Todo se pierde con la guerra, siempre se gana con la paz
POR BLAS RAFAEL FERNANDEZ GOMEZ
Después de la muerte de Rafael Leonidas Trujillo en 1961, quien gobernó el país desde 1930, comenzó en la República Dominicana un proceso democrático, con sus altas y bajas.
A partir del mes de julio del año 1966 goza de un sistema electoral de elección de Gobiernos Constitucionales, el cual ha tenido mejoras que pueden catalogarse de positivas para la nación.
A pesar de las falencias y dificultades propias de la naturaleza humana y otros factores, el gran sentir nacional es la no aplicación de las expresiones “Después de mí el Diluvio” y “Abajo el que suba”, muy propias de nuestro medio.
Por considerarlo acorde con todo lo anterior, nos vamos a permitir transcribir un relato contenido en la obra “Eslabón Perdido: gobierno provisional 1965-1966”, escrita con motivo del enfrentamiento violento y sangriento iniciado el 24 de abril de 1965 con el propósito de reponer el gobierno constitucional que fue objeto de un golpe de Estado cívico-militar el 25 de septiembre de 1963, que trajo como consecuencia el “armisticio” y el pactado gobierno del doctor Héctor García Godoy en el mes de septiembre del año 1965.
Refiere su autor, Hamlet Hermann, en las páginas 55 y 56 parte de nuestra historia: “El asesor del presidente provisional para asuntos de salud, el doctor Ángel Chan Aquino, describió 29 años después aquellos peligrosos momentos que vivía el país a través de una anécdota que debe haber ocurrido el 15 de septiembre de 1965. Decía el académico y asesor presidencial: Esa noche trabajábamos con el Presidente, Jaime Manuel Fernández (Secretario de la Presidencia) y yo. El ambiente era pesado, más que por la ola de calor por la presencia de los militares en el Palacio Nacional. García Godoy decidió que continuáramos la labor en su residencia.
Faltaba poco para la medianoche cuando, repentinamente, se presentó a la casa del presidente una docena de altos oficiales dirigidos por el comodoro F.R.C., a la sazón Secretario de Estado (Ministro) de las Fuerzas Armadas. Con la firmeza y sin preámbulos, como es propio de la naturaleza militar, el comodoro dijo: “Presidente tenemos entendido que el profesor Juan Bosch regresa al país. Venimos a advertirle que si eso ocurre será hombre muerto en el aeropuerto”.
Quien conoció a Héctor García Godoy, sabe que era un hombre increíblemente paciente, tanto que no había forma de hacerle perder su compostura de modales extremadamente moderados, aunque inflexible.
Esa noche de mi relato el Presidente, quien siempre parecía estar sonriendo, aunque no lo estuviera, insistía en que la presencia de Bosch era imprescindible para lograr la pacificación del país y con ello la salida de las fuerzas invasoras. Era esa paciencia y su perenne sonrisa lo que desconcertaba a sus polemistas. R.C. subía la voz cada vez más en la medida en que García Godoy no se inmutaba.
Nunca supimos lo que pasó esa noche. Generalmente Jaime Manuel Fernández y yo llegábamos a nuestras oficinas antes que el Presidente. Al ver su escolta me di cuenta de que había llegado, apenas, cursamos el saludo me dijo: Doctor vaya a Puerto Rico y dígale al profesor Juan Bosch que tiene todas las garantías para regresar al país”.
Sin emitir juicios de valor que, cada cual saque sus propias conclusiones, consideraciones o apreciaciones. No obstante, una moraleja queda incuestionable: Siempre se gana con La Paz, todo se pierde con La Guerra.
jpm-am