Reflexión a la sombra de Robert McNamara (2 de 2)

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EL AUTOR es político. Reside en Raleigh, Estados Unidos.

En el fragor de las discusiones senatoriales para conseguir la declaración de guerra, cuando el senador Wayne Morse bautizó la contienda como “La Guerra de McNamara”, el Secretario de Defensa respondió, “eso no me ofende, estoy identificado con este objetivo y haré todo lo posible para ganar”.

El 7 de agosto de 1964, EEUU declaró de manera oficial la guerra a Vietnam del Norte, que había establecido su capital en Hanói, antes del armisticio con el emperador Bao Dai que gobernó la parte sur desde la ciudad de Saigón.

En las conversaciones de Mr. Mcnamara con la élite de Washington, en las fiestas de año nuevo del 1966, él comenzó a poner en dudas una victoria norteamericana en el campo militar, y solo había pasado un año y 5 meses desde la declaración de la guerra.

El declive y la salida de Mcnamara

La presión interna, que se incrementaba con la propaganda anti guerra de los grupos intelectuales de la sociedad norteamericana, más la constante llegada de los cuerpos de los muchachos sacrificados tan lejos de su patria, comenzaron a minar el ánimo y la confianza del Sr. McNamara.

Para el 1967 “El Proyecto 100,000” que, contemplaba un reclutamiento masivo, había logrado una cifra récord de más de 365 mil jóvenes, entre las edades de 18 a 26 años, para ser puestos en el terreno de las operaciones, pero las presiones internas e internacionales contra la guerra, también subían como una caldera en ebullición.

Una visita de Robert McNamara a la Universidad de Harvard en 1966 se tornó traumática cuando más de 800 estudiantes y manifestantes lo confrontaron antes de entrar a las edificaciones, de las que luego tuvo que salir escoltado por la seguridad por pasadizos secretos, para evitar la turbamulta.

Con todas estas presiones y los problemas operativos de una guerra en la que ya había dejado de creer, McNamara comienza a decaer en entusiasmo y ánimo en sus apariciones públicas; en ocasiones se le veía desarreglado y sin afeitar en diferentes entrevistas.

Es así que, en febrero de 1968, ante los serios signos de stress y depresión mostrados por el Secretario, el presidente Johnson decide reemplazarlo al frente de la Secretaria de Defensa, argumentando en privado que el país no podía correr el riesgo de otro suicidio en esa dependencia, como había ocurrido con James V Forrestal en el gobierno del presidente Harry Truman.

Robert McNamara.

A Robert McNamara se le designó como presidente del Banco Mundial, a partir de su salida de la Secretaría de Defensa, cargo que ostentó hasta 1981. Su “guerra” continuó por 7 años más, hasta que, en junio de 1973, el Senado norteamericano por resolución, pone fin al uso de tropas y recursos militares en la península de Indochina.

Esta decisión truncó los planes del presidente Nixon y su asesor Henry Kissinger de sacar a EEUU de la guerra, dejando un gobierno aliado en la parte sur; la situación fue favorable para las fuerzas del norte que, ya habían conseguido su victoria diplomática plasmada en papeles, con la firma de los Acuerdos de París el 27 de enero de 1973; esto implicaba la retirada de las tropas americanas de Vietnam.

La Guerra de Vietnam continuó hasta 1975, cuando las fuerzas comunistas derrumbaron las últimas defensas de lo que fuera Vietnam del Sur; el 2 de julio de 1976 se proclamó la República Socialista de Vietnam, con la reunificación del norte y el sur bajo una sola bandera.

Las contradicciones que aún subyacen bajo la piel de la sociedad norteamericana por esta guerra, volvieron a poner a Robert McNamara bajo el ojo público, a la hora de su muerte el día 6 de julio del 2009.

Tim Wiener, un columnista del New York Times, publicó ese día un relato histórico de la vida del Exsecretario, bajo el título “Robert McNamara, arquitecto de una guerra inútil” y en su interior reprodujo el siguiente párrafo de un editorial anterior del famoso diario.

“Mr. Mcnamara no debe escapar a la condena moral duradera de sus compatriotas. Seguramente debe escuchar en cada momento tranquilo y próspero, los incesantes susurros de esos muchachos de infantería que morían en la hierba alta, pelotón tras pelotón, sin ningún propósito. Lo que les quitó a ellos, no se puede pagar con disculpas en horarios de máxima audiencia y lágrimas estancadas con tres décadas de retraso”.

El New York Times se refiere sin dudas, a la narrativa histórica desde la óptica de McNamara, de los hechos de Vietnam compilados en tres volúmenes diferentes, en los que muestra un enjuiciamiento introspectivo de su aptitud frente a las guerras y por añadidura su rechazo a las mismas.

“La niebla de la guerra” (The fog of the war) su documental testimonial, nos da una idea de cómo evolucionó la mentalidad de un hombre que participó de una manera protagónica en dos de las tres grandes guerras del siglo XX.

Una lección que hemos aprendido: Entrar en una guerra es fácil…lo difícil es salir de ella victorioso.

jpm-am

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