Un año 2024 que se va y nos deja esperanzas
El año 2024 termina con grandes fiestas, la cena de Nochebuena con banquetes, los arbolitos y luces por doquier tanto en las casas como en la ciudad.
Los arbolitos en los parques se hicieron tendencia, el 25 de diciembre lleno de regalos y el 31 de diciembre el cielo resplandeció inundado por lluvias de fuegos artificiales, pues la gente desbordo el año viejo para entrar al año 2025 cargados de energías y esperanzas.
La celebración de la batalla de la fe, un acto donde convergen las iglesias protestantes y el discurso de evaluación del año pasado, donde se hablaba de la fe en Cristo, la ética y moral social.
Al despertar el día primero de enero nos encontramos con un alza indiscriminada de los precios de los productos de primera necesidad, un aumento en la tasa de cambio del dólar por pesos de 61.47 por uno. Se encontraron los hospitales llenos, con más de 838 de personas intoxicadas con alcohol y con más de 29 muertos por accidentes. La gente amaneció el día 1, revisando el presupuesto y el menudito que le había quedado. La «Brisita navideña» a muchos pobres no le llego y llegaba el 2025 y lo encontraba sin un centavo en los bolsillos.
El país avanza, pero solo se refleja en un pequeño grupo de la sociedad.
Vemos que al cierre del año 2024 la economía dominicana proyecta un crecimiento del 5,2% del PIB, representando la segunda economía de América latina que más creció. La deuda pública se incrementó a 59.2% del PIB, equivalente a $73,764.3 millones de dólares. No obstante, el alto crecimiento de la economía mantiene los altos niveles de pobreza y pobreza extrema. Se observa un bajo rendimiento en la educación, a pesar del 4% y el sistema de salud pública no funciona, donde a los hospitales le hace falta de todo.
El año 2025 inicia con grandes promesas incumplidas y lleno de expectativas, donde la población espera más empleos de calidad, mejores y más servicios de salud, aumento de salarios para maestros, médicos y enfermeras; que se concluyan las extensiones del metro de Santo Domingo, que se complete en las principales ciudades el transporte escolar, que acelere la construcción de viviendas para los pobres y clase media y bajen los precios de los artículos de primera necesidad.
En cuanto al contexto internacional seguiremos con el impacto de la guerra de Ucrania-Rusia, el ascenso al poder de Donald Trump en los Estados Unidos(que seremos favorecidos con el nombramiento de un embajador), las posibles deportaciones de dominicanos ilegales y el posible relanzamiento del tratado de comercio con los estados unidos y Centroamérica.
El año 2025 nos encontramos con grandes taponamientos de vehículos, con un sistema de transporte que debe evolucionar de individual a transporte colectivo; una seguridad vial que necesita de planificación vial, semafórica y de cámaras de seguridad como apoyo a la circulación y a las personas. Hay que fortalecer la vigilancia y control de tránsito para evitar los accidentes.
El año 2024 nos deja con una secuela de feminicidios que en vez de ir en descenso han aumentado de un año para otro. El pastor Ezequiel Medina relaciona estos crímenes a la falta de acompañamiento de los padres a sus hijos y a una falta de temor y amor a Dios. Parece que los valores cristianos y familiares están en decadencia y es hora de endurecer la ley. Es tiempo de que los padres dediquen más tiempo a sus hijos y le transmitan los valores éticos y morales que sustentan una vida digna y en paz.
La República Dominicana tiene la esperanza que se desarrollen jóvenes en el mundo de la inteligencia artificial, que se le ofrezcan oportunidades de estudios a los jóvenes, un país más inclusivo, con menos corrupción; con menos feminicidios, con menos accidentes de vehículos, con instituciones solidarias. Con autoridades competentes y responsables y con ciudadanos que promuevan la paz, respetando y haciendo respetar nuestra constitución y nuestras leyes. Un presidente de todos los dominicanos.
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