Solo para sancristobalenses: ¿Por qué le decían Puñito?
Con motivo de su fallecimiento, ocurrido sorpresivamente hace menos de un mes en Nueva York, mucha gente me ha preguntado por qué a mi hermano César Freddy Núñez Pimentel le decían Puñito.
Hasta donde recuerdo, el apodo surgió en el patio de la Escuela Pública de San Cristóbal, donde funcionan desde hace varias décadas dos planteles, uno arriba, de hembras, con el nombre de Juan Pablo Pina y uno abajo, de varones, llamado José María Alejandro Pichardo.
En el patio de esa edificación (que ocupa toda una manzana), es decir, en el centro, existió siempre -no sé si todavía- una cancha de volibol en la que practicaban estudiantes y extraños.

Tras la muerte en mayo de 1961 del generalísimo Rafael L. Trujillo, prácticamente se cerró la cancha principal del poblado, que estaba en el local del Partido Dominicano, el cual pasó a ser colegio Santa Rita, regenteado por sacerdotes y monjas católicos. Este local está radicado frente al hotel San Cristóbal, en la avenida que fue 17 de Julio durante la Era de Trujillo y luego pasó a llamarse, hasta ahora, Libertad.
EN LA ESCUELA
Cerrada esta cancha, conocida como “la cancha del partido”, el juego de volibol mermó y se concentró tímidamente en la cancha de la Escuela Pública.
Mi hermano Freddy vivía en la casa de los Pimentel Muñoz (Diana, Saúl y José, con mi madre Mercedes a la cabeza) en la calle Restauración número 11, a cortísima distancia del plantel. Esa vía, a la que después se le cambió el nombre por el de Manuel María Seijas, pasa por el lado Norte de la Escuela Pública.
FERNANDO CABRAL
Por esos años (1963 y 1964) retornó a San Cristóbal desde Santo Domingo un joven que llamaba mucho la atención, quien, en el pasado, me refiero a la década del 50 (no lo vi jugar), había sobresalido en el beisbol amateur y en el volibol de la “cancha del partido”: Fernando Cabral Ortega.
Su casa familiar, encabezada por su madre, la profesora Tatica Ortega viuda Cabral, estaba junto a la nuestra, exactamente en la calle Restauración esquina Padre Ayala, frente al Club Obrero 24 de Octubre (que después de los acontecimientos de mayo de 1961 pasó a llamarse 21 de Enero).
Fernando Cabral -hermano del abogado Héctor Cabral Ortega- partió de esta ciudad en el último tramo de la década del 50 cuando entró como oficial a la Aviación Militar Dominicana (AMD).

Tras el golpe de Estado al gobierno de Juan Bosch, en septiembre de 1963, fue despedido de las filas militares y retornó a su hogar en San Cristóbal.
Llamaba la atención porque tenía el físico de un artista de cine de Hollywood, caracterizado por buena altura y finos modales. Tan pronto llegó se incorporó al juego de volibol en la Escuela Pública y motorizó la formación del Club Deportivo y Cultural San Cristóbal, cuyas reuniones se efectuaban de noche en su propia casa.
Como directivos de ese club recuerdo a Cheche Norberto y a Isidro Rivas Durán.
La llegada de Cabral Ortega estimuló el juego de volibol en la cancha de la escuela y se integró un equipo poderoso que se fortaleció aún más cuando se incorporaron los hermanos José Ramírez (Niño) y Manuel Onésimo Ramírez (Cucho).
Este último, de buen tamaño, kileador zurdo, era brillante jugador formado en la cancha del Centro Social Obrero de Santo Domingo (cuna del volibol de la época) y miembro de la Selección Nacional de Volibol. Pronto se convirtió en entrenador e instructor de los demás, estimando muchos que en ese momento era el mejor volibolista que había parido San Cristóbal.
Recuerdo que el team del Club Deportivo y Cultural San Cristóbal celebró intercambios con equipos de San Pedro de Macorís, Santo Domingo y Baní.
EL APODO
Hago la historia porque mi hermano Freddy adquirió en esa época, por su baja estatura, el apodo de Puñito. Era tan sagaz que fue uno de los seis integrantes del equipo regular del club y servía en la línea del frente como colocador de bola al rematador principal, que generalmente lo era Cucho Ramírez.
El club tuvo corta existencia porque su líder, Fernando Cabral Ortega, tan pronto estalló en la Capital el 24 de abril de 1965 la revuelta constitucionalista, se fue a participar en ella. Al cesar las hostilidades casi un semestre después tuvo que irse del país por largo tiempo. Murió muchos años después, a mediados de la década del 70, al regresar enfermo a República Dominicana.
Se detuvo entonces, por un tiempo, el renacimiento del volibol en San Cristóbal, que luego tuvo asomos esporádicos de resurgimiento en la cancha del antiguo Padre Radamés, frente al mercado público.
De ese espacio luminoso del volibol han fallecido (al 2021 en que escribimos) Fernando Cabral Ortega, Fernando Rone (Gallego), Marcial Díaz Peña, Servio Ruíz, Isidro Rivas Durán, Salvador Duvergé (Batola) y recientemente Fernando Jaar (Pi).
EL OTRO PUÑITO
El mote de Puñito se le quedó por siempre a mi hermano Freddy hasta su deceso hace algunas semanas en El Bronx, Nueva York, por un infarto cardíaco. Residía allí desde hace una veintena de años junto a su esposa Mayra Durán, compueblana con quien procreó dos hijos que le han dado varios nietos.
Freddy nació alrededor de 1940 en Paya, Baní, fruto de una relación libre de la señora Diomedes Núñez con Rudecindo Pimentel Rivera, mi padre. Esa relación tuvo otro vástago: Ernesto Núñez Pimentel, quien todavía reside en Paya.
Siendo un muchachón, Freddy fue traído por nuestro padre a la casa de mi madre en San Cristóbal, donde vivió hasta que se hizo hombre, se matrimonió con Mayra y estableció residencia aparte.
Jovencito, en los últimos años del 50 trabajó en la Armería de San Cristóbal y en los años 70 se trasladó junto a su familia a Baní, donde laboró y pasó mucho tiempo en la compañía La Famosa.
De Baní emigró a Nueva York junto a esposa e hijos.
En los últimos tres años, antes de la pandemia, se hizo asiduo visitante del llamado Parque de los Vagos, donde se juntan sancristobalenses los sábados en la tarde en la avenida Brodway con la inspiración de José Elías Domínguez Peña.
Se puede afirmar que César Freddy Núñez Pimentel fue un hombre bueno, amistoso y poco beligerante toda su vida, que no tuvo nunca confrontaciones con nadie.
Su desaparición física es una gran pérdida no solo para sus familiares sino también para todos los sancristoberos que lo conocieron y trataron.

Trump elige a Susie Wiles como jefa del gabinete en Casa Blanca
Abinader entrega muelles en Río San Juan y Cabrera para la pesca
Primer Ministro Haití seguirá en Puerto Rico, su futuro es incierto
UCRANIA: Zelenski avanza con acabar guerra antes Año Nuevo
Muere a los 65 años Perry Bamonte, guitarrista The Cure
EEUU: Trump ve documentos de Epstein obligan dedicar tiempo
Leonel confía en un 2026 de progreso para la R. Dominicana
Gobierno asigna subsidio de RD$69.6 MM para combustibles
Encuestas predicen importante revés de Donald Trump en 2026
China impone sanciones contra veintena de empresas de EEUU
Una tormenta invernal azotará NY, Nueva Jersey y Connecticut
Tormenta nieve afecta vuelos salen de RD a Estados Unidos
El Kremlin cuestiona capacidad Zelenski para tomar decisiones

















Teresa María Segura
Tuve el honor de conocer y tratar a Freddy en esos encuentros sabatinos en donde nos juntamos la gente de SC.Puedo decir que este sr era un ser humano de trato exquisito.
Era muy pausado al hablar y siempre enriquecia con sus opiniones los temas que se
trataban en torno al viejo SC.Sin dudas que los que acostubramos a asistir al famoso parque de los vagos en Manhattan,extranaremos su presencia.
Paz a sus restos.
Esos relatos tan hermosos solazan el alma y renuevan el espiritu. Cordialmente felicito a ese señor por darnos a conocer esas vivencias. Cuando la cotidianidad cambia su ropaje para convertirse en historia se hace parte de uno mismo.
En otros países, se usa. Un cronista o historiador de la ciudad, pueblo o provincia, es contratado por el Estado o la municipalidad para mantener vigente costumbres, rasgos culturales, deportivos etc.; hechos y situaciones que no son más que la historia de los pueblos que se pierden en el tiempo y el olvido por no existir este personaje en muchas provincias, hoy día, se carece de muchos datos históricos, culturales y de familias en muchos lugares
‘Sociedad cultural’ se llaman esas ONGs afiliadas con autoridades municipales. Hacen un gran servicio manteniendo datos historicos de sus comunidades y promoviendo actividades de preservacion de esas culturas. Creo que alguna vez pasada fuimos asi….