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El escritor
La metáfora de Sonia Mateo
«Escribo por el solo placer de escribir. Para mí solo, sin ninguna finalidad de dinero o publicidad. En mi pobre vida, tan vulgar y tranquila, las frases son aventuras y no recojo otras flores que las metáforas». Gustave Flaubert
La senadora de Dajabón por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), sin proponérselo, ha incursionado en el mundo de las metáforas. En un país, como República Dominicana, que en su lenguaje cotidiano emplea símbolos por variados motivos, pero mayormente por escasez de palabras para comunicar sus imaginaciones a los demás con superior razonamiento y, yo diría que aun aquellos que saben razonar, las metáforas han sido usadas como una manifestación de la vida consuetudinaria.
En Nueva York una persona me detiene en la calle Broadway y me habla gentilmente sobre la muerte del licenciado Hatuey Decamps Jiménez, líder y mentor del Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD). El hombre con lamento en su rostro me habla de la enfermedad de este líder político dominicano; se despide con esta expresión: «Sí, doctor, ha fallecido el Cacique». Y me expresa con pesar: «Por lo menos ya podrá descansar en paz». Abordé el avión pensando en la metáfora «el Cacique». La solté y pienso inmediatamente que esta manifestación tan específica es una alegoría, porque no se sabe qué pasa después de la muerte. Alguien escribió: «Una vez el ser humano muere esa energía llamada espíritu se desconecta del cerebro humano, que es donde se encuentra el “ser o el yo”».
El alegato externado por la senadora, a quien no conozco personalmente, de que «hoy el aumento salarial de los legisladores de la Cámara Baja, a su entender, a veces no tiene para una botella de agua» no es más que otra metáfora al igual que si se dijera: «Tienes que ponerte las pilas para estudiar».
La especialista de literatura Cristal Hartan, dijo, refiriéndose al significado de la metáfora: «La metáfora es un tropo (figura) que consiste en trasladar el sentido de una palabra o una frase a otra palabra o frase para establecer una relación identificativa: un término representa a otro». «La metáfora —continúa explicando la escritora— puede aplicarse a cualquier categoría gramatical (sustantivo, verbo o adjetivo) y puede representar un objeto o una idea».
El poeta español Antonio Machado recurre a las metáforas puras, en Proverbios y cantares XXIX, veamos: «Caminante son tus huellas el camino y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino, sino estelas en el mar». En este poema de Machado el camino representa una alegoría para el destino o la vida y andar simboliza vivir.
Ni al Chavo del Ocho ni a la Chilindrina se le ocurriría pensar que la senadora Mateo no tiene dinero para comprarse una botella de agua, empero ella, que estaba un tanto silenciosa en su provincia, con su discurso ha pasado a ocupar un lugar preponderante en las páginas noticiosas de los periódicos, mientras sus opositores han pretendido tergiversar su metáfora por cuestiones políticas, dándole un carácter que no tiene su expresión. No obstante, su broma ha permitido que una parte del pueblo se burle de ella al conocerse que un senador gana la «friolera« de RD$320 mil pesos mensuales, sin incluir otras migajas.
Si mis lectores se interesan por conocer otras metáforas geniales nada más tienen que visitar el Soneto XXIII del poeta, también español, Garcilaso de la Vega, veamos la siguiente estrofa, la cual está llena de símbolos puros: «Coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto, antes que el tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre».
¿Quién en el pueblo dominicano no utiliza metáforas para expresar o transmitir una idea? Explica Orlando Cáceres Ramírez, escritor paraguayo, experto en ortografía y redacción, en un trabajo titulado ¿Qué es una metáfora?: «Cuando oímos a alguien decir: “Llegué volando del trabajo” en realidad lo que deseamos expresar es que esa persona ha llegado presurosamente de su trabajo».
Los muchachos de las redes sociales en edades de 15 a 25 años no tuvieron la oportunidad de conocer a un vicepresidente cervantino pero con tanta inteligencia por qué dejarse sorprender tanto con la metáfora de la senadora Sonia Mateo.
Como escritor estadounidense he querido incursionar en el mundo de la metáfora amparándome como pretexto válido en la expresión de una senadora de la República Dominicana, que tiene la representación política de una zona empobrecida, apartada, fronteriza, discriminada por el resto de la población y en algunos casos pobremente atendida por el Estado, que obliga a los funcionarios, legisladores y alcaldes a sacrificar una parte importante de su sueldo para ir en auxilio de sus compueblanos en momentos de pequeñas o de grandes necesidades o apremios humanos y sociales.
Otro ejemplo de metáfora más ordinaria es cuando el expresidente Hipólito Mejía, contestándole una expresión de alguna persona pobre del pueblo, quien empleando también una metáfora le voceaba al atípico mandatario perredeista: «Presidente la calle está dura», significando que escaseaba el trabajo; inmediatamente éste tronaba con la siguiente parábola o burla: «Pues súbete a la acera».
Al examinar la literatura de la metáfora política encontramos lo real y lo imaginario. En las definiciones de metáforas hay un artilugio que enriquece la expresividad y, al mismo tiempo, permite transmitir ideas complejas en pocas palabras.
Lo que ha querido significar la senadora Mateo es, ni más ni menos, dejar entrever una crítica sensible a través de una metáfora, «que los sueldos de los legisladores no le alcanza para satisfacer sus necesidades inmediatas y, además, poder cumplir cabalmente con las demandas sociales que diariamente ocurren en sus comunidades».
Esa expresión de la senadora Sonia Mateo, siendo aún un lenguaje metafórico, propio de la retórica, ha causado un revuelo en los medios de comunicación y en una parte de la población. Además de las críticas irónicas que ha traído consigo su alegoría parecería que el pueblo dominicano necesita una moraleja o una ocurrencia para sustituir otra moraleja.
El presidente Medina, al decir recientemente que «el país se quedaría sin agua» ha esgrimido algo simbólico o alegórico con lo cual pretende crear en el pueblo una advertencia contra la deforestación. En este caso, el presidente también ha recurrido, al igual que Sonia Mateo, a una metáfora política ambiental para llamar la atención sobre un hecho cierto.
¿Acaso desde la solemne oficina del gobernador del Banco Central no se escapan metáforas que hacen de este país un nuevo paraíso? ¿Acaso un genio como Alan Greenspan no queda en aprieto ante las metáforas del insigne gobernador?
Cuando pienso en la metáfora de Sonia me veo obligado a pensar en las «bellas» metáforas de la competitividad. Un economista y filósofo como Paul Kraugman, un hombre que viene de las entrañas del capitalismo, escribe en estos días sobre la economía internacional y las mentiras de la competitividad. ¿Cuántas metáforas se caen y cuántas sobreviven?
¿Cómo dejar de decir que en los últimos 30 años el modelo económico se apropió de metáforas, es decir, que la metáfora del hombre de a pie o del interlocutor también los entes corporativos van a jugar en las aguas de las metáforas y alegorías.
Yo diría, que si no fuera por esa facultad tan especial en el dominicano de hacer de la broma una diversión o un contraveneno al estrés el país hubiera entrado hace tiempo en una locura colectiva por la falta de desahogo. Por eso, cada vez que muere un comediante se apaga una sonrisa y aparece la depresión por una rendija de la sociedad.
JPM