Cosas de San Cristóbal: La protesta de 1962 (6ta. Parte)

Vimos en la entrega anterior, el nombramiento de don Sócrates Barinas Coiscou como Gobernador provincial. La admirable participación del  coronel Enrique Casado Saladín ante la protesta y, por último, la muerte del jovencito Francisco Aquino Isabel.

Prosigamos:

      Los padres del menor victimado fueron los señores Juan Aquino y Sergia Isabel, y hermano menor de los comerciantes Andrés y Luís Aquino Isabel, en esta comunidad.

        Diez civiles más once uniformados recibieron heridas y algunos fueron hospitalizados, los primeros por disparos y los segundos por piedras lanzadas desde lugares resguardados.

        El hospital y sus áreas contiguas se congestionaron con la muchedumbre que fue allí para ver al fallecido y a los heridos, lo que conllevó momentos difíciles para el personal médico, porque no podían hacer su trabajo con las condiciones requeridas.

 Las madres y familiares que acudieron al centro hospitalario, más grupos de jóvenes haciendo juramentos de venganza, originaron un estado de desasosiego tal que obligó a que el Director del hospital, Dr. Hernán Cruz Ayala, se dirigiera a todos los presentes rogándoles calma y paciencia para poder laborar con la tranquilidad que la medicina exige.

EJERCITO

        Ante la situación que vivíamos, el Dr. Cruz Ayala hizo una llamada telefónica al coronel Casado Saladín para pedirle en nombre de la población, interponer sus mejores oficios para que las fuerzas policiales que patrullaban las calles fueran retiradas, porque el pueblo estaba muy alarmado y dispuesto a continuar con las refriegas, y éstas podrían propagarse a las áreas del recinto hospitalario por los heridos civiles y policiales, de los dos bandos, que ingresaban a cada momento.

Enrique Casado Saladín
Enrique Casado Saladín

 

El coronel Casado respondió que ya se había dirigido a la superioridad sugiriendo que la policía fuera extrañada de los recorridos y en su lugar montar servicios con patrullas militares. En lo que Casado esperaba la respuesta del gobierno, la policia continuaba en las calles persiguiendo a los revoltosos. Entonces los guardias acantonados en la fortaleza se removieron y como casi todos eran nativos de San Cristóbal, de alguna manera comunicaron a los grises que si mataban otra persona más bombardearían el cuartel policial con artillería pesada.

        Esto último se filtró a la población y ocurrió además que los presidiarios de la cárcel pública, enterados de los acontecimientos y notando el nerviosismo de los militares, solicitaron a éstos su excarcelación “para combatir al lado del pueblo”. Pero la guardia prefirió no tragarse esa “carnada” y los reclusos amenazaron con crear un motín, no siendo posible, por la decidida intervención del procurador Fiscal, Dr. Bolívar Soto Montás.

        Adjunto a la amenaza del Ejército, vino la orden de traslado del coronel policial Samboy y su gente, por suerte, asumiendo los militares el dominio de la situación pública, acción ésta que normalizaría los calenturientos ánimos ya que todos sabíamos que no estaba en el interés del Ejército atropellar a la ciudadanía.

        Esta saludable determinación tronchó un proyectado asalto que los jóvenes socialcristianos, dirigidos por: Homero Ramírez Miranda, Príamo Risk Pereyra y Franklin Arias Uribe, les harían a las patrullas policiales en esa noche y bien recordamos la negativa del Dr. Mario Read Vittini a que se realizara, manifestándonos que no sería más que una locura que conllevaría a una carnicería innecesaria por demás.

TOQUE DE QUEDA

        El Consejo de Estado, impuso el toque de queda en la ciudad, de siete de la noche a cinco de la mañana. Por medio de decreto, del día anterior, y en vista del estado de emergencia nacional legalmente declarado, estableció: “Se restringe la libertad de tránsito en todo el territorio de la ciudad de San Cristóbal, hasta disposición en contrario”.

 

En horas de la tarde, fue celebrada una reunión en el Club Casino San Cristóbal, en la cual se constituyó un comité de vigilancia cívico-militar, integrado por personas del pueblo y miembros del Ejército Nacional, “para prevenir desórdenes que pudieran promover elementos de ideas extrañas”, dicho así:

        Resolvieron, que los policías no saldrían durante el toque de queda y también se invitó al pueblo a proseguir con la huelga, pero de forma completamente pacífica. Por primera y única vez en la historia del país, se impidió el tránsito de la policía en un estado de emergencia.

        Durante la reunión, hablaron los señores Sócrates Barinas Coiscou, Mario Read Vittini, Adriano Uribe Silva, Frank Díaz Peralta, Rafael Tulio Pérez de León, Eliazar Montás Bazil, Ramón Antonio Pérez Medina; don Bienvenido de León Valdéz (Síndico Municipal) y, el Coronel Casado Saladín.

Al finalizar la tarde, reinaba una calma aparente, aunque se comentaba que por la oscuridad que imperaría durante la noche ocurrirían acontecimientos inesperados. Por suerte nada de contar sucedió en esa noche.

Aparte de las protestas de San Cristóbal, había graves desórdenes en Puerto Plata y Santiago. El gobierno emitiría en este día un comunicado en el cual, se dispuso lo siguiente:

“Los desórdenes que han arrojado un trágico balance en vidas humanas y daños a la propiedad pública y privada, tienen su orígen en las actividades subversivas desarrolladas por facciones comunistas que operan dentro del país, adheridas a partidos políticos y grupos reaccionarios plenamente localizados”.

        Expresaba, además, que los rumores que se difundían en cuanto a la posibilidad de que el Gobierno Nacional “convirtiera a la ciudad de San Cristóbal en común asimilada a la provincia de Peravia, han sido puestos en circulación con el propósito de exaltar a los ciudadanos de esa localidad y utilizar, posteriormente, el resentimiento popular para realizar actos de violencia con fines políticos”.

 

        En un discurso transmitido por radio y televisión a todo el país, el consejero don Antonio Imbert Barreras expresaba su alerta para que “La nación no caiga en los extremos de una dictadura derechista o de izquierda y previniendo también al pueblo contra la anarquía”

La razón o motivo de esta alocución y del comunicado hecho público por el Consejo de Estado, en donde se habla de  “grupos reaccionarios plenamente localizados”, estribó  en que el gobierno alegaba que la desterrada familia Trujillo estaba detrás de todos estos inconvenientes.

        Y nadie mejor que uno de los miembros de la conjura que derribó la dictadura de Rafael Trujillo Molina, para hacer la advertencia considerada oportuna por el Consejo de Estado. (Continuará)

jpm/of-am

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