Turismo en RD: de «bueno, bonito y barato» a calidad global
La República Dominicana es, sin duda, un pilar del turismo caribeño. Su oferta abarca desde playas paradisíacas hasta experiencias de lujo, religiosas, deportivas e inclusivas. Sin embargo, aún persiste la percepción de ser un destino económico, una etiqueta como de destino barato, si bien atrae a viajeros de bajo presupuesto, limita el acceso a segmentos premium y más rentables.
En 2023, el turismo generó ingresos récord de US$9,828.9 millones, representando un 6.9 % del PIB nacional en el 2023. Este desempeño confirma su relevancia económica, pero también evidencia la urgencia de rediseñar su propuesta de valor para competir con destinos de mayor prestigio, como Antigua y Barbuda, donde el gasto promedio diario por turista alcanza los $406.27, frente a los $167.86 que disponen los visitas para visitarnos.
Más que números: calidad y sostenibilidad
El sector turístico proyecta recibir 11.5 millones de visitantes al finalizar este año y se proyecta superar las 110,000 habitaciones para 2028. Pero crecer en volumen no basta. La clave está en diversificar la oferta, elevar los estándares y posicionar al país como un destino que combina accesibilidad con calidad.
En un Caribe donde las experiencias turísticas tienden a ser similares, la diferenciación radica en la capacidad de ofrecer vivencias únicas a precios justos. Las alianzas entre el Estado y el sector privado –incluyendo roadshows, ferias internacionales y estrategias digitales– han aumentado la visibilidad global, pero el mensaje debe evolucionar. República Dominicana no puede ser solo “bueno, bonito y barato”; debe aspirar a ser “excepcional y accesible”.
El desafío de la competencia global
Destinos emergentes en América Latina y Asia atraen cada vez más viajeros con precios competitivos y experiencias cautivadoras. En este contexto, apostar por la calidad es indispensable. Sectores como el turismo de cruceros, que crece de forma sostenida, ofrecen una ventana de oportunidad para consolidar el liderazgo del país en el Caribe.
Para lograrlo, es fundamental invertir en:
- Infraestructura moderna que facilite el acceso y la comodidad.
- Capacitación del personal, clave para brindar un servicio de excelencia.
- Experiencias auténticas y sostenibles que destaquen la biodiversidad y riqueza cultural dominicana.
La sostenibilidad no es solo una tendencia; es un compromiso ineludible. El mercado turístico global exige prácticas responsables, y República Dominicana tiene la oportunidad de convertirse en un ejemplo de turismo verde y ético.
Transformación con visión
El reto es claro: evolucionar de un modelo de «alto volumen y bajo costo» a uno basado en “calidad con accesibilidad”. Como un reloj de lujo que combina diseño y precisión a un precio razonable, el turismo dominicano puede ofrecer experiencias extraordinarias sin perder su esencia cálida y acogedora.
La colaboración público-privada será crucial para consolidar un modelo sostenible y diversificado que atraiga más visitantes y, sobre todo, fidelice a aquellos que buscan algo más que un precio bajo. El éxito radica en destacar lo que hace único al país y en responder con innovación a las demandas de un mercado dinámico y exigente.
Más allá de las etiquetas
Trascender la etiqueta de «bueno, bonito y barato» es más que un desafío; es una necesidad estratégica para mantener la competitividad. Este cambio no solo garantizará la capacidad de adaptarse a nuevas tendencias, sino que también nos definirá como un destino de excelencia en constante evolución.
El futuro del turismo nacional depende de nuestra capacidad para tomar decisiones y actuar ahora. ¿Estamos listos para dar el paso? La respuesta está en nuestras manos: innovación, calidad y sostenibilidad como pilares de un modelo turístico rentable y visionario.
jpm-am