Presupuesto para el desarrollo o para pagar deudas?
POR MARCELINO LARA
Desde siempre hemos sabido que tomar dinero prestado para aumentar el gasto público corriente genera grandes desequilibrios fiscales sobretodo si se descuida de forma abrumadora el gasto público de capital. Ahora debemos afrontar las consecuencias de haber tomado más de 40 mil millones de dólares prestados para dedicarlo principalmente al gasto corriente, incluso hasta para pagar nómina pública. Las consecuencias eran más que evidentes aunque nadie quiso anticiparlas.
Ahora, en lugar de estar trabajando en estructurar un presupuesto que sirva de instrumento de desarrollo, como debe ser, estamos rompiéndonos la cabeza para elaborar un presupuesto que nos permita pagar la deuda y reducir el déficit. Ni siquiera de soslayo pensamos en aumentar el nivel de empleo porque nuestra urgente prioridad es pagar la deuda.
Ese afán de tener un presupuesto que permita pagar la abultada deuda externa se corresponde con la famosa teoría de los profetas del Apocalipsis del déficit fiscal cuyo principal objetivo es enviar la señal de pago a tiempo y sin retraso, a los tenedores de bono de la deuda pública. De esa forma se garantiza en el futuro seguir con las emisiones de deuda disque para equilibrar el presupuesto. O sea pagar deuda para seguir tomando prestado para seguir gastando en gasto público corriente. Será ese el verdadero objetivo de la anunciada reforma fiscal?
Decía Warren Smith que la única regla buena es la de que el presupuesto nunca deberá estar equilibrado, excepto en el instante en que un superávit destinado a reducir la inflación sea alterado por un déficit encaminado a combatir la recesión.
Si una economía no se encuentra en su nivel de producción potencial, como es el caso actual, entonces debemos tomar en cuenta los impactos del ciclo económico sobre el presupuesto. Es lo que se conoce como presupuesto cíclico.
Es algo común que en tiempo de recesión económica bajan todas las recaudaciones fiscales y esas insuficiencias recaudatorias son cubiertas con emisiones de bonos y otras deudas en monedas extranjeras para fortalecer las reservas internacionales del Banco Central y mantener estabilizada la tasa de cambio.
Al parecer nosotros hemos abusado de todo tipo de endeudamiento y todos esos recursos fueron orientados mayoritariamente a aumentar el gasto público corriente y a mantener amarrada la tasa de cambio.
Decía Samuelson que debemos aprender a diferenciar los déficits cíclicos de los déficits estructurales, para así comprender mejor la influencia real de la política fiscal. El presupuesto estructural es uno de los instrumentos analíticos más importante de la macroeconomía ya que nos permite distinguir los cambios de la política económica de los efectos del ciclo económico y así diagnosticar mejor la dirección en la que la política fiscal lleva a la economía.
En tiempo de depresión
La historia económica, así como la evidencia empírica nos han demostrado que en tiempo de depresión económica, el aumento del gasto público de capital puede ayudar a dinamizar la economía, porque el objetivo de la política económica en este caso debe ser concentrarse en crear nuevos empleos. Es un absurdo económico en este momento de debilidad en el nivel de actividad económica estar solamente concentrado en reducir el déficit fiscal y pagar la deuda pública.
El presupuesto de una nación debe ser un instrumento de desarrollo formulado para aumentar el nivel de producción y de empleo. Para nuestro caso dominicano el gasto de capital debería ser aumentado a un nivel de por lo menos el 5% del PIB para evitar así el derrumbe de la actividad económica.
Una decisión que aparenta ser muy simple, al parecer no lo es tanto. Reducir los gastos corrientes y aumentar el gasto de capital fue la decisión que debimos tomar hace tiempo. Ahora se hace más difícil y la economía ya está saturada de préstamos.
El presupuesto de una nación debe ser un instrumento de desarrollo que induzca al incremento de la producción de bienes y servicios y a la creación de nuevos empleos.
jpm-am
marcelino toca temas centrales del debate económico. pero los presupuestos públicos están orientados, se supone, por una estrategia de desarrollo, sino hay un monto significativo del presupuesto para gastos de capital como 5% o 7% del pib, entonces los motores que impulsan el crecimiento se van cayendo. pero la reforma fiscal debe centrarse en cobrar el 50% de los impuestos actuales que no se cobran y engordan los bolsillos de unos pocos.
excelente artí**** , sin desperdicios. es increíble que un país tenga que tomar préstamos para cubrir sus gastos corrientes, lo y que ha pasado con su pib, no vamos bien , nada bien .