Una cumbre y un funeral

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EL AUTOR es periodista. Reside en Santo Domingo.

Para entender por dónde marcha América Latina hay que comparar la cumbre Iberoamericana, en Cuenca, Ecuador, con la de líderes  del Foro de Cooperación Económica Asia Pacifico (APEC), en Lima, Perú. A la primera solo asistieron  como jefes de Estado el  Rey de España y el presidente de Portugal, y la otra estuvo encabezada por los presidentes Joe Biden, de Estados Unidos y Xi Jumping, de China.

Ambas conferencias fueron celebradas de forma simultánea en países vecinos convulsionados por crisis políticas y gobernados por mandatarios con escasa credibilidad ciudadana, como el ecuatoriano Daniel Noboa, que ordenó la incursión policial en la embajada de México, y la peruana Dina Baluarte, muy apegada a relojes caros.

La Cumbre Iberoamericana, conformada por veintidós países de habla hispana y portuguesa, es un espacio diplomático y político que por más de dos décadas  contribuye con el fortalecimiento de la democracia, cooperación y desarrollo, pero esta vez la reunión se convirtió en un funeral sin dolientes.

El encuentro de líderes que tuvo lugar en Lima congregó a  jefes de Estado, de gobierno y cancilleres de veintiún países de la franja Asia Pacifico, con la presencia Biden y Jumping, los mandatarios de las  economías más grandes y del planeta. Ese podría ser un motivo del desplante de Cuenca. Solo hay que imaginarse a esos dos tiburones en tierra andina.

Una lectura más pesimista sobre la ausencia de casi todos los presidentes latinoamericanos a la cumbre de Ecuador sería que Europa, en espacial España, pierde influencia política y económica en el continente, terreno que ha ganado China, especialmente en Brasil, Perú, Ecuador, Colombia, Chile, México  y Venezuela.

América Latina navega hoy en bandolera sin poder arrimarse en firme  al puerto de interés geopolítico de Estados Unidos ni a riadas de antiguos conquistadores europeos, por lo que no pocos países se aventuran a poner proa por rutas de la seda.

China es principal socio comercial de Perú, al importar el 26% de toda la manufactura peruana, y exportar  a ese destino un 24% de su demanda, además, empresas chinas construyen el puerto peruano de Chancay que se erige  como una de las principales conexiones de Beijín con países de la costa oeste de Sudamérica.

Reserven asientos, porque  a partir del 20 de enero, Donald Trump retorna a la Casa Blanca, con un secretario de Estado de origen latino, Marcos Rubio, tipificado como halcón que odia la comida china, por lo que se prevé fuerte confrontación comercial entre Washington y Beijing desde el sur del Rio Bravo hasta la Patagonia.

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