Soto Jiménez: «Cuentos de guardia»
Nueva vez, José Miguel Soto Jiménez escribe otra obra, en esta ocasión reseña sus experiencias en los cuarteles, desde cadete hasta cristalizar el sueño de todo militar, escalando la cúspide del mando como titular del Ministerio de Defensa que ejerció por cuatro años 2000-2004 durante el gobierno del presidente Hipólito Mejía.
Cuentos de guardia es el más reciente aporte a la bibliografía dominicana de Soto Jiménez, en 615 páginas, Impresora Soto, 2024.
Cuentos son inventivas, pero cuando se extrapolan a relatos vividos, entonces adquieren la versión de anécdotas, que resulta ser la trama y el sustrato con que José Miguel Soto Jiménez hilvana, teje y describe, su rol de guardia académico en el escenario rudo del soldado.
Desde la diana en la madrugada al iniciar la jornada, con el desayuno frugal.
La rigurosa marcha diaria.
El entrenamiento, “llueva, truene o ventee”.
Las extenuantes caminatas en montañas de ocho y diez horas del Sexto Batallón de Cazadores de Constanza.
Resbalando con riesgo a descocotarse en riscos y bajando.
Cruzando arroyos y ríos, con caimanes incluidos en Colombia.
Entripados hasta el tuétano por las lluvias.
Durmiendo a la intemperie.
Con temperaturas bajo cero centígrados en Valle Nuevo.
Saltando ríos y precipicios en la Amazonía colombiana, sostenido por una soga, con serpientes cascabeles “por pipá”, incluidas.
Sin chistar.
Omitir “me duele”.
Mucho menos, “no puedo seguir”.
O no puedo más.
Hacia adelante, hasta que el cuerpo aguante.
Y el cuerpo siempre tiene que aguantar.
Porque no hay de otra.
Porque esa es la nomenclatura y filosofía del vivaque.
En esas recias vivencias, más cónsonas para animales irracionales, el humano racional debe y tiene que probar sus aptitudes de guardia formado, demostrando que es un auténtico “ranger”.
Un experto y auténtico soldado anti-guerrilla, al decursar últimas décadas del siglo XX, cuando el “foquismo” era una modalidad de la izquierda, al influjo de Fidel Castro en Sierra Maestra, que despistó a tantos conduciéndolos al derricadero y precipicio estéril del suicidio.
Como a Julio César Sandino, insurrecto en Las Segovias de Nicaragua, asesinado en Managua, el 21-02-1934 por orden del general Anastasio Somoza García, jefe de la Guardia Nacional, luego de ser burlado un pacto de honor con el general Anastasio Somoza Garçía, jefe de la Guardia Nacional.
Como a los luminosos expedicionarios de La Raza Inmortal de junio 14 y 19 de 1959, cuando ingresaron por Constanza, Estero Hondo y Maimón, sin contacto alguno ni de civiles, mucho menos militares, con el solo ideal de liquidar la tiranía del generalísimo Rafael Leónidas Trujillo, que disponía la estructura militar más poderosa del Caribe.
Y el pueblo dominicano tiritaba de pavor.
Lo atestiguo, porque lo viví, de ahí a ahí.
Comprobando que el espesor del miedo se podía tocar.
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Aunque su fiasco militar fue ampliamente recompensado por el trueno poderoso que repercutió en la conciencia ciudadana.
Como al Ché Guevara en la Quebrada del Yuro de Bolivia.
Como a Marco Tulio Yon Sosa y Farabundo Martí, en El Salvador.
Como a Manolo Tavárez Justo en Las Manaclas.
Como al coronel Francis Caamaño en La Noriega de Valle Nuevo.
Episodios quijotescos de ilusos, persiguiendo quimeras, enfrentando fuerzas regulares muy superiores en armamento, reforzados con los green berets y la CIA, “Made in USA”
Pobrecitos soñadores, persiguiendo una imposible quimera.
Sin entrenamientos básicos para dominar las montañas.
Sin experiencias para soportar las extenuantes y diabólicas fatigas, y la ausencia de alimentos de las montañas.
Sobre todo, y es lo más tétrico, sin disponer de un amplio apoyo en las estructuras populares y militares, caso único registrado con la guerrilla de Sierra Maestra, donde Fidel Castro sí disponía de todo un entramado de respaldo campesino y hasta penetrado en la guardia del dictador Fulgencio Batista, mucho antes de ingresar en el Granma a Alegría de Pío en 1956.
Reseña
Soto Jiménez reseña esos tristes y malogrados episodios levantiscos, donde se inmolaron y desperdiciaron tantos valores que debieron reservarse para escenarios y tiempos más propicios y venturosos.
Sobre todo, posibles.
Pero por todos los sobres, todos ignoraron, desconocieron o minimizaron, que actuaban en la etapa crujiente del inicio de la Guerra Fría, luego de culminar la II Guerra Mundial, donde Estados Unidos se reposicionaba para controlar el hegemonismo geopolítico de la aldea planetaria, y retomar el acuerdo de Yalta del 04-11-1945, menos de seis meses de culminar la segunda gran matanza del siglo XIX, cuando las potencias vencedoras se repartieron Europa.
En sus cuentos, devenidos en relatos, adquiriendo categoría anecdótica, Soto Jiménez nos recrea y reitera su pertinaz vocación de escritor, notable identificación con el probado sicólogo natural que siempre ha demostrado ser, desenredando la complicada telaraña psíquica del general Pedro Santana en su obra El corrido de los taitas, identitaria pértiga cognitiva que estructura el certero decodificador de episodios estelares, y vericuetos psíquicos insondables, incorporado nueva vez en Cuentos de guardia.
Cercanías
En otro vivaque, mediante el desempeño de su carrera militar, esta vez de contactos con figuras militares internacionales encumbradas, Soto Jiménez, en lo que identifico, es el militar que más cercanías logró.
Con el general Augusto Pinochet, Chile.
Coronel Hugo Frías Chávez, Venezuela.
Con el general Gary Prado Salmón, Bolivia, el comandante ranger que capturó al Ché Guevara en La Quebrada del Yuro boliviana.
Con el teniente William Calley jr., verdugo aldea Mi Lay de Vietnam, asesinando sin piedad a 32 aldeanos indefensos, el 16-03-1968, exonerado criminal de guerra por el presidente Richard Nixon.
Soto Jiménez, en Cuentos de guardia, resulta el primer militar, que recuerdo, escribe sus memorias, conociendo que los guardias no hablan de su carrera militar.
Mucho menos las escriben.
Ni aceptan referirlas a un periodista para redactarlas y publicarlas.
Esos fueron fallidos intentos del suscrito con los generales Víctor Elby Viñas Román, Marcos Jorge Moreno y Enrique Pérez y Pérez.
Los tres se negaron, sin expresarme que no.
El general Pérez y Pérez, encrispado, me respondió:
”Si hablo, la tierra tiembla”.
Viñas Román y Jorge Moreno, reiteraron tenues evasivas.
Ahora, primicias, José Miguel Soto Jiménez, poeta, escritor, historiador, psicólogo autodidacta, faculto, y guardia, presenta sus memorias, única escrita por un guardia, y trascendente, como es Cuentos de guardia, a publicarse en la Biblioteca Nacional este febrero 25-25.
JPM
El militar mas cobarde y tembleque que hemos tenido.
Verifique el dato sobre el paso de Soto Jimenez por la Academia militar
Tengo entendido que fe un protegido, que nunca se fajo como los demás