Venganzas y promesas
Amontonados en una sola dirección y con estrategias de venganzas y promesas, el proselitismo político se ha convertido en una trampa que funciona perfectamente a la medida, dejando en la cola del olvido los pensamientos vanguardistas impuestos y creados por otrora líderes, como los Juan Pablo Duarte, Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez.
La campaña política que postula en toda la geografía de la isla dominicana, está segmentada por una aureola lógica de mentiras y verdades. Verdades, porque los aspirantes a senadores, diputados, alcaldes y regidores se las pasan haciendo ofrecimientos mezquinos que nunca van a cumplir y mentiras, porque sabiamente se mantienen a la expectativa de los errores que comenten los contrarios para enmarcarse en debates e incurrir en acusaciones intestinas.
En la lógica del comportamiento, los partidos políticos están rodeados y dirigidos por vagos, oportunistas, busca vida y analfabetas con títulos Summa Cum Laude, con el interés sustentado en quien podría dar el más duro golpe para ocupar el mayor espacio y pronunciar el más florido discurso para silenciar al contrario, sin tomar en cuenta que hay todo un pueblo esperando que se cumplan las promesas.
Viéndolo desde una óptica cuasi negativa – claro sin pescar de pesimista- la estrategia de campaña actual está segmentada por el egoísmo, la envidia y la continuidad en el palacio, el congreso, los ayuntamientos y hasta en la propia justicia, donde quienes ostentan los puestos no quieren abrir el paso a otros aspirantes, implantando dictaduras, como las impuestas por los expresidentes, Rafael Leónidas Trujillo Molina y Joaquín Balaguer, quienes no permitían ser sustituido por temor a perder el trono para interferir en los poderes.
La proliferación de discursos nauseabundos es constante, sin recursos literarios, sin cultura general; y lo más inusual; sin conocimientos de la economía se refieren al tema como si los votantes fueran ciegos o analfabetos funcionales que se atascan frente a una tarima a escuchar sus sandeces hipertrofiadas y sin fundamentos de causas.
Los principios son fundamentales si se quiere actuar apegados a la verdad, ética y moral, ya que según la ciencia «la política es una actividad ideológica destinada a la toma de decisiones de un grupo para alcanzar objetivos y el ejercicio del poder para la solución de conflictos sociales, sin embargo la partidocracia la entiende como una parcela para beneficios personales y particulares, para actuar en común acuerdo con sus benefactores.
Es un conglomerado que impera en los partidos tradicionales, financiados con recursos del Estado por la Junta Central Electoral (JCE), que actúa en base al fraude desmedido y dirigen sus causas favoritistas a su merced, sin importar el daño que provoquen, porque para ellos lo más importante es el privilegio, poniendo de manifiesto los principios del Príncipe, Nicolás Maquiavelo de que “el fin justifica los medios” y «la política es el arte de lo conveniente».
Juntos son dinamitas, como se dice popularmente, porque uno es el protector del otro y lo que importa es llegar a ocupar un cargo sin importar el costo o la inversión que conlleve, venga de donde venga, asi sea del narcotráfico organizado e imperante en la República Dominicana, aunque al final del túnel se produzcan acusaciones que rompan el cerco de la moral y; que de nada valdrían, porque a fin de cuentas «el poder es para usarlo».
Para muestra un simple botón. El presente año estuvo mediatizado por una promoción desmedida que recorrió los medios a nivel mundial, con las acusaciones del capo dominicano, Quirino Ernesto Paulino Castillo, auspiciador de un tramo de la campaña del expresidente Leonel Fernández, quien supuestamente se negó a pagarle 200 millones de pesos que le había prestado, mientras la justicia no hizo nada en cuanto a esos cuestionamientos y mucho menos investigó al narcotraficante.
Entre los Partidos de la Liberación Dominicana (PLD) y Revolucionario Dominicano (PRD), surgieron desórdenes y acusaciones que rompieron todos los esquemas, sin embargo, hoy promueven los mismos principios, poniendo en la postrimería los desacuerdos y actuando en común para dividirse el pastel, dejando a un lado la plataforma de trabajo realizada por aspirantes a cargos electivos en diversas provincias, ejemplos, Manuel Jiménez y Minu Tavárez Mirabal, quienes pasaron toda una vida trabajando y promoviendo los principios de su mentor el profesor Bosch.
A fin de cuenta, la República Dominicana ha perdido el sentido de gobernabilidad, porque todos los gobiernos se han manejado de acuerdo a los intereses de sus allegados, invirtiendo la mayor parte de los recursos del estado en campaña mediática y proselitismo político, sin tomar en cuenta que la mayoría sigue a la espera de que le resuelvan los problemas de servicios básicos por los cuales pagan sus impuestos.
Sin solidaridad e inversiones que contribuyan al sostenimiento de una economía de desarrollo, no puede haber gobernabilidad.
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