Desequilibrio

 

 

 

El Gobierno  impidió el pasado miércoles una marcha que realizarían autoridades, profesores y empleados de la Universidad Autónoma de Santo Domingo en reclamo de mayor asignación de fondos para la academia estatal. Empleó armas de todo calibre, la más simple de las cuales fueron las bombas lacrimógenas.

Al tiempo que tropas de la Policía Nacional asediaban el campus universitario con gases  irritantes con  la consiguiente molestia para  residentes en la zona y entorpecimiento del tránsito de vehículos, el jefe de la Policía era sacado de una misa para ofrecer una rueda de prensa de carácter político en la sede de la institución presuntamente del orden.

El general Nelson Peguero Paredes  fue movido por el ministro de Interior y Policía, José Ramón Fadul, para  acudir presurosos a culpar a Luis Abinader,  candidato presidencial del PRM (Partido Revolucionario Moderno), de propiciar las protestas  de los universitarios frente a la desatención del gobierno  para con la  Universidad pública.

También incluyeron  en el expediente al Frente Amplio de Lucha Popular (Falpo) y al Movimiento Rebelde, que encabeza el diputado Juan Hubieres, candidato a senador por el PRM. Los dos funcionarios abandonaron una ceremonia religiosa, oficiada en la catedral primada,  con motivo del  aniversario de fundación de la Policía.

Fadul es  un político, de la política vive hace tiempo  y no sabe hacer otra cosa que política. Peguero Paredes es policía y de acuerdo a la Constitución dominicana  no puede participar en política. La formación que se le supone a su rango y al puesto que ocupa es para que advirtiera que la declaración formulada es politiquera, peor que política.

A Luis Abinader y al PRM se le  critica que han sido benévolos con el gobierno de Danilo Medina, que no han sabido explotar políticamente  los  sucesivos escándalos que lo han caracterizado. Hay quienes aseguran –me cuento-  que Medina ha permanecido en el gobierno y ha tenido el tupé de repostularse por debilidad de la oposición.

La  marcha  de los universitarios fue aprobada, previamente, en una asamblea profesoral y  -cosa poco común-  sería encabezada por el Rector, el doctor Iván Grullón, junto al  Consejo Universitario, máximo organismo ejecutivo de la casa de altos estudios. ¿Qué  pieza se le aflojó al ministro que lo condujo a la desafortunada declaración?

Faltó sensatez y también cordura. El atropello a los profesores de la UASD contradice la proclamada “revolución educativa” del gobierno. A veces una persona puede  padecer un tipo de trastorno  sin que lo adviertan quienes lo rodean. Lamentablemente los dirigentes políticos no son excepción. En ese caso es mayor el peligro. El miércoles se demostró.

rafaelperaltar@gmail.com

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