Agenda por escribir

La agenda nacional se ha escrito con letras minúsculas y apenas si  comienzan las anotaciones. No es una agenda nacional de desarrollo y progreso, como planifican los teóricos y los empresarios, sino el impulso para llevar una mejor vida para todos los dominicanos, con el nacimiento de la democracia en esta tierra.
Desde que Juan Pablo Duarte estructuró el movimiento político y social, rodeado de hateros y artesanos, que parió la Patria un 27 de febrero, la democracia ha sido un fantasma a nuestro derredor. Solo hemos conocido las dictaduras, y los gobiernos soberanos sólo son relámpagos en una tormenta.
Todo está por  ejecutar. La misma desigual distribución de riquezas que habría hace cien años, es la que impera hoy. Es más, en este campo se estaría dando un retroceso, porque están los mismos ricos, y un ejército de pobres que crece cada día más.
Es imposible en el mundo de hoy pensar en el gobierno de una clase, por lo menos en República Dominicana, donde sería novelesco levantar un libro rojo y decir que el paraíso es para el proletariado o el campesino. Sueños carcomidos, caídos con los estertores de un socialismo que no se pudo mantener en el poder.
Para que un país viva en democracia no solo se necesita que haya dos o tres pensadores que exalten el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo. Eso no pasa de sofisma y palabrería que se encuentra en cualquier libro barato. Lo importante  es convertir la idea en realidad.
Pero no pàra ponerla en lo alto de un pizarrón, sino que su carga real se cumpla. Comida para todos, asistencia médica para todos, educación para todos, derecho a la vida para todos. Si no hay facilidades para la alimentación, la asistencia médica, la educación, la democracia no es nada.
De ahí que los postulados que dieron nacimiento a la República Dominicana siguen esperando. El derecho a que todo hombre sea libre, y tenga pleno disfrute a la vida tiene que concretarse, aunque hoy es un inalcansable. Los políticos alejan cada día más que esas aspiraciones se conviertan en realidad.
La mayoría de los que tercian en política-partidista lo que buscan es dar el salto social.  Como los peloteros, que siendo del barro gracias a su sudor y su esfuerzo llegan a ganar millones de dólares, los politicos esperan que con promesas que se las lleva el viento, hacerse millonarios y dar su propio salto a la fama.
A pesar de las malas acciones de sus conductores ocasionales, los pueblos quieren cambios. De hecho, el éxito de muchos mentecatos sociales se debe a sus promesas, que encantan multitudes que esperan un mesías, y encuentran a un pícaro juglar.
No podemos perder la esperanza de redención y mejorías. De lo último que el ser humano puede despojarse es de su propio derecho a tener ilusiones y una esperanza parecida a una luz que se divisa en el horizonte. La única lección es caerse y levantarse, creer, desengañarse y seguir la senda sin volver la cabeza atrás.
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