Segundo mandato de Abinader: Entre promesas y reformas

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EL AUTOR es Master en Gestión y Políticas Públicas. Reside en Santo Domingo

El segundo mandato del presidente Luis Abinader se encuentra en una encrucijada, atrapado entre promesas de campaña y la imperiosa necesidad de implementar reformas trascendentales. El gobierno se enfrenta a un panorama lleno de desafíos que podrían poner en riesgo su estabilidad y éxito: desde la modificación de la constitución y la reforma del sistema de seguridad social, hasta el cambio en el código laboral, la reforma impositiva, la normalización de relaciones con Haití, el déficit del Banco Central y la promulgación de un nuevo código procesal penal. Cada uno de estos temas se entrelazan con las promesas realizadas durante la campaña, creando una red compleja de expectativas y presiones.

La baja participación electoral en las recientes elecciones, junto con las acusaciones de compra de votos por parte de la oposición, añade otra capa de incertidumbre. La controversia sobre el tema haitiano y el recorte de la matrícula en la Cámara de Diputados a 53 escaños también jugarán un papel crucial en la popularidad del gobierno. Además, los problemas de seguridad ciudadana, el alto costo de la vida y la crisis del sector eléctrico se suman a un cóctel ya explosivo.

Luis Abinader

Todos los dominicanos anhelan el éxito del presidente, deseando que su triunfo se traduzca en el bienestar del país. La promesa de Abinader de no buscar la reelección en un tercer mandato podría, en teoría, reducir la presión sobre su administración y mitigar una oposición feroz. Sin embargo, no todo será un camino llano; el camino hacia las reformas constitucionales y tributarias estará lleno de obstáculos.

El gobierno podría invertir grandes esfuerzos en convencer a la ciudadanía de que las reformas propuestas son el mejor camino. No obstante, podría encontrarse en una situación en la que sus recursos se agoten y se enfrente a una oposición resistente. La posibilidad de que el Congreso apruebe estas reformas sin un amplio consenso podría ser legal, pero no necesariamente legítima. La percepción de imposición podría inflamar a la oposición y transformar estos temas en un talón de Aquiles para el gobierno.

Si las reformas constitucionales y la ley general de impuestos internos se aprueban sin el apoyo de los partidos políticos, los empresarios y la sociedad civil, la carga de estas medidas recaerá sobre el partido en el poder. Esto podría desencadenar protestas callejeras y una crisis política que, a su vez, arrastraría a la economía hacia una mayor inestabilidad. La economía ya se enfrenta a desafíos significativos, con una tasa de cambio del dólar en ascenso y las reservas del Banco Central deteriorándose.

La capitalización del Banco Central es crucial en este contexto; el déficit fiscal alcanza el 3.5% del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que el sector eléctrico, pilar del desarrollo económico y social, presenta un déficit del 1.5% del PIB. Además, el sistema educativo necesita urgentemente más aulas, los hospitales requieren mejoras para ofrecer una atención de calidad, y se necesitan grandes obras de infraestructura en todo el país.

El segundo mandato de Luis Abinader promete ser un desafío monumental. La carga de compromisos y promesas es cada vez más pesada, y el camino hacia la consecución de resultados satisfactorios para el desarrollo sostenible del país parece estar lleno de obstáculos. Con más de 10.8 millones de habitantes depositando su esperanza en un gobierno exitoso, se vislumbra un periodo lleno de tensiones y difíciles decisiones.

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