Revoluciones y roboilusiones históricas

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define el término «revolución» com «El cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación». En consonancia con lo anterior, para que una insurrección armada o una revuelta que haya surgido de una crisis social, política o económica pueda considerarse como una revolución, tiene que tener el ingrediente irrevocable de producir un cambio radical en el país en donde se origine y generalmente de manera violenta. Es por eso que, todavía a los 49 años de surgida la insurrección del 24 de abril del 1965 en la Rep. Dominicana, hay personas, incluyendo profesionales e intelectuales, que cometen el yerro histórico y semántico de llamarle la «Revolución de Abril» cuando para ser así, no hubo en la nación ningún cambio radical en lo social, lo político o en lo económico. Durante el devenir político y social de la humanidad, se han suscitados a lo largo del camino, movimientos revolucionarios que han transformado la naciones en donde se han erigidos y que han trascendidos más allá de sus propios ámbitos. Algunos de ellos con resultados positivos y beneficiosos y otros que al transcurrir los años se han tornado en un calvario, un martirio y una pesadilla para los pueblos que los han sufrido. Diez en total han sido las revoluciones más impactante en la humanidad, siendo siete de ellas verdaderas proezas en favor de los pueblos en donde se originaron y cuya acciones trascendieron sus fronteras. Estas son: la Revolución Norteamericana, la Revolución Francesa (motivada por la primera), la Revolución Mexicana, la Revolución de Los Claveles, la Revolución de Noviembre, la Revolución de Asturias y El Levantamiento del 2 de Mayo. Las tres restantes, que al contrario a éste grupo se constituyeron en una gran tragedia para las naciones que la vivieron y en donde se les mutó las libertades de tránsito, de las ideas, de la disidencia política, de la expresión, etc. y se convirtieron en grandes prisiones para sus propios pueblos fueron: la Revolución Rusa, la Revolución China y la Revolución Cubana. FARSA REVOLUCION BOLIVARIANA De la obra literaria Don Quijote de la Mancha, escrita por la pluma insigne del novelista y dramaturgo español Miguel de Cervantes y Saavedra, hay una frase muy conocida cuyo orígen surge en una charla entre el caballero, su escudero y un tercero de nombre Sansón Carrasco, en la cual éste último dice que : «Nunca segundas partes fueron buenas». Y eso es exactamente lo que ha sucedido entre la Revolución Cubana (la original) y la mal llamada «Revolución Bolivariana» (la copia). Pero, el asunto es peor cuando la original (la cubana) ha sido una tragedia, mal podría la copia (bolivariana) ser diferente. Ha sido peor. El 2 de febrero del 1999, asciende al poder en Venezuela el Tte. coronel golpista Hugo Rafael Chávez Frías mediante el único proceso electoral díafano que se desarrolló sin máculas para su elección, dando inicio posteriormente a un proceso político-filosófico llamado «Socialismo del Siglo XXI» y un estilo gubernamental al cual nombraron como la «Revolución Bolivariana». Más luego, a la propia nación la rebautizaron como la «República Bolivariana de Venezuela», todo esto constituyéndose en una simbiosis cantinflesca, un mamotreto sin sentido y un concepto político utópico e idealista. Veamos las razones en las cuales afinco mis criterios al respecto. LLamarle «Revolución Bolivariana» se contradice con lo explicado al comienzo de mi escrito y con el espíritu de la definición que al término les da la Academia de la Lengua Española, en virtud de que se instauró un gobierno fruto de un proceso electoral pacífico y no violento. En otro sentido, el concepto político-filosófico que envolvía el proceso llamado «Socialismo del Siglo XXI» no fue una idea original de Hugo Chávez al que siempre se le ha endilgado falsamente como ya lo he dicho en dos artículos anteriores y lo han reafirmado otros articulistas, porque su mentor original lo es el sociólogo y político alemán Heinz Dieterich Steffan. Por otra parte y aunque suene curioso y extraño, la persona a la que se le ocurrió renombrar a Venezuela como la «República Bolivariana de Venezuela», lo fue un ex-director del Departamento de los Servicios de inteligencia y Prevención (DISIP) de Venezuela, el ex-Mayor Eliézer Otaiza, un personaje de muchas controversias y con un pasado bien oscuro y muchas muertes en su haber. Fue asesinado a finales del pasado mes de abril y su cuerpo irreconocible echado en un basurero. Participó junto a Hugo Chávez en el golpe de estado del 4 de febrero de 1992 y en la intentona de la toma de Miraflores. Junto a él fueron encontrado tres soldados muertos, algo que él nunca supo explicar. Se le acusó de haber sido la persona que mantuvo oculto en Venezuela al ex-asesor del ex-presidente peruano Alberto Fujimori Fujimori, el Sr. Vladimiro IIich Montesinos Torres y, vale recordar también, que tuvo un oscuro accidente de motor en el cual perdió la vida una joven llamada María Gabriela Tablante cuando Otaiza conducía ebrio su motocicleta. Cabe destacar entre otras cosas, que el «gran revolucionario» autor del nombre actual de Venezuela, entre sus actividades extra a la cual se dedicaba era de bailar como stripper en un club nocturno, algo muy parecido a lo que hacía el actual presidente de Haití, Michel Joseph Martelly cuyo nombre artístico era «Sweet Micky. Como podrán notar, lo de Venezuela desde sus inicios «bolivarianos» nada ha sido destacable y sí moralmente cuestionable en un proceso con el cual han mancillado el nombre del Libertador Simón Bolívar. La maldad de Hugo Chávez no tuvo parangón en la historia política venezolana. Destruyó la economía de la nación y el sector privado de la misma, entregó la soberanía de la nación a la gerentocracia cubana sin el menor rubor y con un servilismo único en el mundo, dividió a la familia venezolana con el odio y la cizaña en lo político y lo social, creó una nueva élite económica llamada los «chaveburgueses», rebajó y denigró la calidad de vida del venezolano, al ponerlos hacer filas para poder comprar y pelearse por conseguir un pollo o un rollo de papel sanitario y, para el colmo de su maquiavelismo-castrista, dejó como su heredero político a «Chomsky El Colombiano» que en tan sólo tres meses de protestas, ha asesinado en las calles a 42 venezolanos. Pero, al margen de lo anterior, hay algo que siempre me ha llamado la atención de esta «revolución bolivariana» y que ha sido la nota constante que ha marcado la diferencia de las revoluciones ya indicadas al comienz es la manera y el estilo de vida que tienen los principales protagonistas de esta barbarie que hoy desgobierna una nación, a la cual han llevado a un desastre de impredecibles consecuencias y que ha originado las grandes movilizaciones que hoy sacuden a la nación: el buen gusto por el glamour y la «dolce vita» que disfrutan los jerarcas del chavismo. La nueva «boliburguesía' como la ha bautizado el pueblo venezolano y que yo prefiero llamarle «chaveburguesía», (Bolívar nada tuvo que ver con esto, sino el propio Chávez que fomentó la misma), es su amor por el buen vestir de la costura famosa, sus lujosas residencias, sobre todo, en el mismo imperio del mal, sus inversiones en naciones capitalistas y dos estilos que marcan su bonanzas económicas: sus flamantes aviones que cada uno se esmera en comprar y sus elegantes y costosos relojes que sin rubor alguno exiben en sus muñecas, dándole con ello una bofetada al pueblo venezolano que pasa penurias por logra adquirir en unos de los mercados gobernamental un pollo para poder comer después de levantarse de madrugada para hacer una larga fila al mejor estilo cubano. Como dicen que unas imágenes valen más que mil palabras, les transcribo el link en el cual podemos ver los lujosos y costosos relojes que exiben los funcionarios chavistas, con los cuales miden el tiempo y que difícilmente un venezolano pueda lucir en su muñeca : https://www.relojesdelchavismo.blogspot.com Cuantas verdades dijo Napoleón Bonaparte cuando manifestó: «En las revoluciones hay dos clases de personas; las que las hacen y las que se aprovechan de ellas.»

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