marcos informan que lo hizo “una mujer”, pero Juan da el nombre: María.

Mateo y Marcos aseguran que la cena tuvo lugar en la casa de Simón, quien había sido curado de lepra por Jesús. Allí le derramaron un perfume de nardo legítimo, contenido en un  vaso de alabastro. María y Marta    –cuenta Juan- invitaron a Jesús para agradecerle  por haber resucitado a su hermano Lázaro, quien también cenaba con ellos.

María echó el perfume sobre los polvorientos  pies de Jesús  y los enjugó con sus cabellos. El aroma se extendió por toda la casa, agrega el cronista. Lo común, pese a la disparidad de las versiones, es, primero,  que la unción  fue hecha por una mujer,  y en segundo lugar que  el hecho encerraba un acto de gratitud hacia Jesús.

Cuando el presidente de la Junta Central Electoral, Julio César Castaños,  reclamó la condición  de “ungido” del presidente Danilo Medina, cometió un pequeño error. Dijo que el mandatario fue  ungido por el pueblo, cuando en verdad tal acción  correspondió al  oficiante Roberto Rosario, cuya misión fue criticada por el propio Castaños.

La   reacción surgió a  propósito de un documento en el que se pide la renuncia del gobernante. Y el iluminado proclamó que Medina tiene marca sagrada y está ungido por el voto popular. Vaticinó que  a quienes  atenten contra esa unción, le vendrán  grandes maldiciones y eso les afectará a ellos y a sus descendientes.

La de Castaños es confirmación de la unción de Rosario.  Ha funcionado como la unción de los enfermos y el paciente se ha aliviado. Pero la verdadera intención era  el agradecimiento, como la unción en Betania. Si el doctor Castaños procuraba que el presidente Medina lo considerara alguien  suyo,  esté tranquilo, con su unción lo ha logrado.

rafaelperaltar@gmail.com

JPM

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