El Plan de Regularización: apéndice de la soberanía nacional
Por JUAN LOPEZ
La inmigración haitiana es una cuestión que amerita ser abordada a profundidad, con objetividad e interés de aportar soluciones. Es imperativo hacer un análisis serios, honestos. Hurgar en sus génesis, causas y consecuencias para dominicanos y haitianos.
También es necesario penetrar sin pasión en las intríngulis de los aspectos históricos, económicos, culturales, sociales, humanos, religiosos y políticos que, independientemente de nuestros deseos y buena voluntad, inciden directamente en el creciente proceso de emigración o despoblación que, en demasía, afecta a la república de Haití.
Simultáneamente con lo anterior, es pertinente colocar en el tapete las dos caras de la moneda. Evaluar la pertinencia de admitir que los dos países tienen deberes y derechos a cumplir y que deben ser respetados.
En la actual situación, amerita identificar a los sectores e instituciones que, verdaderamente, propugnan por el respeto a los derechos inalienables de cada país, la coexistencia pacífica entre las dos naciones y están inspirados en la búsqueda del bienestar y justicia social para dominicanos y haitianos.
Por igual, se hace necesario desenmascarar a gobernantes, claques mediáticas e instituciones internacionales (en especial ciertas ONGs) que, echando gasolina al fuego, mediante protagonismos oportunistas, buscan sacar pingües beneficios económicos, sociales y políticos.
Para comprender las bases de este simple razonamiento es válido recordar la siguiente realidad:
- a) Haití es el país más pobre del hemisferio occidental y del continente americano, con una tasa de pobreza de 77%, convirtiéndose en uno de los primeros 5 países más pobres del mundo.
- b) Con más de 12 millones de habitantes, Haití sufre la máxima depredación forestal del Continente, su tasa de desempleo es superior al 50%. De acuerdo a la UNESCO, su analfabetismo está por encima del 55% de la población adulta.
- c) Desde el inicio del pasado Siglo XX a la fecha, los hermanos haitianos han sido víctimas de cruentas dictaduras y malísimos gobiernos que profundizaron sus niveles de pobreza, exclusión social y aislamiento cultural.
- d) Las frecuentes inundaciones y el fatal terremoto del 12 de enero del 2010 incrementaron sus crisis económicas y sociales.
- e) Desde hace décadas es un país, abiertamente, intervenido política, económica y militarmente.
- f) La clase política y élite cultural de Haití exhiben una amplia división y encarnizadas luchas internas. Por ejemplo: Para las elecciones presidenciales a realizarse el próximo 25 de octubre, el Consejo Electoral Provisional evaluó a 188 partidos, de los cuales sólo autorizó la participación de 166 partidos, los que están presentando a 56 diferentes candidatos a la Presidencia de la República. ¡Increíble, pero muy cierto!
- g) La mayoría de los países y organizaciones internacionales no cumplieron sus “exhibicionistas” promesas de ayudas humanitarias para paliar las inconsecuencias y la miseria ahondadas por el terremoto, el cólera y otras epidemias que, desde el 2010, azotan a la población haitiana.
Frente a ese tétrico panorama, el gobierno y pueblo dominicanos han sido más que solidarios. Cientos de miles de haitianos que viven y trabajan en nuestro país y que, con sus cuantiosas remesas, contribuyen a mitigar las penurias económicas de sus familiares.
En nuestro país, todos los años miles de haitianos documentados o no, residentes legales o en tránsito, reciben servicios de salud y educación en los diferentes niveles del sistema educativo.
No obstante, la República Dominicana es víctima gratuita de la más despiadada y perversa campaña con denuncias y chantajes internacionales. La “supuesta solidaridad” que practican algunos gobiernos y ciertas ONGs atribuyen a a nuestro país, por ignorancia o mala fe, la causa de la situación por la que atraviesa el pueblo haitiano.
Con esas denuncias y amenazas están abusando de la tolerancia de los dominicanos, a pesar de nuestra real, demostrada y efectiva solidaridad humanitaria para con el pueblo haitiano. Pero en lugar de amilanarnos, están “despertando un gigante dormido” y uniendo a pueblo y gobierno para la defensa de la Patria y la soberanía nacional.
Los loables propósitos y esfuerzos que se están realizando a través del Plan Nacional de Regularización de Extranjeros los desconocen y satanizan. Atentan contra los principios de la autodeterminación de los pueblos, irrespetan los derechos a que somos merecedores como nación libre, soberana e independiente.
Esa y no otra es la razón por la cual, los gobiernos respetuosos y la inmensa mayoría de los dominicanos respaldan la correcta implementación del Plan Nacional de Regularización, la decisión gubernamental de informar a organizaciones, pueblos y gobiernos la verdad monda y lironda de la situación del inmigrante haitiano en nuestro país.
En esta situación, valoramos como valiente, certera y patriótica la exposición que, el pasado 26, en Guatemala, hizo el Presidente Danilo Medina ante el mundo y los participantes en la XLV Cumbre de jefes de Estados y de Gobiernos del SICA, porque el Plan de Regulación de Extranjeros es un apéndice de nuestra soberanía Nacional.