Urgente replantear las prioridades del desarrollo económico

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El autor es dirigente de Alianza País. Reside en Boston.

POR LUIS CASTILLO

A lo largo de más de tres décadas, República Dominicana ha experimentado un crecimiento económico sostenido que la ha posicionado como una de las economías más dinámicas de América Latina.

Para 2024, se estima un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del 5 %, con un PIB per cápita proyectado de US$ 11,200 y un flujo de divisas de US$ 43,000 millones. Estas cifras deberían ser motivo de orgullo, pero detrás de ellas se esconde una dolorosa realidad: este crecimiento no se traduce en bienestar para la mayoría de la población.

El país parece rico, pero está lleno de gente pobre. Las estadísticas oficiales celebran el crecimiento económico, pero no explican por qué, a pesar de los avances, millones de dominicanos siguen viviendo en la pobreza, sin acceso a servicios básicos de calidad como salud, educación y vivienda.

El desarrollo económico ha sido incapaz de transformar estructuralmente la sociedad. ¿De qué sirve un PIB de US$ 130,000 millones si una gran parte de la población no puede acceder a las oportunidades que deberían derivarse de ese crecimiento?

La economía no representa al pueblo

Este crecimiento ha beneficiado principalmente a sectores privilegiados y a un pequeño grupo empresarial que controla gran parte de los recursos del país. Mientras tanto, los sectores populares y rurales, que constituyen la mayoría, no ven mejoras significativas en su calidad de vida. El déficit fiscal del 3.1 % del PIB y la deuda pública consolidada del 61 % del PIB reflejan un Estado que prioriza el endeudamiento para sostener un modelo económico que no es inclusivo.

El mercado laboral, que debería ser el motor para sacar a la población de la pobreza, sigue caracterizado por la informalidad y salarios insuficientes. Según datos oficiales, más del 50 % de los trabajadores no tienen acceso a seguridad social, lo que perpetúa el ciclo de pobreza y vulnerabilidad.

La humillación de los pobres

Es una humillación para los dominicanos de a pie, aquellos que cada día luchan por sobrevivir con ingresos que no alcanzan para cubrir necesidades básicas. Este crecimiento económico, celebrado por el gobierno y las élites, no representa a quienes no se sienten parte del progreso del país. ¿Dónde están los beneficios para los más necesitados? ¿Dónde está la inversión en educación pública que forme a las próximas generaciones? ¿Dónde está el sistema de salud que garantice dignidad a los enfermos?

Un crecimiento que perpetúa la desigualdad

La concentración de la riqueza en pocos sectores económicos, como las zonas francas y el turismo, contrasta con la precariedad de los pequeños agricultores, los comerciantes informales y los trabajadores urbanos. Mientras el país exporta bienes por US$ 11,888 millones, las importaciones alcanzan los US$ 27,683 millones, dejando un déficit comercial de US$ 15,794 millones. Esta dependencia de bienes extranjeros y la falta de industrialización local perpetúan la desigualdad económica.

Una economía que no transforma vidas

El problema de fondo radica en que este modelo económico no tiene como objetivo transformar las vidas de los dominicanos. Se enfoca en indicadores macroeconómicos, pero ignora las realidades microeconómicas de los hogares. Una economía que no puede sacar a su gente de la pobreza no es una economía que sirva a su pueblo.

Es urgente replantear las prioridades del desarrollo económico en República Dominicana. El crecimiento debe traducirse en políticas públicas que garanticen equidad. Esto incluye una reforma educativa integral, un sistema de salud robusto, acceso a vivienda digna y programas de generación de empleo que permitan a las familias superar la pobreza.

El verdadero progreso no se mide solo por el PIB, sino por la capacidad de un país de garantizar que todos sus ciudadanos, sin importar su origen o condición, puedan vivir con dignidad. Si República Dominicana quiere salir del tercer mundo, debe empezar por incluir a los más necesitados en su proyecto de desarrollo. Hasta entonces, el crecimiento económico seguirá siendo un lujo que solo disfrutan unos pocos, mientras la mayoría queda atrapada en la pobreza y el abandono.

JPM

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