Turismo: Una moneda de dos caras
El turismo es como una moneda: una cara reluce con desarrollo, la otra revela sombras de desigualdad. En Verón-Punta Cana, la comunidad del Hoyo de Friusa representa esta dualidad. Por un lado, hay dinamismo económico; por el otro, exclusión, hacinamiento y abandono.
Como el fuego, el turismo puede calentar hogares o incendiar comunidades si no se maneja con visión. Friusa, Bávaro Oeste, devuelve ambas imágenes como un espejo roto entre el paraíso y la periferia.
Friusa no es solo un punto geográfico en Bávaro Oeste. Es el símbolo condensado de las tensiones de un modelo turístico que ha crecido sin planificación ni equidad. Su desarrollo es hijo directo del auge hotelero e inmobiliario de la zona Este, pero sin servicios básicos ni inclusión social.
¿El resultado? Un crecimiento desigual que separa a los que disfrutan del paraíso de quienes lo sostienen desde las sombras.
De frigorífico a comunidad marginada
Desde los años 80, cuando nació en torno a Frigoríficos Unidos S.A. (FRIUSA), la comunidad creció al ritmo del turismo, pero sin orden ni integración.
Hoy, El Hoyo de Friusa es conocido como “El Pequeño Haití” de Verón, reflejo de migración desbordada, arrabalización y abandono estatal. El motor del turismo se alimenta del esfuerzo de trabajadores invisibles que viven lejos del confort que ayudan a construir.
En 2024, la República Dominicana recibió más de 11 millones de visitantes; el 59 % llegó por Punta Cana. Este crecimiento trajo inversión extranjera, más hoteles, más comercio… pero también más presión: escasez de agua, basura acumulada, hacinamiento y déficit habitacional. Friusa es una olla de presión social a punto de estallar.
Así como en Barcelona, Venecia o Bali, donde el overtourism expulsa a los locales, en Friusa vemos cómo el turismo mal gestionado margina a los más vulnerables. El costo de vida sube, los servicios colapsan y la convivencia se fragmenta.
Comunidades como Kosovo, Villa Playwood, Verón o El Hoyo de Friusa emergen sin planificación, como parches, en un modelo que excluye más de lo que incluye.
El oasis amurallado y los olvidados
Mientras se anuncian más de 9,000 nuevas habitaciones hoteleras en el país, zonas como Verón-Punta Cana no reciben la misma atención. El lujo crece cercado, como un oasis amurallado, ajeno a las condiciones de vida de quienes lo construyen y mantienen.
Camareras, albañiles, jardineros, técnicos, entre obreros, piden lo mínimo: derechos, servicios y respeto.
El Estado ha cedido la planificación urbana a la informalidad. Sin títulos de propiedad, sin agua potable, sin eficaz recolección de basura, sin aceras y calles polvorientas.
Se construye para el turista, pero se olvida al trabajador. Así, el “éxito” turístico se convierte en una ilusión montada sobre una desigualdad estructural.
El modelo “todo incluido” ha sido rentable, sí. Ha traído empleos e inversión. Pero también ha creado sectores que viven en la sombra. En Friusa, a pocos kilómetros del lujo, no hay acceso constante a servicios esenciales. Es como tener un teatro espléndido con un barrio ruinoso en el backstage.
Un aviso al modelo turístico
La historia de Friusa es una advertencia: la sostenibilidad turística no es solo ecológica. También es social. Necesita justicia, planificación, participación y redistribución. Sin esto, la moneda del turismo seguirá girando… pero siempre caerá del lado de la exclusión.
En Friusa se cruzan las esperanzas de quienes migran buscando una vida mejor y el olvido de un modelo que prioriza las cifras sobre los rostros.
Las viviendas surgen sin debida regulación, carencias de servicios públicos, sin planificación. La informalidad se convierte en ley ante la ausencia del Estado y a la vista del gobierno local.
Presión inmobiliaria y desplazamiento
El auge turístico ha disparado el valor del suelo, desplazando a los más pobres a zonas de riesgo (delincuencias). Mientras crece la demanda por escuelas, hospitales y carreteras, el Estado llega tarde y con respuestas parciales.
Un modelo rentable, sí, pero insostenible si no mejora la calidad de vida de quienes lo hacen posible.
Lo que hoy se llama el Hoyo de Friusa no es un error. Es la consecuencia directa de un modelo excluyente. Es un espejo que refleja tanto el brillo como las grietas del turismo dominicano.
Reconocer esta dualidad no significa rechazar el turismo, sino exigir que su progreso no se construya sobre la desigualdad. Si el turismo es fuego, que sea el que ilumina sin quemar. Si es moneda, que valga igual para todos.
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RECUERDA QUE LA INDISCRIMINADA INVASIÓN DE ILEGALES HAITIANOS,HACIA NUESTRO PAIS, RESPONDE AL,BIEN ORQUESTADO Y FINANCIADO , MACABRO PLAN DE HAITIANIZACIÓN DE NUESTRO TERTITORIO,Y LO ESTAN LLEVANDO A CABO PRINCIPALMENTE EN LOS TERRITORIOS MÁS IMPORTANTES DE NUESTRO PAÍS,COMO SON LOS ALREDEDORES DE NUESTROS MAS $$$CAROS $$$ POLOS TURÍSTICOS.
MOCA,...EH!!!
.LA CONSIGNA HAITIANA ES:¶¶TOMANDO NUESTRO TERRITORIO SIN TIRAR UN TIRO¶¶( SONIA PIERRE)
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MOCA,...EH!!!
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