¡Vamos de compra!

La medicina preventiva no se vende, ni los propios pacientes la compran, la atrofia del paladar se los impide, prefieren el ritual de la pastilla, el fastidio de la consulta médica, que sustraerse al comestible venenoso. Si previniéramos las enfermedades, que sería del negocio de la salud, fracasaría, los hospitales se convertirían en salas de curanderos. La enfermedad es necesaria, mientras más enfermos, más desarrollo económico. La psiquiatría ortomolecular no se vende, dado que a través de grandes dosis de vitaminas en vena, eliminamos las imágenes inexistentes de la conducta impropia del desequilibrio químico cerebral que afecta al esquizofrénico. La clonación se ha convertido en el grito de la moda, la ingeniería genética nos ha propuesto la bizarra idea de la inmortalidad, la leche de vaca humana. Ya veremos mutaciones de nuestra especie, dolencias del ganado vacuno compartidas. El presente se ha colmado de escalofriantes augurios, los vegetarianos han perdido la batalla de la salud con la ingesta de la soya y el miso transgénico. Acaso se nos ocurra clonar a un humano que trabaje un mes sin moverse de una silla, colocándole una tuerca a un tornillo. Los campesinos que no hayan vendido sus tierras serán los próximos longevos con raciocinio, aquellos que tomen del suelo los alimentos en su estado más primitivo y que conviertan a los animales de corral en parte de su dieta. La industria de los comestibles ha ganado la batalla de la extinción de la especie. No todo está perdido, hemos creado a un humano mas resistente a nuestras condiciones ambientales, nos hemos compensado. Si sometiéramos a un aborigen de la selva amazónica a nuestro apocalipsis ambiental, perecería. La ficción de nuestro genio ha llegado a tal grado de experimentación que pudiéramos crear a un clon que su cabeza fuera de humano, las alas de un águila y el cuerpo de un ratón. Valdría millones, competiría con las propias vacas que se clonan, las más caras del negocio. Vamos de compra, el mercado cibernético se ha burlado del surrealismo y de la mente más afiebrada de sus defensores. ¡De prisa, se acaba la mercancía, se descontrolan los precios, se enloquece la demanda!

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