Fin de la irracionalidad

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El AUTOR es periodista. Reside en Nueva York.

Por ALEJANDRO ALMANZAR

La lucha entre el Socialismo y Capitalismo se encargó de mantener a Cuba en el rezago económico por más de cincuenta años, dejando una secuela de precariedades entre sus habitantes, que raya lo inhumano.

Dos sistemas llenos de debilidades, incapaces de resolver problemas básicos de los pueblos, sumiéndolos en la desigualdad social y económica, ya que, el primero fracasó, pero el segundo tampoco ha triunfado, y ambos se han combinado para llevar hambre y miseria a los países.

La Revolución cubana fue bujía inspiradora de principios ideológicos, desde 1959 hasta los 90s. Pero este proceso jamás debió prestarse al empobrecimiento de su población, pues revolución significa cambios, no estancamiento o retroceso.

 

Para esta nación alinearse a un nuevo modelo no necesita abandonar el socialismo como sostiene Raúl Castro, pues la mejor forma de hacer funcionales a estos dos sistemas desacreditados es unificándolos, tomando lo bueno de cada uno.

Sólo el paso del tiempo convenció a estas dos naciones de que ha llegado el momento de deponer actitudes sectarias, por eso celebramos el cambio de actitud de Estados Unidos hacia Cuba, para que pueda insertarse en el desarrollo económico como las demás naciones.

Terminó la Guerra Fría, cayó el Muro de Berlín, el Sistema Socialista Soviético se derrumbó, apareció el Neoliberalismo y la Globalización, trayendo consigo la Internet, pero nada de esto sirvió para poner fin a un conflicto sin sentido.

De lo dictatorial, pasamos al libre juego de las ideas, enmarcado por la democracia, pero Cuba y Estados Unidos continuaron apegados al viejo patrón impuesto por la Guerra Fría, alimentando así a quienes decidieron vivir del oponerse a todo.

Hace tiempo, como dijera el finado Juan Pablo II, Cuba debió abrirse al mundo, para que este se abriera a Cuba. La Revolución cubana llenó sus cometidos, pero hace mucho que perdió su esencia y hasta su razón de existir.

Creíamos, que después de colapsados los procesos que sostenían el socialismo, ambas naciones encontrarían el camino del advenimiento sin abandonar sus ideas, pero la pugna entre estos dos bandos siguió como el primer día.

Para Cuba era insostenible continuar aislada, y Estados Unidos se convenció que de no ceder en su política estranguladora, esta importante plaza podría sumarse al bloque que le adversa tanto en Oriente Medio, Como en Occidente.

Recientemente, señalé en una de mis Columnas, que las visitas de importantes figuras a Cuba y otros países de América, obligaba a USA a bajar la guardia en sus planes imperiales, pues estos podrían aceptar cualquier propuesta que vaya dirigida a cambiar su modo de vida, sin importar lo ideológico.

A la gente no le interesa la lucha ideológica, si no, la solución de sus problemas. Este cambio de política hacia Cuba obliga a los cubanos de Miami a buscar otra cosa de qué vivir, finalmente, la Revolución y Fidel Castro dejarán de ser alimento para su ocio.

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