El padrón y la crisis de los militantes

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El autor es abogado y dirigente del PRM. Reside en Santo Domingo

 

 

 

 

Alta es la simulación de aquellos dirigentes políticos que con apariencia de “chapulines colorados”, sin nadie habérselo pedido, han salido a defender el derecho de los militantes de los partidos a elegir los candidatos a los cargos de elección popular.

 

Si no fuera porque la mayoría de estos dirigentes sempiternos tienen historiales antidemocrático, conocidos por todos, al interior de sus partidos, la ciudadanía, incauta,  hasta aplaudiría sus discursos.

 

Ellos forman parte de las élites partidarias que Robert Michells definió como el círculo de hierro de la oligarquía, que le cierra el paso a los demás miembros de la organización.

 

Siguiendo ese orden, los referidos dirigentes ocupan los cargos, como herencia, hasta el fin de sus vidas o hasta que renuncian. De igual manera, despojan a los dirigentes de niveles inferiores de sus candidaturas a los cargos de elección popular. La selección de los candidatos de las pasadas elecciones son las pruebas irrefutables de esta afirmación.

 

Pero, ¿a qué se refieren estos dirigentes cuando dicen que un padrón abierto atenta contra los derechos de los militantes? Todo parece indicar que pretenden ignorar que los partidos no tienen militantes, que solo tienen dirigentes altos, medios y simpatizantes.

 

Hace mucho tiempo que los militantes dejaron de existir.  De no ser así, que presenten una sola prueba de que en algún lugar del país se ha reunido, en los últimos años, un comité de base de cualquiera de nuestros partidos. Las reuniones de los organismos intermedios son las de más bajo nivel jerárquico que celebran los partidos.

 

Vista la innegable realidad de que el militante ya no existe, es válido preguntarse: ¿en qué se diferencian un ciudadano que ha sido inscrito en un partido, muchas veces sin saberlo, y otro que como parte del cuerpo electoral acude a unas primarias abiertas a votar por los candidatos del partido de su preferencia?

 

No existe ninguna diferencia, tomando en consideración que no están vinculados a los partidos por ninguna doctrina, debido a que los partidos se han apartado de las ideologías. Además de no recibir ninguna formación de los partidos políticos, tampoco realizan ninguna tarea para la organización, ni tienen la obligación de cotizar ni de asistir a las reuniones.

 

La razón de ser de las primarias es la participación amplia de los ciudadanos en la escogencia de los candidatos a los cargos de elección popular. Cabe recordar que la primera ley que obligó a los partidos a celebrar primarias se aprobó en el año 1903, en Wisconsin, Estados Unidos, como resultado de la lucha del movimiento progresista por la regeneración de esa nación, que se encontraba sumida en una profunda corrupción, a tal extremo que la mayoría de las candidaturas, sobre todo las de senadores, les eran vendidas como mercancía a los ricos.

 

Lamentablemente, algunos actores de la oposición, por temor al escrutinio de la mayoría, han equivocado el libreto que beneficia a sus partidos, que es el de la celebración de primarias simultaneas con el padrón abierto, una modalidad  que evita que el partido oficial, utilizando los recursos públicos, elabore un padrón cerrado significativamente superior al de la oposición.

jpm

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