Don Juan en el corazón

Hoy es uno de esos días que despierto pensando en cómo transcurrieron mis días de mandadero de Juan Bosch, honrosa quehacer que por varios años compartí con Juan Freddy Armando, Raúl Bartolomé y Mario Méndez, quienes también fungíamos como redactores del periódico Vanguardia del Pueblo.

Con 40 años menos del fardo  que  acarreamos hoy, pero  inconmensurable fervor político y deseo de aprender. Hay que imaginarse lo que significaba para  cuatro jóvenes que apenas bordeaban la mayoría de edad saberse cerca de un líder de la  dimensión de don Juan.

Nos peleábamos por el privilegio de llevarle las páginas originales de vanguardia y corregir con él el contenido del periódico, incluido sus  artículos de páginas centrales, porque además de aprender buen periodismo, abrevamos en  una inagotable  fuente de sabiduría política, ética y moral.

Doña Ninon de Salenme, quien por muchos años tuvo a su cargo la diagramación de Vanguardia y de  los libros de don Juan, nos recuerdas como  tres muchachos flacos, a quienes encerraba en una de las oficinas para trabajar en la corrección del periódico sin que otros clientes lo supieran.

Todos recordamos algún momento memorable de nuestra cotidiana  presencia en la oficina del líder, de la Cesar Nicolás Penson 60, en Gascue. Yo, por ejemplo, guardo como tesoro en mi recuerdo aquel día que don Juan me asignó un vehículo y me aumentó la asignación como periodista de vanguardia de 60  a cien pesos mensuales.

En una ocasión, Mario, Raulin, Juan Freddy y yo fuimos convocados para ayudar a don Juan a “mudar” de un  sitio a otro, algunos de sus libreros, fue una experiencia extraordinaria compartir esa jornada con alguien que murió con la condición de prócer de la República.

Una vez, don Juan vaticinó que Mario sería un buen periodista, como así  fue;  elogiaba la poesía de Raulín y Juan Freddy,  quienes con frecuencia publicaban sus creaciones en la página cultural de Vanguardia. Yo me enrolé más como mandadero en asuntos políticos.

Raulin y yo renunciamos del Partido en 1979, junto a Tonito Abreu y muchos dirigentes más,  después de las elecciones del 78, en las que obtuvimos 18 mil votos. Juan Freddy y Mario siguieron, hasta que uno escogió el periodismo y el otro la promoción cultural.

Tiempo pasado siempre fue mejor, pero aquellos tiempos fueron muy especiales, porque  siempre la palabra compañero estuvo a flor de labio, como aquella expresión de “servir al Partido para servir al pueblo”, así como el respeto  a los métodos de trabajo, al centralismo democrático.

No me pidan que en este domingo, por favor, que  escriba  sobre el PLD de hoy. Aunque  quisiera, no puedo. Hoy amanecí con Juan Bosch en la cabeza y en el corazón.

 

 

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