A la larga tendremos que chupárnoslos

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EL AUTOR es abogado y comunicador. Reside en Nueva York.

Este parecería un titular morboso, si es que usted no lee el cuerpo de este artículo y solo se queda en el título, pero si no tomamos cartas en el asunto, en verdad, al final tendremos que cargar con una población compuesta por  más de 10 millones de nacionales haitianos que en un corto tiempo se quedarán sin un suelo que les abastezca los productos necesarios para alimentarse.

Al ritmo que marcha la desforestación de la parte occidental de la isla, al cabo de 30 años, a lo máximo,   veremos como esta parte de La Hispaniola se convertirá en el primer desierto del Caribe tropical, pues los pronósticos de los especialistas indican que el nivel de deforestación en Haití alcanza más del 98 por ciento y que el mismo ha acelerado la vulnerabilidad de ese país a riesgos y desastres medioambientales.

Una voz de alerta ante lo que podría suceder en el futuro cercano en Haití, de continuar la devastación de lo poco que queda en la foresta, ha sido  la tragedia ocurrida en el 2010 cuando  un terremoto 7,0 grados, generado a una profundidad de 13 kilómetros con sus subsiguientes réplicas, causó más de 200 mil muertos, cientos de miles de heridos y ciudades totalmente devastadas.

Nuestro pueblo, siendo el vecino más cercano,  sin pensarlo dos veces, anduvo raudo para auxiliar en su desdicha a los hermanos haitianos.    Para ellos habilitamos todos los hospitales del Estado, tanto en  la frontera imaginaria que nos separa como los del Cibao, Sur y los de la capital de la República.   A un solo ritmo, todos nos dedicamos a procurar la recuperación de nuestros colindantes.   La solidaridad es una de las características especiales del pueblo dominicano.

El daño del terremoto aun es padecido por los haitianos  y muchos de ellos, tras la acogida que en ese momento les ofreció la Republica Dominicana,  optaron por quedarse residiendo ilegalmente en este país.  Parte de éstos actualmente se declaran ante instituciones internacionales como apátridas colocando a los dominicanos en una difícil situación.

Haití tiene un problema medioambiental creciente debido a que la tala indiscriminada de unos 15 millones de árboles anualmente para la industria maderera y fabricar carbón vegetal como método de subsistencia. Ello  ha dejado la  tierra cansada e improductiva con solo un 2% del suelo arbolado.   De no detenerse este problema, podría repetirse el acontecimiento del 2010, con consecuencias para la República Dominicana  otros  países del Caribe.

Lo que ocurriese a los vecinos se reflejaría inmediatamente en nuestro país pues tendríamos, no solo que aperturar  otra vez nuestros hospitales sino acoger en calidad de refugiada a una población cuyos dígitos casi doblan los nuestros ya que países como Estados Unidos, Canadá, Europa y otros  del Caribe están colocando restricciones de entrada a los haitianos. Por  vía de consecuencia,  a la larga la República Dominicana, con una pobre economía en crecimiento, tendría que chuparse a los colindantes.

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