El síndrome  indolente de Salud Pública 

 

La confusión se ha convertido en un síndrome que bordea todos los estamentos de la administración pública con aptitudes extremas que rompen los esquemas en los servicios de salud, provocando necesidades en todas las áreas de los hospitales, donde los pacientes se desplazan a los centros asistenciales y las respuestas a sus necesidades se quedan en la indiferencia.

 

“El hombre que pierde las ideas es como aquel hombre que ha perdido su sombra y cae en el delirio del que ha perdido hasta los sentimientos; y lo más importante, los principios”.  Las autoridades de Salud Pública, en Monseñor Nouel, tienen la obligación constitucional de gestionar la reconstrucción, o en su defecto la construcción de un hospital  público que esté acorde con las necesidades de la gente que sólo  es tomada en cuenta en tiempo de elecciones.

 

Sin adecuados y eficientes servicios de salud, la estabilidad familiar se desborda y es una hecatombe que actualmente viven los residentes de la provincia Monseñor Nouel, al disponer de un centro de salud ausente de una estructura adecuada, medicamentos, salas de internamientos; y lo más importante, visión de servicios.

 

“La poca devoción quitan las ganas de rezar”, porque no es posible que a 65 años de haberse construido el Hospital Pedro Emilio de Marchena (25 de Febrero del año 1952), tengamos que estar mendigándole al gobierno la construcción de un centro que contribuya a resguardar las vidas de miles de personas de bajos recursos que hoy en día están en decadencia por falta de asistencia adecuada.

 

Quizás para evadir el cuestionamiento de uno de los líderes de opinión del Gobierno de la Mañana, el jueves 5 de Febrero, 2015, la Ministra de Salud Pública, doctora Altagracia Guzmán Marcelino, anuncio la construcción de un nuevo hospital en Bonao, quedando su ejecución en un sueño convertido en pesadilla, mientras las autoridades, influyentes cuando se trata de cabildear para favorecer sus intereses, no son capaces de informarle al presidente que los servicios de salud en la provincia se encuentra en cuidados intensivos.

 

Este hospital es una obsoleta estructura que no dispone de salas adecuadas para internamientos, porque solo tiene 63 camas, mientras la provincia cuenta con una población que supera los 200 mil habitantes y es una gran fuente de contaminación por donde pululan ratas, ratones y otras alimañas.

Por estar enclavada en el centro de la República Dominicana y a escasos metros de la autopista Duarte, el mayor cumulo de personas accidentadas tienen su refugio en el Hospital Marchena y por la falta de equipos sofisticados, medicamentos, eficiencia en los servicios y una ambulancia, para ser trasladado a otro centro de salud cercano finalmente muere y eso no le duele a las autoridades de Salud Pública, mucho menos a los representantes del Poder Ejecutivo.

 

La situación es más agravante por el bullicio que reside en su entorno, provocado por los estudiantes de dos escuelas públicas, los motoristas, vendedores ambulantes, circulación vehicular y la frecuente contaminación que se desprende de los talleres de mecánica y una estación de combustibles  que durante años ofrece los servicios al frente de la vieja estructura hospitalaria.

 

La salud es estructural para la conservación del ser humano, pero si no contamos con los servicios adecuados, como lo demanda la constitución, no es posible que se reduzcan las muertes a destiempo.

 

Al igual que a las autoridades de Salud Pública, el hospital Pedro Emilio de Marchena hay que declarado en estado de emergencia.

mbaezjj@gmail.com

jpm

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