Alci De La Rosa
Con sus excepciones, que tal vez no sean pocas; si hay dos sectores colmados de ingratitudes en la República Dominicana, estos son: los periodistas (en ello se incluyen locutores y arribistas comunicadores de nuevo cuño), y los representantes de nuestra música popular.
El agradecimiento generacional, no es el fuerte ni de los periodistas ni de estos músicos del patio; ya dijimos que hay excepciones. Se caracterizan por un pendular sico-social y económico que defenestra lo esplendente de nuestra gente humilde y, en muchos casos, de los barrios, colegas y otrora circunvecinos que de algún modo, nos han formado.
No hay nada más petulante que un periodista “pegado” clientelar o cobijado por stablishment, y un músico fulgurando en el firmamento artístico.
¿Qué nos motiva a someter estas consideraciones? Pues bien, el que escribe conoció y trató a Alci De La Rosa en dos etapas de nuestra vida; cuando siendo un imberbe, era dado a faenas musicales (una faceta desconocida por la mayoría de periodistas de nuestra contemporaneidad), y luego, al incursionar en el periodismo.
Al momento de elaborar este artículo, todavía no se sabía nada sobre el paradero de Alci, cuyo verdadero nombre es Alcibíades. Pero al margen de esa incertidumbre y el debate de algunos acontecimientos políticos que, de alguna forma, han opacado el interés sobre su reciente desaparición; si ACROARTE, algunos locutores y periodistas se han manifestado al respecto, luce que esto, más que por sensibilidad; es por guardar las apariencias.
No concebimos que a la desaparición de Alci, no se le haya dado la cobertura necesaria. Este suceso debería escandalizar y preocupar a los veteranos insertos en los medios de comunicación, que bien le conocieron. No le vamos a exigir lo mismo a noveles comunicadores.
Debemos entender que Alci, quien como siempre nos saludó efusivamente cuando nos encontramos en el pasado verano de este año en la peatonal calle El Conde, siempre ha mantenido (mantuvo), una actitud de bajo perfil, pero siempre fue solidario y, sobre todo, exhibió un don de gente adornado de afabilidad.
Se deduce que, -hasta donde entendemos-, Alci, no era un individuo dado al clientelismo político y mucho menos tenía un apellido sonoro. De haber sido así, hasta el propio presidente Danilo Medina, como en otras ocasiones y con gente que ni siquiera ha tratado en lo personal; desde ya se hubiese lamentado, públicamente, por su desaparición.
Y, aunque esas condolencias muchas veces obedecen a cortesías y retortijones mediáticos; de seguro, habrían impactado en organismos represivos u opresivos como la Policía Nacional y, su vocero Jacobo Mateo Moquete, en más de una ocasión, se hubiese pronunciado en torno a esta sensible pérdida. Hasta ahora persiste la versión de que se habría suicidado.
Sin embargo, en lo que a nosotros respecta, nos satisface y estimula que el cronista de espectáculo, Aridio Castillo, un jovencito inquieto que creció en nuestra barriada, cuando nació Lenin Arturo, nuestro primer hijo, cuya familia residía en la Calle Caracas a esquina Vicente Noble en Villa Francisca; se haya quejado con vehemencia ante la presunta negligencia mostrada por ACROARTE y otros sectores mediáticos; tras la desaparición de Alci De la Rosa.
Castillo, quien se inició como cronista en Radio Cristal cuando éramos del equipo noticioso de esa emisora; manifestó que, presuntamente, Alci había contraído una deuda de más de cien mil pesos en la Dirección General de Impuestos Internos (DGII); estaba abrumado y deprimido. Castillo dijo que sus colegas de ACROARTE donde era directivo, al momento de tan infausto suceso, tenían conocimiento sobre la citada deuda.
Lamentamos la desaparición del noble Alci y, aunque nos duela decirlo; cada vez más estamos convencidos de que, si un comunicador es modesto, pero coherente y refugiado en la anonimia; es ignorado. No sólo por las grandes masas irredentas y alienadas de nuestra sociedad, sino por los colegas de los medios y músicos del ámbito popular a lo que alguna vez, Alci; les dispensó aliento y solidaridad.
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