La esperanza de la humanidad
La experiencia me ha llevado a comprobar que el mundo tiene fundamentalmente un solo dios: El dinero, todos los demás dioses se derivan de ese dios principal. De ahí que todas las relaciones humanas estén orientadas y de algún modo determinadas por ese dios.
Por eso la organización del mundo actual está estructurada fundamentalmente para adorar y servir a ese dios. Y todas las actividades de los seres humanos están definidas por las normas dictadas por ese dios, incluso aquellas actividades que se hacen con fines “humanitarios”.
Pero, ¿cómo pudo pasar que así sea? ¿Cómo puede ser posible que el ser humano, con conciencia de ser, capacidad de raciocinio, con emociones que puede controlar, diseñado para sentir compasión, para reaccionar ante el sufrimiento del prójimo, para amar, se estructure en torno a un dios que representa todo lo contrario?
De seguro que como en todo, en el desarrollo social también, en su inicio, debieron de haber varias opciones, varios caminos para elegir en la estructuración y organización de las sociedades humanas, y que, dependiendo del camino a tomar, el desarrollo histórico de la humanidad definiría su perfil.
Por lo visto, el ser humano escogió la opción determinada por su ego, imponiendo en su desarrollo histórico, la ley del más fuerte, con la única finalidad de que los más fuertes predominen sobre los más débiles, y los bienes materiales que ofrece el planeta se repartan de acuerdo a esa ley.
Bajo esa opción, así ha sido el desarrollo histórico de la humanidad en sus diferentes etapas. Siempre ha habido un grupo minoritario que se auto adjudica el poder y ejerce dominio por la fuerza sobre la gran mayoría, haciéndola trabajar para satisfacer su estilo de vida hedonista.
De ese modo empieza a organizarse la actividad económica de los seres humanos. Surgen las fronteras y los países y los sistemas económicos, todos marcados por la supremacía de unos sobre otros: Esclavismo, Feudalismo y Capitalismo en sus diferentes etapas de desarrollo. Dentro de este esquema, algunos intentos de socialismo, pero siempre con el mismo matiz.
Hoy se podría pensar que los sistemas sociales y económicos son más humanos que en las posteriores etapas de desarrollo de la humanidad, pero yo me atrevería a decir que sus métodos son más sofisticados, crueldad más refinada, pero no más humanos.
Y todo es porque el ser humano, deliberadamente o no, eligió un sistema de desarrollo centrado en el ego, donde el símbolo que representa la tenencia material (el dinero) se constituyó en dios cuya adoración lleva a poner al mismo ser humano en un lejano lugar en la escala de importancia.
Por eso el sufrimiento humano pasa a ser en la sociedad actual algo normal, el cual debemos disminuir siempre y cuando el dios dinero lo permita, es decir, si la acumulación de ese bien llamado dinero se puede ver afectada para la minoría que ostenta el poder, entonces los que sufren deben morir, son débiles, nadie es culpable, sino ellos mismos son los culpables.
Por eso, en lo que algunos teólogos llaman “la plenitud de los tiempos”, existió un hombre nacido de mujer, pero engendrado por el Espíritu Santo (Lc 26: 35) cuya misión fue revelar a un Dios, que además es Padre y que representa todo lo contrario al dios elegido y creado por los hombres: El dios dinero.
Vino a enseñar y revelar la existencia de ese Dios que por definición es amor, vino a traer la buena noticia, el Evangelio, a anunciarla para que los seres humanos crean en esa buena noticia y cambien, primero interiormente y después de rumbo, es decir, se conviertan.
Él no vino a imponer esa buena noticia, vino a revelarla y a anunciarla, mostrando y demostrando que ese Padre que es Dios verdadero y que trasciende el tiempo y el espacio, ama a cada uno como es y quiere mostrar el camino que lleva a vivir según el amor, porque ese camino da plenitud y vida en abundancia.
Y es ahí que las estructuras de poder bajo el dios dinero ya estaban muy entronizadas en el corazón del ser humano, los cuales vieron en ese hombre llamado Jesús una amenaza, en consecuencia le apresaron, le humillaron y le mataron como a un criminal, crucificándole.
Pero resulta que todo eso estaba dentro del plan de redención del ser humano, porque ese que fue crucificado resucitó al tercer día, mostrando que la muerte física no vence la vida, y que quien sigue el camino del amor “aunque muera vivirá y todo el que vive y cree en Él no morirá jamás.” (Juan 11: 25-26).
Así que la esclavitud que genera la culpa y la maldad del pecado fue abolida por Él, que es Dios encarnado y murió asumiendo la culpa de toda la humanidad, una culpa creada por ella misma y que solo le perjudica a ella misma.
Y ¿Cuál es el pecado que genera esa culpa? El ego engrandecido que produce una soberbia destructiva y autodestructiva que lleva a una organización social cruel, alrededor de un dios creado por el propio ser humano y que llamamos dinero.
Pero a pesar de que “vino a los suyos y los suyos no le recibieron, a todos los que le recibieron les dio el poder de hacerse hijos de Dios” (Juan 1: 11-12); esos, los verdaderos hijos del amor y que son amor por la acción del Espíritu Santo, son la esperanza de la humanidad.
tu ego es mas grande que tu imaginario «dios».. sigue el mabicero con el mismo telele del cuento de culebras parlanchinas y hombres caminadores sobre el agua.