Vacilación presidencial

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No cabe ninguna duda de que para el presidente Danilo Medina la cuestión de Loma Miranda es lo que popularmente se tiene como “un clavito en el zapato”, situación que lo torna vacilante. De un lado están los intereses del pueblo que es su mandante, al que como mandatario debe responder, defendiéndolo; por otro, los intereses de un monopolio internacional amparado por gobiernos, instituciones crediticias, comerciales y diplomáticas, nacionales y extranjeras, a quienes teme. Es una situación conflictiva, pero tiene que decidirse: Con el pueblo por convicción, o con los que se oponen al pueblo por temor, y así, la pérdida de su prestigio político. No hay término medio. Algunos de sus ministros y funcionarios de Medio Ambiente, de manera pública, aunque con lenguaje ambiguo, se han expresado a favor de que Loma Miranda sea explotada en beneficio de FALCONDO, aun sabiendo las graves consecuencias que para la salud y el bienestar de la nación ello representa. Hay quienes han querido justificar que el Presidente de la República, el 27 de febrero, no tocara el sensible tema de Loma Miranda, aduciendo que la Constitución lo que manda al Presidente en la citada fecha es: “depositar ante el Congreso Nacional -al iniciarse la primera magistratura ordinaria del 27 de febrero de cada año- las memorias de los ministros y rendir cuenta de su administración del año anterior. Resulta sin embargo que la misma Constitución antes citada dice en su artículo 40 que: “a nadie se le puede obligar a hacer lo que la ley no manda, ni impedírsele lo que la ley no prohíbe” Y nada impide ni prohíbe al presidente referirse a algo que el pueblo quiere y que viene manifestando desde el año anterior, como tampoco podría criticarse que el mandatario se refiera a algo que está por construirse y que igual a Loma Miranda ha venido discutiéndose desde el pasado año, como son los casos de la carretera San Juan- Santiago; la extensión de la línea II del Metro y la construcción de la ciudad Juan Bosch. El pueblo dominicano quiere que Loma Miranda sea declarada Parque Nacional, como puede verse en la posición de la Academia de Ciencias de la República Dominicana; la declaración conjunta de los obispos católicos, y reclamos de pastores evangélicos, con el apoyo de sus feligresías; profesionales y estudiantes; medianos y pequeños empresarios; agricultores, sindicatos y la sociedad civil no contaminada con la corrupción y el servilismo, o embrutecida por la acción mediática. Si eso no basta, y el presidente necesita justificar su conducta , estando seguro de que actúa correctamente, que aplique el informe del PNUD solicitado por el gobierno el cual revela el daño irreversible que provocaría al país la explotación de Loma Miranda. O llame a un plebiscito transparente en la provincia de La Vega, y así lo que el pueblo soberano decida y mande es lo que debe hacer, terminando de ese modo democrático, la peligrosa vacilación que podría afectar no sólo el interés nacional que es lo más importante, si no también su propia salud. Que es necesaria.

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