Desafíos de la educación privada

DARIO NIN

Quiero empezar este escrito  citando al Dr. Ángel Palacio, profesor de generaciones de profesionales, maestro que enseña con el alma y no le gusta ser portavoz de cuentos.

Expresa el  doctor Palacio en cita que extraigo de su interesantísimo libro “Educar es mucho más” lo siguiente: “El nombre de educación pública como opuesto a privada es sumamente curioso. Un carro en el que puede montarse todo el mundo, mediante un pago es un carro “público”. Una escuela a la que puede entrar todo el mundo mediante un pago se llama  escuela “privada”

Cito a Ángel Palacio, porque me parece interesante su observación y llama curiosamente la atención de la lógica.

Gran parte de la sociedad dominicana, curiosamente los menos necesitados de ella, elevaron un clamor que se hizo eco hasta destapar los canales auditivos de quienes tienen el poder de tomar decisiones políticas trascendentales.

4% para la educación; fue tanto el empeño, la insistencia el empoderamiento que “se hizo la luz” .

Pero este clamor no tenía el calificativo de que el 4% fuera para lo que conocemos como “educación pública”, sino para la educación en sentido general. ¡Claro la más necesitada y en desventaja hasta hoy es ésta, aunque en honor a la verdad encontramos centros de “educación privada” que dan pena y vergüenza si tomamos en cuenta  la precariedad en todos los sentidos  con la que se desenvuelven.

La preocupación de la mejoría de la educación privada, no sólo debe ser tarea de los propietarios de estos centros. No, esta preocupación debe ser compartida  en la mejor extensión del término por el Estado Dominicano.

Tal vez muchos de los que ahora transitan estas líneas, articulan el pensamiento cuestionador de: y…¡¿Por qué, si es un negocio privado¡? Sin disminuir la lógica de su pregunta le contesto lo siguiente:

Cada dominicano que está en un centro educativo privado tiene tantos derechos como los que están en las escuelas públicas.

Los padres que de alguna forma pagamos, no lo hacemos porque tengamos el dinero demás (a veces hay que hacer malabares de circo para conseguirlo) y nos metemos en eso las más de las veces sin poder como respuesta a una ineficiencia del  Estado en brindar para nuestros hijos una educación  medianamente de calidad, en un ambiente con cierta seguridad que  se trasforme en tranquilidad mientras buscamos el pan nuestro de cada día.

Si la razón anterior no fuese suficiente, debo advertir y ojo con esto, que si el Estado no va en auxilio del sector educativo privado, éste colapsará y colapsará en consecuencia todo el sistema educativo.

Si continúa mejorando el sector público, los que estamos como ya expliqué llevando nuestro hijos a instituciones de educación privada, nos iremos a reclamar nuestros derechos como dominicanos y como tributadores a esos centros públicos y dudo mucho que el Estado en las actuales circunstancias, esté en capacidad de hacerle frente a toda la formación educativa que demanda la población dominicana.

Así que el asunto es más serio de lo que pinta. Y merece una segunda parte, en la que analizaremos en cuanto le sale al Estado “producir” un bachiller con el modelo de educación pública y cuanto con  modelo de educación privada. Los técnicos de Centro Persona están depurando fórmulas para proponer una verdadera simbiosis entre los dos modelos en donde ambos salgan beneficiados y por ende la sociedad dominicana en su conjunto.

centropersona@hotmail.com

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