La JCE, los escáneres y los pasados comicios
Tengo un amigo -de mucho aprecio- que tiene una filosofía de vida, y entre los postulados de su filosofía hay uno que he hecho mío: “Lo que está tranquilo, se deja tranquilo”.
En inobservancia de esa filosofía –que nadie, mucho menos una institución pública, está obligado a observar-, la JCE al presentar y traer, al menos en la forma, un tema, si se quiere, ya superado: los escáneres que no funcionaron, en algunos colegios electorales; y, de paso –por inferencia o extrapolación (en algunas cabezas calenturientas del sindicalismo político, al estilo Max Puig y comparsa)-, unos comicios -2016- que ninguna misión de observación electoral nacional o internacional puso en entredicho, a menos que no hablemos de una que otras fallas técnicas u observaciones para mejorar nuestro sistema electoral.
Y si no me equivoco, con el ex titular (y con el actual -2006-2010-) de la JCE, Roberto Rosario Márquez –a quien solo he visto, y ni siquiera hablado-, esa institución rectora de todo el andamiaje técnico y organizacional de las elecciones nacionales y de ultramar, nuestro país superó los famosos fraudes electorales, los conteos interrumpidos –con apagones de luz, incluido- y las recurrentes o inevitables comisiones de “Notables” (tras cada elecciones) para apaciguar o atenuar dos falencias históricas de nuestros actores políticos: a) la falta de un código del perdedor; y b) el creer –por el “galloloquismo” político-cultural- que el país se acaba en cada elecciones.
Pero algo más, con la pasada gerencia de la JCE –a pesar de la supuesta, o real, tozudez que se le adjudicaba al presidente de ese organismo- el país también logró crédito internacional, pues, en múltiples ocasiones, esa institución nuestra, dio asistencia técnica a varios países hermanos del hemisferio –entre ellos, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Paraguay y Honduras- en materia de “…transmisión y cómputo electoral y elecciones municipales”. Entonces, de por Dios, dejemos el obsoleto complejo de Guacanagarix -a la inversa- y valoremos y acojamos, de buena ganas, lo que de afuera se nos reconoce –o se nos reconoció en su momento-.
Y con lo que estoy diciendo, no quiero -¡Dios me libre!- que nadie vaya a pensar que estoy defendiendo al Dr. Roberto Rosario Márquez ni al anterior pleno de la JCE –incluido el ex miembro titular y ahora actual vocero del ex presidente Hipólito Mejía-, o que me opongo a que los escáneres esos sean auditados, verificados o investigados (incluso, lo de su compra-licitación). ¡No! A mí me da –como dice otro caro amigo- “Tres pitos y la flauta de Bartolo” que se bata -hasta que hieda- el tema de los escáneres. Total, yo “no tengo vela en ese entierro”, como dice el refrán.
Lo que está fuera de discusión, es, que tenemos un presidente -Danilo Medina- legítimo, elegido en buena lid y que obtuvo una votación histórica: ¡casi el 62%! Y esa proeza, donde no hay un código del perdedor, es de difícil aceptación-asimilación en el horizonte mental de una oposición política-electoral –e intelectual- que no fue capaz de unificarse-aliarse –ni antes ni durante las elecciones de 2016-, pero que, una vez derrotada, se pusieron de acuerdo (¡igualito que en el 2012!) para dizque la levantar la tesis de “gobierno ilegitimo”, “dictadura de partido único” y que ochocuánto más…
JPM