Como cada cabeza es un mundo: Por sus frutos los conoceréis
Cuando me pongo a revisar los artículos de opinión que escriben y publican las personas, me da satisfacción ver cuántos puntos de vistas se ponen de manifiesto sobre un mismo tema. Como dicen, cada cabeza es un mundo, y yo agrego, un mundo que hay que respetar.
Entonces, reflexionando me pongo a pensar y me parece que todos tienen algo que decir. Las almas se tienen que expresar, porque expresándose, dejan salir lo que tienen dentro, y de alguna manera, al dejar salir lo que tienen dentro, se dan a conocer.
Cuando una persona escribe y publica lo que escribe, aunque no se dé cuenta, se da a conocer, y en ese darse a conocer, poco a poco se revela, se pone al descubierto. Puede que escriba con la intención de esconder la verdad, pero aun así se pone al descubierto; y si intenta proyectar una imagen falsa de sí mismo, de todos modos se pone al descubierto.
Y es que el que escribe y publica ya no es totalmente un desconocido, poco a poco, se va haciendo una persona pública. El que escribe y publica lo que escribe, no puede vivir escondido, llevará una vida normal como la de cualquier otra persona, una vida cotidiana.
Lo que significa que tendrá que salir a la calle, relacionarse con determinado grupo de personas, tendrá que ir al trabajo, desarrollar actividades para ganarse la vida, también para divertirse. De alguna manera se pone al descubierto, porque es imposible vivir oculto.
Así que, mi punto de vista es que el que escribe artículos de opinión buscando confundir o engañar a los lectores, se engaña a sí mismo, porque resulta que el que se sienta a leer un artículo de opinión, de seguro tiene el suficiente discernimiento para darse cuenta si es una opinión con intención de engañar, o si es una opinión que proyecta genuinamente lo que el escritor cree sobre un determinado tema.
Además, quienes leen esos artículos tiene todo el derecho a disentir de lo que están leyendo, y formarse su propia opinión sobre el tema, lo que no exime de ninguna manera, al escritor del artículo del derecho de tener su propia opinión y hacerla pública, si posee el don de la comunicación.
Todo lo contrario, si poseyendo ese don, no hace uso de él para enriquecer el acervo cultural de un determinado conglomerado, o para hacer llegar a la sociedad una determinada enseñanza, o pensamiento filosófico, si se quiere, religioso sobre una cuestión en particular, entonces puede que esté siendo irresponsable respecto al don que le ha sido otorgado, o que posee por naturaleza.
Por eso celebro y animo a las personas que tienen deseos de expresarse y hacer público lo que piensan sobre algún tema en particular, a que escriban, busquen un espacio para hacer llegar al público sus opiniones mediante artículos, siempre que tengan el don de escribir.
También es de valientes escribir y hacer público lo que piensa sobre algún tema en particular, especialmente en un ambiente tan cargado de vibraciones negativas y sentimientos destructivos, donde juzgar a las personas y tratar de dañar imágenes parece ser uno de los deportes favoritos de algunos.
Y la valentía se expresa en mucho mayor grado cuando los temas tratados tienen por alguna razón a la sociedad moderna en contra. Cuando se es capaz de expresar vivencias que te han llevado a la comprobación personal de la existencia de un ser que simplemente ES, y al definirse a sí mismo como el “YO SOY”, también se define como eterno y trascendente.
Pero es imposible callar cuando te han dado la oportunidad de descubrir y vivir esa maravilla; cuando has podido probar el sabor de una presencia abarcadora y singular que te estremece y a la vez te calma y te llena de paz, cuando te han hecho vivir la experiencia del amor.
Cuando se ha hecho realidad en ti la promesa que dice: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá» (Mateo 7:7-8).
Y cuando traigo a colación esa promesa, no me estoy refiriendo a pedir, buscar o abrir para recibir cosas materiales, me refiero a pedir, buscar y abrir para recibir y encontrar lo que verdaderamente necesita el ser humano: sabiduría, esa sabiduría que al revelarse en ti, te lleva a la Verdad que a la vez te lleva al Amor que es la vida misma en plenitud, la tan deseada libertad.
Y es que también fue dicho: “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (Juan 8:31). Esa libertad trascendente es la que te da una felicidad trascendente y eterna. ¿Cómo después de haber recibido la gracia de conocer todo eso que he mencionado, puedo quedarme callado?
Proclamar eso que se te ha dado, porque lo has pedido, lo has buscado y porque lo has llamado, porque todo eso es revelación, es el Padre, es el Hijo y es el Espíritu Santo, no es solamente un mandato de Jesús, (Marcos 16:15) sino que es una acción casi involuntaria de mi alma, una expresión espontánea de mi ser.
De modo que al escribir un artículo de opinión, al igual que hacen muchos otros, aunque no sea intencional, aunque no lo quiera, me doy a conocer, me revelo, quedo al descubierto, y es algo que en vez de preocuparme, me agrada, porque me obliga a mirarme a mí mismo, a revisarme siempre, para poder corregir los posibles errores que cometa.
Por eso cada artículo de opinión que escribo es un poco de mí, de mi vida, de mi experiencia y de mi ser, para qué negarlo si somos lo que hacemos, así también está dicho: “Por sus frutos los conoceréis» (Mateo 7:16).