Criminalidad informática en internet

Ya lo había destacado el sociólogo Durkheim: “la criminalidad evoluciona y se transforma en la misma medida que lo hace la sociedad” asistimos a negocios significativos en nuestro quehacer cotidiano y representaciones de vida, básicamente establecidos por el impulso de la tecnología informática. Este fenómeno ha penetrado todos los ámbitos del quehacer humano, hasta tal punto que nuestra sociedad se ha convertido en totalmente dependiente de los computadores u ordenadores, como se les llama en Latinoamérica y en España. Más modernamente y ante la admiración del universo, las mutaciones se tornaron aún numerosamente primordiales con la aparición de una herramienta informática garantizada como Internet, que ajusta “poder de información con poder de comunicación”, imputando de esta forma una nueva realidad, sellada por dos discernimientos muy actuales: lo comprendido y lo global. La Internet ha determinado permutas en desiguales espacios de la vida humana, con un sinfín de sus consumidores en todas partes del mundo, que acuden extensión de bienes y servicios que se brindan y pueden ser adquiridos a través de la “red”, lo que la ha transformado, de eficaz medio de información a servicios integral profundamente deseado por todo negociante e industrial moderno. Es inevitable conocer y operar esa “súper-autopista de información”, ser reflexivos del poder que las tonicidades que presenta y los problemas que deben asumirse al momento de su manejo. Con la representación en el mercado de Internet, y saber al dedillo de una sociedad que juzga sutilmente la indagación, han surgido dos clases de personas: unas, las que tienen información, y otras, los que precisan de ella y están ansiosas de conseguirla. Esta últimas pueden fragmentarse a su vez en dos tipos, aquellos que utilizarán propiamente medios lícitos para lograrla y los que a diferencia de los primeros, manejarán cualquier medio para hacerse de ella y conseguir su fin. En este sentido, era de esperarse que ante el uso normal y adecuadamente lícito del mercado informático naciera, ineludiblemente, el asombro social de manejo ilícito, tramposo o criminal. De esta manera, se ha conseguido constatar diversas características de ilícitos, y muy especialmente la lindeza de perturbadas pericias de fraude y estafa a través de Internet. Sometidos y sociedades en distintas partes del mundo han sido víctimas de estas maneras, en gran suspicacia porque Internet, no es otra cosa que “una eficaz autopista de información desprovista de señales de tránsito”, de modo que son muchos los excesos que cometen los usuarios o “cibernautas” en la “red”, y no menos usuales, las iniquidades que ejecutan postulantes y solicitantes de estos bienes y servicios. Si a eso agregamos la debilidad interior que han mostrado estos apaños, y el resquicio de una medida de perfil supranacional que suplante esa extensión o falta de criterios, pues vivimos ante un terreno afianzado que favorece la tarea de muchos y muy convertidos caracteres de fraudes y estafas a través de Internet. Desigualmente señalamos frente a desafíos precisos que se trazan al Derecho Penal actual. Este argumento manifiesta una condición sin precedente, sometidos como son nuestras sensibilidades de los computadores y de los espacios informáticos. Para unos, “criminalidad informática” y “criminalidad por Internet” son dos nombres reseñados al mismo fenómeno delictivo, para otros la criminalidad informática es el género y la criminalidad por Internet la especie. Pero todos acuerdan en sustentar, que la principal y por tanto más importante manifestación criminal a través de la tecnología informática, es la criminalidad por Internet. Después de esto, encajamos creer cómo funciona la Internet, cuáles son sus herramientas, sus fortalezas y debilidades. Sólo así, logramos pasar a reconocer las formas o particularidades de manejo indebido, las cuales en algunas coyunturas, conseguimos catalogar de criminales o delictivas. Así como a través de la prensa, radio y televisión se prometen bienes de muy heterogénea naturaleza y además se promocionan servicios de disímil temperamento, tal y como sucede con los bancos y sus servicios bancarios, cuando anuncian las ventajas de sus “cuentas corrientes con intereses sobre saldos diarios”, u ofrecen tasas de interés a los ahorristas cuyas cuentas germinen ciertos montos en depósitos”; así mismo también cada vez más productos, bienes o servicios se promocionan a través de Internet. Concretamente mediante la hoja web de cada empresa ofertante, bienes y servicios se prometen y además se pueden comprar a través de la red lo que la ha convertido, no solamente, en un eficiente medio de información y de compensación de información sino en un mercado global singularmente codiciado por todo comerciante e industrial moderno. Esto es una indiscutible revolución. De modo que en la actualidad somos testigos de la publicidad y del comercio que se está desarrollando a través de Internet. Se conoce el último nacimiento de e-commerce, o comercio internacional a través de Internet, empleando instrumentos equivalentes a los e-mailes, por cuyas direcciones las empresas (comercios o industrias) venden y facturan sus productos y servicios. Igualmente los bancos ofrecen la posibilidad del home-banking para que los clientes desde su propio hogar u oficina puedan formalizar sus actividades comerciales y entusiasmarse de los servicios financieros de la institución. En Europa y los Estados Unidos de América, numerosas compañías de seguros venden y renuevan las pólizas de sus clientes a través de ese servicio. Igualmente hacen las bolsas del mundo desarrollada realizando miles de operaciones diarias de compra y venta de bonos, acciones y títulos por Internet. Todas las empresas, no importa al negocio que se dediquen, quieren tener representación en Internet. En ciertas modalidades delictivas, efectivamente arcaicas, pero muy de moda o en boga durante esta época, como son los delitos de lavado de dinero o legitimación de capitales, se estudia mucho los modus operandi o mecanismos más conocidos o comúnmente empleados para dar apariencia de licitud, esconder; ocultar o disimular capitales o bienes de procedencia ilícita. En tales casos, señalamos que la delincuencia nos lleva una delantera (dos o más años de ventaja) porque mientras aprendemos maneras conocidas por todos que son utilizadas para este fin (o mejor decir que utilizaron o ya dejaron de utilizar, para lavar dinero), seguramente al momento de este estudio o antes ya se valen de nuevas técnicas o estrategias, no conocidas para lograr el mismo resultado. Creemos que algo parecido a esto ocurre con la criminalidad informática. En materia de fraudes o estafas por Internet, la delincuencia dedicada a esto, nos lleva la delantera. Se trata de una manifestación delictiva altamente sofisticada. Asimismo se dice que se trata de delincuentes astuciosos. Otra particularidad que se encuentra es que no siempre con la comisión del delito se busca un interés económico. Aunque a veces sí como es el caso de los ejemplos que hemos planteado, pero en otras lo que sucede es simplemente ánimo de escandalizar, de sabotear. Por esto, con la personalización de algunas afirmaciones delictivas y modus operandi esgrimidos en tales procesos se puede tener una idea de cuál es la naturaleza de los actores que los ejecutan. Así, se han descrito algunas formas de manejo indebido de Internet que en algunas coyunturas se componen en auténticas actividades ilícitas o criminales. Estas-simplemente para hacer la reseña y sin ánimo de desviar el objeto del estudio- alcanzamos dividirlas en: 1) actividades que conforman delitos contra la propiedad, 2) actividades que establecen delitos contra la moral y buenas costumbres, y 3) actividades que configuran delitos contra la privacidad de las personas y sus comunicaciones. En la primera rúbrica, de delitos contra la propiedad se identifican todos aquellos que perjudican patrimonialmente a otra persona. Se trata por ejemplo, a los fraudes en general por Internet, principalmente a los fraudes mediante la estafa, la piratería, el sabotaje y el aqueo entre otros. En cuanto a los delitos en contra de la moral y las buenas costumbres hayamos la obscenidad en todas sus manifestaciones, por Internet. Y en lo que respecta a delitos contra la intimidad de las personas, nos referimos a la violación de mensajes e información que se produce a través de la red. Existen muchas técnicas de fraude desarrolladas a través de Internet, que ciertamente “entrañan una lesión patrimonial”. Podemos decir, que el manejo de Internet, para realizar pagos o enviar mensajes significativos envuelve a su vez un impresionable aumento de los riesgos de ocurrencia de fraudes o estafas, justamente por tratarse de una red abierta, a la que tienen acceso millones de personas en todo el mundo. Existen muchas técnicas de fraude desarrolladas a través de Internet, que indiscutiblemente “entrañan una lesión patrimonial”. En el presente, gobiernos y empresas utilizan Internet con la finalidad de mejorar sus servicios y para lograr mercados, en atención, pero el precio que se paga es que la seguridad de la información que manejan y de las transacciones que realizan se pierde en alto grado, si no se toman medidas de seguridad. Si no se toman medidas, la seguridad disminuye, porque existe la posibilidad de que alguien ajeno a los usuarios que se están comunicando, intercepte información perteneciente a ellos y la utilice con fines ilícitos. ¿Por qué? Porque Internet es una red abierta. Por más seguridad que se imponga en una red de este tipo, su característica principal es esencialmente, que estamos ante una red abierta. Para muchos especialistas y defensores de Internet, si se cierra la red, deja de ser Internet, y si se la regula, también, porque pierde algo de su esencia, cual es su característica de red abierta desprovista de regulación. Muchos conocedores opinan que existe una verdadera anarquía internacional, creada por y a través de Internet, y esto es precisamente lo que constituye a esta herramienta informática en un terreno fértil para el fraude, razón por la cual debe esparcirse de leyes o medidas rápidamente. Los fraudes y estafas por Internet se producen maniobrando indebidamente los e-mail messages and pay (correos electrónicos para mensajes y pagos) y los e-mail transfer fund (correos electrónicos para transferencia de fondos), Pero primero veamos la verdadera utilidad de estos instrumentos para ordenar bienes y servicios y gestionar el pago de los mismos en el comercio internacional, en tanto que los e-mail transfer fund se utilizan en el mundo transfieren fondos entre bancos e instituciones financieras dondequiera que se encuentren en el mundo. Pero resulta, que estas modernas herramientas electrónicas también han sido utilizadas como medios para la comisión de fraudes en general. Siempre interceptando primero la información valiosa que a través de estos canales se genera, y luego, utilizando la misma con el ánimo de engañar o sorprender en la buena fe a otro, induciéndolo al error, en búsqueda de un provecho injusto en detrimento de alguna persona natural o jurídica. En otras palabras, siempre el medio o canal a través de Internet, es un e-mail o correo electrónico, en el que usurpando identidad se utilizan ilícitamente datos tales como números de cuentas bancarias, claves secretas, números de tarjetas de crédito, con la finalidad de girar instrucciones para enviar dinero al destino que desea el estafador

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